PASADO

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LA SOBERBIA TIENE UNA HIJA Y ES LA INGRATITUD, (EL QUIJOTE)

domingo, 30 de abril de 2023

OCURRIO EN BARRIO GRAOS / AÑOS 50



Inocente y solidario:    (Historias de mi Pueblo)






Sucedió en el barrio Graos, y trata del acto espontáneo de un chico de unos 10 a 12  años, que corrige nada más y nada menos, que a todo un cura párroco llamado Conrado.

  La  historia la he oído unas cuantas veces por boca del protagonista, sin embargo,  como mi memoria deja mucho que desear, me faltarán nombres, sobre todo el del fallecido.

El protagonista fue alguien, que después formó parte de mi familia, al casarse con mi hermana mayor, por cierto ambos fallecidos.

LOS PINOS DE JULIO
En aquellos tiempos, un velatorio en un barrio y posterior entierro, era un acontecimiento de duelo y de liturgia católica, que reunía a gran parte de vecinos y por tanto los chicos también aparecían para curiosear, si bien, también guardando silencio, y escuchando los comentarios de los mayores, a lo sumo..
Aquella noche, tubo cierta notoriedad, las lamentaciones de la viuda, y no solo, por la pérdida de su esposo, sino también, porque ella deseaba, que la caja fuese llevado a hombros por familiares y amigos, desde el barrio hasta la iglesia (Unos 3 km), pero la última palabra la tenía el cura que había de oficiar la misa,  y en este caso había dicho, que preparasen un carro para él y el difunto.

 Este mi cuñado y algunos de sus amigos, escucharon lamentarse a la viuda por la decisión del cura.
 
 Como es natural, familia y amigos, se afanaron en buscar el carro para asearlo y componerlo, y tambien una caballería noble, con los mejores aparejos.
Sobre la media noche y acabada la faena, el carro quedo guardado en uno de los porchados sin portón, de los que solían tener las casas de los agricultores.
Mientras todo esto sucedía.  Enriquito Medina(Después cuñado mío), y sus amigos, ponían en marcha el plan para hacer desaparecer el carro.

En la siesta del día del entierro, prepararon junto al calderón del barrio Bartolos ( A unos 400 m. del sepelio), entre matorral y cañas, un espacio para ocultarlo, con la suerte de que nadie vio la maniobra ni el ocultamiento.

Un par de horas después, quienes habían de poner el carro en la puerta del difunto, iniciaron la faena y cuándo llegaron con la caballería al lugar donde debían engancharla,  comprobaron con sorpresa, que el carro había desaparecido.
Mientras se reponian de la situacion creada, llegó el cura, y le comunicaron la desaparicion del carro que tenían preparado.
 Con no buen humor, y dejando claro que quería saber quién lo había hecho. 
 La comitiva mortuoria con la caja a hombros de amigos y familiares, inicio la marcha, para regocijo de la viuda.

Un par de días después y a requerimiento del párroco, como decía, ya se  habia descubierto el ideólogo de la ocurrencia, cuestión delicada en aquellos tiempos.


 Mi pariente, como es natural, recibió la bronca y algo más, por parte de su padre y a los pocos dias fue citado por el párroco, para que le ofreciera una explicación.

 Según me contaba, cuando se vio solo dentro de la iglesia con el cura ( Por cierto de una talla considerable), le temblaban las piernas, y como buenamente pudo le explicó el motivo.

 El relato debió ser corto y lo tendría bien memorizado. 
Le dijo con voz temblorosa, que sus amigos y el habían escondido el carro, para como decía la viuda, su difunto esposo  fuese llevado en hombros, por amigos y familiares.
  Según me contaba, el cura se quedó mirándole sin decir nada unos minutos, él estaba  asustado, esperando algún castigo. Por fin me dijo, Medinilla, lo que hiciste está mal, y por esta vez te voy a perdonar, porque el gesto es noble y dios lo entenderá.
Después, metió su mano bajo la sotana, sacó un puñado de caramelos, y los puso en mí mano.

Fantástica historia.
 

