PASADO

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LA SOBERBIA TIENE UNA HIJA Y ES LA INGRATITUD, (EL QUIJOTE)

miércoles, 17 de julio de 2024

FORTALEZA MEDIEVAL ISSO / 34


Las torres.

El conjunto presenta una gran torre en el ángulo suroeste, que conserva casi la integridad de sus muros perimetrales, y una más pequeña al este de aquella, separadas por menos de tres metros (Fig. 37). 

                                                                                 Aunque sorprende que sus fachadas meridionales no se hallen bien alineadas, ambas se planificaron conjuntamente; prueba de ello es la correspondencia casi perfecta en sus hiladas de tapia; también su replanteo parece que fue una operación única (Figs. 43 y 44).







Considerando las dos torres como un conjunto, el muro oriental de la mayor materializa el eje de la planta. A ambos lados de ese muro, que adquiere un carácter central, se plantean sendos cuadrados (aproximados), incluso las diferentes particiones parecen responder a terceras partes (Fig. 45). Podemos imaginar que el replanteo se llevó a cabo en la superficie natural de la roca y que esta debía presentar desniveles; todo parece indicar - pese a que los niveles actuales de calles y calzadas oculten el firme de partida - que el punto más bajo se encuentra en la esquina suroeste; de esa manera, aunque en la base se dibujaran las alineaciones con mayor rigor geométrico, podrían haberse ido desfigurando en la elevación a causa de sucesivos retranqueos.


Esta ordenación teórica podemos verla en algunos detalles: En la disposición de las vigas de la torre mayor, donde se conserva en planta baja la viga más occidental y el mechinal de la siguiente; ambas dividen la planta en los tres espacios que indicamos. En la siguiente planta se pueden observar los mechinales de las vigas (Fig. 46).

Al límite del primer tercio corresponde también la ubicación del lienzo de muralla oeste.

La ubicación del lienzo que se conserva adosado al muro este de la torre menor, también se corresponde, aproximadamente, con uno de los tercios de esta.

Los muros de la torre mayor son más gruesos, sin embargo, el espesor del muro norte lo comparte también con la torre menor.

La torre de esquina conserva una altura de 25 tapias, altura que coincide con la de otras torres de las que nos han llegado referencias documentales; mientras su muro norte se halla, prácticamente, con toda su altura, los otros tres fueron rebajados para construir un tejado, a un agua, con pendiente hacia el sur. 

De la torre pequeña no sabemos su altura total, debido a que fue muy transformada en obras realizadas en los años 80 del pasado siglo; en la actualidad tiene seis tapias menos que el muro norte de la torre grande (Figs. 43 y 44) y su última hilada está rehecha prácticamente en su totalidad.


Se conservan algunas saeteras cegadas en el muro oeste de la torre mayor (Fig. 47); las ventanas incluidas en posteriores reformas debieron destruir algunas saeteras en otros muros, aunque, posiblemente, se hayan conservado algunas jambas.

Las torres perdieron sus forjados originales. La suroeste está totalmente vaciada. En la oriental se construyeron, en los años 80, tres pisos, que se hallan inacabados. Ninguna de las torres tiene, actualmente, cubierta.

La situación de los forjados originales dejó una huella evidente: retranqueos interiores en los muros; estos escalones son útiles para dos cosas: por una parte, van disminuyendo la sección del muro con lo que supone de ahorro de material y de carga, por otra, sirven de apoyo a la estructura secundaria del forjado. Dichos retranqueos no se disponen de la misma manera en ambas torres.

En la torre grande, el escalón se construye en todo su perímetro interno; las vigas, como estructura primaria, tienen, lógicamente, la menor luz posible, es decir, la norte-sur; no se apoyan en el escalón sino que se enrasan con él mediante un cajeado; mientras que las vigas son escuadradas, las viguetas que han llegado hasta nosotros, como elemento conservado o como impronta, son rollizos que se apoyan en los escalones situados al este y al oeste y en las jácenas (Fig. 46). 

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