Además del suelo de la planta baja, podemos ver la huella de dos pisos intermedios.
Es posible que existiera un tercer piso que conserve sus improntas bajo los revestimientos que hoy existen.
Cada una de las plantas presenta un hueco en su esquina noreste: el de planta baja interpretamos como producto de las reformas llevadas a cabo para convertir las torres en vivienda; el correspondiente al primer piso pudo existir desde el principio o ser añadido después; en el segundo piso sí debió de existir desde su origen (con sucesivas variaciones) para posibilitar la comunicación entre los adarves.
En la torre pequeña no hay cajeados para alojar jácenas. Existen dos niveles de escalonamiento interior de los muros: en el inferior solo hay escalón en las paredes norte y sur que, en este caso, delimitan la longitud mayor y, por tanto, la más desfavorable; en el superior el escalón aparece en las cuatro paredes (Fig.48).
Después, los muros no conservan más altura.
Así, existen forjados homólogos en las dos torres, aunque sus niveles no coinciden: son más altos los correspondientes a la torre pequeña, apreciándose mayor diferencia en los forjados superiores.
Actualmente existe una escalera en la que predomina su tramo adosado al muro norte de la torre (Fig. 48), incoherente con el forjado que debió apoyar en ese mismo muro.
También podemos observar un poyo que se adosa al muro oeste (Fig. 50), coincidente con la ubicación del posible muro diafragmático.
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