  






 

viernes, 28 de abril de 2023

RECUERDOS DE MI PADRE:


Con el ordenador en  las rodillas y a la vez que la tele emite un programa de “Debate Político” , recorro con la mirada semidistraída  el entorno y desconecto del televisor, y un tanto descolocado me acomodo en el sillón, y entorno los ojos, al momento los recuerdos en blanco y negro me conectan al pasado, mi memoria se detiene en los veranos calurosos y en los descansos de adolescente acompañando a mi padre, en las labores agrícolas, mi padre semitumbado a la sombra de una centenaria encina, próximo al barrio Bartolos en el margen izquierdo de la cañada, dirección al río mundo,(Entre la Piedra del Tesoro y la parcela de Patrocinio) .

Esta recostado, liando uno de aquellos cigarros interminables.

Esto lo hacía, después que unos años antes pasara una grave pulmonía, y que el medico D. Joaquín le aconsejara que dejase el tabaco. 
 
Opto por una solución intermedia, continuar fumando y no tragar el humo.
Esta nueva relacion con el tabaco la transformo en una especie de liturgia, para así, evitar que el humo continuara afectando a sus maltrechos pulmones.

Hasta ponerse el cigarro en la boca, hacia un ejercicio de laboriosidad extraordinaria.

Sacaba la petaca y el librito, ponía el tabaco en la palma de la mano, y lo restregaba para molerlo, después cerrando la mano con el tabaco, extraía el papel con la otra y doblándolo en forma de canaleta semicircular, vertía el contenido y lo giraba formando el cigarro.
Por último, pasaba la lengua por la orilla del papel y quedaba preparado para liar.
Era una especie de ceremonia sosegada y de gran disfrute para él.  Lo encendía, después de llevarlo otros pocos minutos en la oreja o en los labios.

 Por último, y después de encendido, procuraba que el humo no pasase por su garganta ni por su nariz.

Despues, dandose la vuelta  bajo la sombra de la encina, aprovecha para limpiar la pala de la azada.
Son las once de la mañana a primeros de Julio, y el calor ya es sofocante.
Esta mañana ha tocado binar las hortalizas, tomates, melones, pimientos et.
También aprovecha para raspar el interior de las regueras en tierra, que al ser las encargadas de conducir el agua hasta los distintos cultivos, suelen tener algunas matas de hierba, en especial  verdolagas de crecimiento rápido.
Es curioso, cómo, a pesar que ya es verano, solo se quita la chaqueta cuando a de manejar la azada y en los descansos se la vuelve a echar por encima.
También lleva puesta camisa y camiseta de manga larga, habitual durante todo el año. Otra secuela de la grave enfermedad que padeció, decía con respecto a la salud, que el mejor medico de uno, es uno mismo.
A primera hora y hasta pasadas las ocho de la mañana, la niebla no ha dejado ver el sol, ahora las nubes están evolucionando en el horizonte especialmente, sobre la peña y el estrecho.
El pajarero las mira con cierta preocupación, sabe del peligro del granizo, y lo que podría suponer si dañara las hortalizas y demás cultivos.

En ese momento la María (Su señora y mi madre), después de coger algunos tomates de los primeros en madurar, recoge los restos del almuerzo, los pone en el canasto, y emprende el regreso por la senda que trascurre entre las tierras de Rafael el labrador ,y las parcelas de Alfredo y Juan pelea, llegando al almecinero del barrio de abajo, donde están haciendo guita y tomando la sombra Luis 
Leona y Manuel (Marido de la Anita).



El pajarero queda escuchando el canto de las cigarras, del soleado y caluroso día.

Por fin Manuel sale de la sombra de la encina y tras ojear la mula, ( la tiene atada en una pequeña terraza, próxima al bancal del Yerne).  Retorna a su trabajo. No sin antes echar un vistazo a la tormenta.

lunes, 24 de abril de 2023

EMBESTIDA MORTAL / ISSO 2.009








En este video, trato de explicar, la tremenda experiencia que viví, en las fiestas de Isso en 2009.

Tuve el triste privilegio de grabarlo, si bien fue de lejos.

Cuando fui a la puerta del ambulatorio de Isso,  sabía de la imposibilidad de hacer algo por su vida.  
.
 Al poco de estar en la puerta, y ya informado, de que se trataba del marido de una prima, llego su familia rota de dolor y de confusión.


