Sigmund Freud Psicología de las masas y análisis del yo
En circunstancias excepcionales, surge en la colectividad el fenómeno del entusiasmo, el
cual ha capacitado a las multitudes para los actos más nobles y generosos.
Por lo que respecta a la producción intelectual, está, en cambio, demostrado, que las grandes creaciones del pensamiento, los descubrimientos capitales y
las soluciones decisivas de grandes problemas no son posibles sino al individuo aislado que labora en la soledad.
No obstante, también el alma colectiva es capaz de dar vida a creaciones
espirituales de un orden genial, como lo prueban, en primer lugar, el idioma, y después, los cantos populares, el folclore, etcétera. Habría además de precisarse cuánto deben el pensador y el poeta a los estímulos de la masa y si son realmente algo más que los perfeccionadores de una labor anímica en la que los demás han colaborado
simultáneamente.
En presencia de estas contradicciones aparentemente irreductibles parece que la labor dela psicología colectiva ha de resultar estéril. Sin embargo, no es difícil encontrar un camino lleno de esperanzas. Probablemente se ha confundido bajo la denominación genérica de «multitudes», a formaciones muy diversas, entre las cuales es necesario establecer una distinción. Los datos de Sigile, Le Bon y otros, se refieren a masas de existencia pasajera, constituidas rápidamente por la asociación de individuos movidos por un interés común, pero muy diferentes unos de otros. Es innegable que los caracteres de las masas revolucionarias, especialmente de las de la Revolución Francesa, han
influido en su descripción.
En cambio, las afirmaciones opuestas se derivan de la observación de aquellas otras masas estables o asociaciones permanentes, en las cuales pasan los hombres toda su vida y que toman cuerpo en las instituciones sociales. Las multitudes de la primera categoría son, con respecto a las de la segunda, lo que las olas breves, pero altas, a la inmensa superficie del mar.
Mc. Dougall, que en su libro «The Group Mind» (Cambridge, 1920), parte de la
misma contradicción antes señalada, la resuelve introduciendo el factor «organización».
En el caso más sencillo -dice- la masa (group) no posee organización ninguna o sólo una organización rudimentaria. A esta masa desorganizada, le da el nombre de «multitud» (crowd). Sin embargo, confiesa que ningún grupo humano puede llegar a formarse sin
un cierto comienzo de organización y que precisamente en estas masas simples y
rudimentarias es en las que más fácilmente pueden observarse algunos de los fenómenos
fundamentales de la psicología colectiva.
Para que los miembros accidentalmente reunidos de un grupo humano lleguen a
formar algo semejante a una masa, en el sentido psicológico de la palabra, es condición necesaria que entre los individuos exista algo común, que un mismo interés les enlace a un mismo objeto, que experimenten los mismos sentimientos en presencia de una situación dada y (por consiguiente, añadiría yo) que posean, en una cierta medida, la facultad de influir unos sobre otros («some degree of reciprocal influence between the members of the group»).
Cuanto más enérgica es esta homogeneidad mental, más fácilmente formarán los individuos una
masa psicológica y más evidentes serán las manifestaciones de un alma colectiva.
El fenómeno más singular y al mismo tiempo más importante de la formación de la masa consiste en la exaltación o intensificación de la emotividad en los individuos que
la integran.
Puede decirse -opina Mc. Dougall- que no existen otras condiciones en las
que los afectos humanos alcancen la intensidad a la que llegan en la multitud. Además, los individuos de una multitud experimentan una voluptuosa sensación al entregarse ilimitadamente a sus pasiones y fundirse en la masa perdiendo el sentimiento de su delimitación individual. Mc Dougall explica esta absorción del individuo por la masa atribuyéndola a lo que él denomina «el principio de la inducción directa de las emociones por medio de la reacción simpática primitiva>>
A. VILLENA :
En mi opinión podríamos estar asistiendo a la creación de un sentimiento muy favorable, a lo que Sigmund Freud denomina, respuesta de los individuos, como consecuencia de circunstancias excepcionales.
En este preciso momento, yo diría, que se están produciendo movimientos sociales puntuales en donde los resultados invitan a pensar, que algunas cosas es posible cambiarlas.
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Habrá que esperar, para saber si en España, país desarrollado, complejo y heterogéneo, en donde los haya.
Estos movimientos son capaces de dar un golpe de timón, a la moralidad pública.
Si esto es así, bienvenido sea.