En la foto, se puede observar, como el toro, le entra por su izquierda, mientras el estaba tratando de acomodarse bajo el remolque, el animal giro la embestida hacia el espacio que quedaba, entre el suelo, y el bajo del remolque, pinchandolo por la cabeza, que despues de destrozarsela contra el fondo del remolque (lleno de gente), lo arrastro uno o dos m.  Cuando lo solto, su cuerpo quedo inmóvil, augurando lo peor. 


sábado, 22 de abril de 2023

LOS DANZANTES DE ISSO / 5 DE 5


Portan entonce una romana para pesarlos pecados de los viandantes , culpas que deben redimir con dinero. En caso contrario son conducidos a la cárcel hasta que satisfacen la multa. Si no pagan, no salen. Incluso pueden ser expuestos al escarnio público y ser sacados a lomos de un burro y paseados por las calles del pueblo.
—En la misma localidad de Calasparra, Juan Pelotero , con la cara tiznada, reparte zurriagazos con una pelota de trapo atada a un palo a toda persona que no entrega una limosna para
las ánimas. Su frase era "Suelta o te doy".
—Esta figura se parece a los Calcaborras de Puebla de D. Fadrique (Granada), quienes el día 25 de diciembre, con trajes de colores y floridos gorros, cuelgan en el extremo de una ancha cinta de cuero una bolsa con lana; con ella golpean a los viandantes que no satisfacen una suma en pro de las ánimas. La figura del Calcaborras se reitera en Huéscar (Granada).
—Una variante del Calcaborras se encuentra en la localidad de Yeste (Albacete). Allí se les llama los Calentureros56 , quienes el día 28 de diciembre salían disfrazados y provistos de un látigo con el que fustigaban a todo niño que veían, tratando de arrebatarle una prenda. Para rescatar la ropa el niño debía entregar una módica suma de dinero que iba destinada a las ánimas benditas. El paralelismo y la reiteración del arquetipo del Nuevo Testamento, en la llamada Matanza de los Inocentes , es evidente y sin duda se trata de una antigua escenificación en la calle, como si se tratara de un auto sacramental cuya finalidad fuera catequética.
—En Lorca, el Tío Tiznao , disfrazado y con el rostro manchado de hollín, a su vez mancha con carboncillos las caras de los vecinos que se niegan a participar en la colecta callejera que él mismo realiz en b n ficio de las ánimas benditas.
—En Totana, en el valle del Guadalentín, un Inocente que adorna su cabeza con un sombrero de hojalata y con flores de papel, además de lucir pañuelos de colores, coloca barbas del rey Herodes a todo aquel que se niega a pagar en los bailes de pujas.
- Cerca de la capital murciana, en el pueblo de Espinardo, varios Inocentes, antes de la misa de la
mañana del día 28 de diciembre, vistiendo trajes y gorros multicolores, armados con escobas , se situaban en el atrio de la iglesia y demandaban limosnas para las ánimas. Si el devoto que acudía a la misa no colaboraba en la colecta, recibía varios escobazos; si entregaba una limosna, gentilmente le barrían el suelo por donde caminaba hasta que se adentraba en el templo. Luego, los Inocentes recorrían las calles de la localidad con semejante intención.
Por la tarde, los Inocentes organizaban el baile de pujas, también denominado Baile de Inocentes o Baile de Animas. Uno de los Inocentes, con su escoba, en la mano se sitúa en el centro de la plaza de la iglesia, en cuyo perímetro se ha situado la población de cualquier estado y condición y declara que se inicia la puja para "romper el baile", es decir, para ver qué mozo es el primero en salir a bailar. Se inicia entonces la pugna de las contrapujas57 . Las sumas recaudadas con este sistema, en el que se solicita bailar con una moza, o bien oponerse a ello, iban destinadas al sufragio de las ánimas benditas. Allí no se dirimía únicamente, como bien apunta Rex Planes , el poder económico de los mozos , sino el honor masculino y el prestigio del individuo. Los asistentes comprobaban su valentía
y su biz rría, viendo si era capaz de sostener la puja de un contrincante o si bien era capaz de "romper el baile" del mozo rival con sus propios recursos o incluso con la alianza de sus amigos y familiares y parientes cercanos. Las chicas y mozas asumían un papel de comparsa y pasaban de unos brazos a otros, según fuera la fuerza de los postores en la puja. De todos modos, pese a las tensiones que se generaban entre jóvenes rivales o enemistados , todo solía concluir en paz y las insolencias o descaros eran perdonados, porque se consideraba que se habían producido dentro del ámbito de las llamadas inocentadas. En verdad eran duelos ritualizados y tutelados por los Inocentes, acaso alegoría o
hierofanía de las ánimas benditas. Por otra parte, en estos bailes estaban permitidas ciertas licencias y los chicos-as se conocían, intercambiaban miradas y palabras e incluso establecían relaciones de noviazgo. Es decir, gracias a la ánimas del purgatorio y a los antepasados se generaban flujos de vida.
De modo semejante, en una pedanía de la capital de Murcia, en Nonduermas, el día 28 de diciembre, aparecían los Barredores (también los hubo en Puebla de Mula), adornados sus ropajes con motivos florales, cubiertos los rostros con caretas y armados con cepillos y escobas. Eran capaces de inundar el portal de las viviendas de basuras , pajas , restos vegetales de hojas caídas e inmundicias, si no colaborabas con una dádiva en beneficio de las ánimas. Si entregabas la limosna, por el contrario, te barrían y adecentaban el zaguán. El sonido incesante de las escobas en el pavimento o en tierra, siseante, llamaba enseguida la atención de los vecinos , quienes se apresuraban y se asomaban a las ventanas y puertas para comprobar si su convecino era pródigo en la generosidad o por el contrario era huraño y avaro.
En resumen, opinamos que estos Inocentes son diferentes a los Inocentes de la pobreza y de los Animeros. Los Inocentes castigadores cumplen una serie de peniten ias, pero al mismo tiempo y ac mbio,d mandan unas mon das para la salvación y redención de las ánimas benditas. Se presentan igualmente como castigadores escrupulosos e insobornables de todo aquel vecino que se manifiesta como tacaño, insolidario o escasamente comprometido con la tarea colectiva de proporcionar el descanso definitivo y celestial de los antepasados y familiares fallecidos. A diferencia de los
Animeros, recurren a una violencia ritualizada (pero real) , protestan , zahieren , se burlan, exigen. Al aplicar las inocentadas los Inocentes mostraban una imaginación portentosa. A cambio de dinero o limosnas para las ánimas organizaban los siguientes actos lúdicos:
—Robar misales en misa y obligar a una inocente "ladrona", arrodillada, a la cual previamente le habían escondido a hurtadillas el libro entre las sayas o faldas, a pagar una multa de desagravio en beneficio de las ánimas con el fin de evitar el escándalo en sociedad. El cura era consciente de esas inocentadas antes de iniciar la misa y participaba en la escenificación , lamentándose justo antes del inicio de la misma por la imposibilidad de comenzar el rito sagrado. Entonces los Inocentes atropellaban la ingenuidad de las chicas y "hallaban" lo robado. A cambio de una limosna para las ánimas, olvidaban el incidente.
—En Balsicas, aldea de Mazarrón, tras la misa de los Santos Inocentes se organizaba un ataque de rebuznos contra los incautos que alcanzaban en la calle. El primer rebuzno orquestado lo padecía y sufría con paciencia el cura párroco. Luego , la inocentada, recorría las calles y los Inocentes armados con tijeras de esquilar borregos, peines de almohazar asnos, herraduras, púas, tenazas y martillos, simulaban afeitar y herrar a los vecinos con los que se cruzaban, salvo que pagaran una limosna por las ánimas.
—Colocar sombreros grotescos, adornados con colores , cristales , cintas y lazos , a personas
extrañas o con las que se mantenían relacione no muy cordiales.
Los animeros, por el contrario, expresan una actitud radicalmente diferente: asumen su papel de penitentes en silencio, con humildad, sin recriminar, ni por gestos o por voces, el egoísmo del vecino que no ha querido contribuir en la misión comunitaria de proporcionar a las ánimas el consuelo de una misa, el alivio de una oración o el rescate por limosna de su estancia pasajera en el Purgatorio. Son sufridores de los agravios ajenos; nunca los provocan ni zahieren al prójimo.

Lo estrafalario del aspecto de los Inocentes creemos que se puede explicar por un sentido profiláctico. Veamos. Los Inocentes vestidos como harapientos en realidad están camuflando su presencia y su actividad; además de atemorizar a los convecinos. ¿Por qué? Porque son emisarios, mensajeros, de las ánimas benditas y como tales heraldos llevan una misión que se les ha encomendado desde la Iglesia pero también desde el inframundo: recolectar dinero para sufragar misas con las cuales sacarles del Purgatorio. Del mismo modo, los llamativos colores de sus trajes, las cintas de colores en los gorros, los cristales y las láminas de metal sobre todo, son elementos que rechazan o reflejan las malas miradas, el aojamiento, de los poderes infernales. Ellos, los Inocentes, se muestran valientes porque postulan y son abogados de las ánimas del Purgatorio. Mas están asumiendo un riesgo, porque como Orfeo, Odiseo, Inanna, o cualquier otro personaje mitológico que desciende a las tinieblas del Averno, los Inocentes requieren una protección para que los ojos de la muerte, o bien no se percaten de su presencia (malos atuendos, pobreza, insignificancia de un mendigo... ) o si advierten las intenciones del Inocente que, al menos, reparen ant s n los fútiles abalorios luminosos por el color (si son cintas) o llamativamente reflectantes por la superficie (si es un cristal o metal). Perseo vence así a la Medusa y rescata a su amada Andrómeda atada a una roca; los Inocentes vencen a los posibles custodios del Purgatorio y rescatan a las ánimas. Por esta razón pueden quedar impregnados de la saliva del Diablo y usan, para evitarlo, elementos absurdos: telas de colores, trajes muy vistosos (o muy mimetizables en la miseria de la tierra), cristales... Todo cuanto desvíe la atención del Maligno es apto para alcanzar éxito en su misión.
6.2. Los Aguinalderos o Aguilanderos.
Los Aguilanderos u hombres jóvenes que recorrían las calles demandando el aguinaldo de Navidad, se acompañaban de instrumentos y de música alegre: zambombas, panderetas, guitarras, platillos, castañuelas, botellas de anís, latas viejas, cañas rajadas,... El día 25 de diciembre, a cambio de una pequeña representación musical o de un villancico previamente ensayado, recibían de las casas que visitaban comida y bebida festiva; dulces, higos , nueces , almendras, tortas de miel , toñas de Navidad, cascaruja, licor de café, mistela, zurracapote... Siempre destacaron por su actividad las de las aldeas de La Graya y Góntar, ambas de Yeste.
La figura principal de estos grupos itinerantes era la del mayordomo, quien dirigía a la cuadrilla de unas diez o quince personas y determinaba la ruta a desarrollar58 . Luego estaba el mochilero, el encargado de guardar lo recogido en una cesta o en las albardas de la mula y de custodiarlo hasta el posterior reparto y el consumo de los alimentos. El trovador o guión era el que iniciaba con decoro el canto del villancico, mientras que el resto

58 Para la provincia de Albacete consultar: GARCÍA LANCIANO, J. (Coord.): II Encuentro de aguilanderos y baile de cuadrillas (Socovos, 2000), Alba ete, 2001.

de los integrantes tocaban los instrumento y respondían a coro. Nunca se recibía dinero en esta actividad ni se reclamaba.
Pero la crítica social no estaba ausente del todo, como ocurría con los animeros:
"Aquí se queda el mochilero; dadle si le queréis dar que nosotros nos vamos casa del vecino a cantar".
O bien, advirtiendo que se quería comer bien y festivamente:
"El aguilando pedimos, no pedimos cañamones; pedimos toñas de Pascua con almendras y piñones".
O bien, aumentando la intensidad:
"Por la escalera baja quien nos trae el aguinaldo; se le antoja que es mucho y lo viene repiscando".
La amenaza o el aojamiento no estaban excluidos para los que se mostraban avaros o poco proclives a participar en la eclosión de la luz creciente a partir del solsticio de invierno y de la creciente alegría por ello:
"El aguinaldo te pido. Si no me lo quieres dar, ojalá se te seque el panizo en el bancal"
O bien:
"Si no me das el aguilando, aunque sea una cebolla, permita Dios que mañana te arribe el gato la olla".
En efecto, todo aquel que voluntariament no deseaba participar de la generosidad colectiva y del fluir de los bienes, aunque fuera con una miserable cebolla o una cabeza de ajo, era merecedor del aislamiento, de la desgracia, porque no compartía.
Así también el aguinaldero transmite la posibilidad de la regeneración de la vida desde el comienzo del año. Si el fluir de la abundancia entre los vecinos es incesante, los presagios de salud y de prosperidad serán favorables durante todas las estaciones siguientes. El vecino que no coparticipa en esta exaltación de la prodigalidad y en la promoción de la generosidad, es criticado, censurado y motejado en público.
En la aldea de Huebras (Nerpio), García Lanciano recogió varias coplas que cantaban los aguinalderos y que inciden en los asuntos tratados. Veamos algunos casos:
"La Pascua se va y se viene, ella se viene y se va, y nosotros nos iremos y no volveremos más".
"Todos los años venimos, a cantar por este tiempo, a darle la bienvenida al divino nacimiento".
Al concluir la singladura por las aldeas, los jóvenes aguinalderos se retiraban con sus presentes hasta la casa de uno de ellos y celebraban una buena cena o comida, de la cual no estaba excluido nadie de la aldea que quisiera sumarse al condumio. Esto puede indicar también cierta tendencia hacia la socialización de la comida.
En principio parece existir una diferencia con los Inocentes y es que los Aguinalderos festejan públicamente el inicio del año y desean promover la riqueza, la alegría, la prosperidad. Para ello transmiten de puerta a puerta de casa en casa el inicio jubiloso del año.
En efecto, el hecho de recoger los producto nacidos de la economía y fecundidad local, de hacerlos circular por el entorno de las aldeas y por las calles y de gozarse con ellos, es posible observarlo desde una óptica genésica. El Nacimiento de Cristo no era posible festejarlo con tristeza o con ayunos; era preciso permanecer alegres. Consumir felizmente los alimentos festivos era una manera de coparticipar en la ofrenda de los reyes Magos, de comunicar al Niño Jesús todos los bienes humanos, compartir con El la prosperidad, el júbilo y la esperanza de un futuro prometedor.
La siguiente estrofa que entonaban en la aldea de Caprés (Fortuna) es ilustrativa de ello y delata la estrecha vinculación entre lo sagrado y lo festivo, entre la hierofanía y la felicidad humana:
"Saca el aguilando estrella, lucero del claro día: una noche como esta parió la Virgen María".
En la misma aldea de Caprés se destacaba la función religiosa, piadosa, de los aguilanderos. Evitaban así toda sospecha de beneficio propio: "Los pastores de B lén todos juntos van por leña, para calentar al Niño que nació en Nochebuena".
6.3. ¿Animeros vs aguilanderos?
No había en ningún momento una radical oposición entre los tres grupos que hemos mencionado, porque cada uno de ellos ejecutaba una labor diferente, mas complementaria en el seno de la sociedad rural. Se cruzaban incluso en las mismas calles y coincidían a veces en la misma jornada, pero no se producía rivalidad alguna. Tampoco se producía crítica por parte de los vecinos si fulano o mengano era visto en uno o en otro grupo, en diferentes momentos , ya fuera entre los menesterosos que demandaban alimentos básicos con su mutismo y gesticulación, o si deambulaba en tropel con otros jóvenes solicitando comida y bebida festivas, con toda la alegría que se transmitían entre ellos, bromeando, comiendo en común. Con frecuencia ocurría que determinadas cuadrillas de aguinalderos también recogían limosnas para la iglesia o las ánimas benditas.
Un cuadro sinóptico nos permite entender las diferencias y semejanzas , advirtiendo de las posibles interconexiones de funciones:

7.- LA EXCLUSION DE LA MUJER Y [A TUTELA DEL CLERO.
Un dato etnográfico importante fue la exclusión de la mujer de los grupos de animeros y de aguilanderos. Era una actividad eminentemente masculina. Y no había razones o argumentos racionales. Cuando le preguntábamos a los ancianos, la respuesta era que la tradición era esa y que con eso bastaba.
Por otra parte, la estrecha vinculación de estas cuadrillas de varones con la iglesia es evidente, ya fueran animeros o auroros. Es cierto que su organización es autónoma y que surge casi espontáneamente, como una iniciativa necesaria de entre los vecinos laicos. Pero la intención por la cual se demanda y se recolectan limosnas es religiosa: el rescate de las ánimas benditas del Purgatorio por medio de oraciones , penitencias y dádivas. Además , parte de lo recaudado en pujas, subastas y peticiones , iba destinado también al sostenimiento del culto católico en las ermitas y parroquias. Hablar de los animeros, aguinalderos o auroros , sin hacer referencia al clero , es mostrar una realidad incompleta59 . Los propios estandartes de vírgenes y santos que portaban como enseña las cuadrillas de animeros, les vinculaban a una advocación determinada y a la difusión de ciertos cultos, imágenes marianas y santos. Sin duda, la existencia de cuadrillas y hermandades constituyó una expresión popular de la religiosidad o de la misma religión; pero tal manifestación ha estado siempre tutelada por la Iglesia, entendida como institución, ya sea a una distancia prudente y casi desapercibida, ya sea codo con codo. En cualquier caso, la misión catequética de estas cuadrillas , popular o primaria si se desea, no debe ser desestimada.
Es verdad que el ancestral miedo a los espíritus , ancestros y difuntos está presente en nuestra médula como especie. Pero cristianizar ese temor atávico, otorgarle una trascendencia liberadora del miedo, fue tarea de la Iglesia; y para ello recurrió a los medios y grupos humanos que tuviera a su alcance.

Y si se catequizaba a la población, se propiciaba la meditación, se mostraba el esplendor de la fe, se propagaba la doctrina católica, se sostenía una labor asistencial, además de obtener unos recursos para sostener el culto oficial y mantener la piedad popular, el éxito era completo. Aunque luego el propio clero y los ministros ilustrados, así como los corregidores, como advierten Flores Arroyuelo Manuel Luna, limitaran la autonomía de


estas cofradías y hermandades, evitando los excesos (ruidos y molestias en el seno de las ciudades; mendicidad; extorsión al exigir limosnas;.. .), limando los aspectos más populares , corrigiendo las desviaciones respecto a la ortodoxia.
Por otra parte , los temores atávicos a la condenación seguían presentes. En Vélez Rubio (Almería), según nos cuenta Manuel Luna60 , existía la creencia de que todo Mayordomo de animeros que sustrajera o hurtara parte del dinero recolectado con destino a las ánimas benditas del Purgatorio, sufriría un castigo espantoso. Pero en verdad se elegía como mayordomo a personas de edad, responsables , de vida piadosa o, al menos, devota.
En unas ocasiones los resultados serán espectaculares. Nos referimos , por ejemplo, a los desfiles bíblicos procesionales de Puente Geni161 y de Lorca62 , surgidos a partir de las cofradías pasionales. En otros casos, como el de estas modestas cuadrillas de animeros y aguilanderos, adaptadas a una economía de subsistencia, el éxito radicaba en la propia pervivencia y en la aceptación de las gentes humildes de dicho fenómeno. Exito incuestionable, porque además de promover la piedad por los familiares difuntos, generaba unos flujos de generosidad, de solidaridad y de concordia nada desdeñables en el medio rural español, en una articulación del tejido social sumamente interesante.
Al margen de ambos asuntos, se plantea el origen histórico de estas cuadrillas. Probablemente, estas expresiones de las cuadrillas haya que insertarlas al menos en el siglo XV, de donde proceden también, como sugiere Domingo Munuera63 , diversas escenificaciones teatrales de raigambre medieval, como los autos religiosos, las tamboradas, los picaos, los empalaos, y toda suerte de disciplinantes. Flores Arroyuelo , por su parte, relaciona estas hermandades y cuadrillas con el mundo de los gremios y con las decisiones adoptadas en el Concilio de Trent064 . De todos modos, habrá que permanecer atentos a las próximas novedades editoriales de Manuel Luna sobre las vinculaciones de las cofradías y hermandades de animeros con la iglesia y a la próxima publicación de su tesis doctoral.

LOS DANZANTES DE ISSO / 4 DE 5





La persistencia de tradiciones islámicas, sin desestimar nunca las pervivencias del mundo germánico y godo en nuestra península, ya las hemos planteado en otros trabajos y casos concretos. Nos referimos a la costumbre de los kerkur o amontonamientos de piedras profilácticos ante
lugares de óbitos trágicos[1] ; o a la costumbre de las albórbolas, pronunciadas con la lengua y la garganta en ciertas fiestas y acontecimientos relacionados con los encierros de los toros o las celebraciones de las bodas, y que descubrimos por casualidad en Ayna, Liétor y Elche de la Sierra43 .
En efecto, poetas hispanomusulmanes, como Ben Sahl de Sevilla44 , citan esos lanzamientos rituales de piedras que acaban formando auténticos montículos y que, a su vez, recoge tradiciones expresadas en El Corán y que se reiteran en el valle de Mina, cerca de La Meca en las
estaciones de Yamarat45 . Según la tradición islámica, cuando Abraham deja a su esposa Sara y a su hijo Ismael en La Meca, apedrea a Satanás. Los musulmanes, igualmente, siguiendo el arquetipo de Abraham, apedrean a tres pilares, como alegoría de su renunci alas tentaciones d Satanás. Por ello, cuando los campesinos españoles depositaban piedrecitas en las cruces de
los caminos, en las tumbas o cenotafios de los fallecidos o en las encrucijadas de los caminos , en verdad estaban manteniendo viva una tradición islámica para erradicar presencias perniciosas de espíritus, genios o diablos. No "arrojaban" piedras porque a partir del XV sería gesto sospechoso de cristiano nuevo o de converso mal convencido; más sí "depositaban" los guijarros.
Las albórbolas son citadas, por su parte, en España por el poeta Ibn Quzman46 , en contextos bélicos.
Del mismo modo, hace unos años, cuando realizamos la carta arqueológica de Ayna, observamos47 que en varias de sus aldeas, en los muros encalados de las casas, aparecían unas manos plasmadas en el yeso. Pasaban casi desapercibidas y había que esperar con frecuencia, para verlas con nitidez, a que los huecorrelieves se manifestaran según los juegos que causaba la luz solar. Sin duda son herencia de las manos de Fátima48 del mundo islámico español. La mano de la hija de Mahoma era usada para atraer la buena suerte


43
JORDÁN MONTÉS, J. F. y INIESTA VILLANUEVA, J. A.: "Costumbres funerarias en la serranía de Albacete (Curso bajo del río Mundo y Sierra del Segura)" , Al-Basit, 39, Albacete, 1996. 317-345. JORDÁN MONTÉS , J. F. y PÉREZ BLESA, J.: "Albórbolas en los toros, kerkur en los caminos y teofagias lunares. Notas etnográficas en Ayna, Liétor y Elche de la Sierra", Al-Basit, 49, Albacete, 2005. 207-256.
44 BEN SAHL: Poemas, Selección, traducción e introducción de Teresa Garula, Poesía Hiperión, Madrid, 1983. Pág. 145.
45
La tradición de arrojar piedras a Satán está reflejada igualmente por el extraordinario IBN BATTUTA: A través del Islam, Introducción, traducción y notas de Serafín Fanjul y Federico Arbós, Alianza Universidad, 1987. Pp. 114 y 121. 46 IBN QUZMAN: El cancionero hispanoárabe, ed. de Corriente Córdoba, Madrid, 1984. Zéjel 9, estrofa 24. Cancionero andalusí, Poesía Hiperión, Madrid, 1989.
47
En esta ocasión quien nos hizo reparar en el asunto fue el director del Museo Etnográfico de Ayna, D. Jesús Moreno González, quien ha realizado una encomiable labor de recogida del material etnológico en ese sector del río Mundo. Cuando estuvimos realizando la carta arqueológica del municipio de Ayna, nos mostró varias casas de aldeas próximas donde se encontraban esas manos impresas en las paredes , casi a la altura de los aleros; nunca en las puertas. Es posible que nos hallemos ante un temor atávico a posibles represalias inquisitoriales o religiosas y que por ello quedara en la memoria del colectivo humano rural la necesidad de colocar las improntas de las palmas de las manos en lugares visibles, en alto, cerca de los tejados, pero no destacados o perceptibles para ojos xcesivamente curiosos.
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Sobre las manos de Fátima: PROBST-BIRABEN, J. H., "La main de Fatma et ses antécédents symboliques",



[1] COLA ALBERICH, J.: op. Cit. Pág. 46.pero t mbién para erradicar enferm d des y contener el mal de ojo, además de representar cada uno de sus dedos una de las obligaciones básicas del buen musulmán. Y curiosamente el área de distribución de esas manos de Fátima españolas coincide con el área de dispersión de las albórbolas. En suma, dos elementos etnográficos , dos reliquias posiblemente islámicas , halladas en el mismo río, en el Mundo.
De todos modos, la pervivencia de elementos islámicos en el pensamiento cristiano de la península Ibérica, incluyendo hasta la mística[1] , está ampliamente atestiguada.
6.- Los DANZANTES DE Isso EN UNIVERSO DL LAS CUADRILLAS.
Como ya hemos indicado , por las fechas en las que salían a la calle los animeros en general, o los Danzantes de Isso en particular, también aparecían en las calles y aldeas otros grupos de hombres: Inocentes, Aguinalderos... , cuyas diferencias, a veces sutiles, eran evidentes y cuyas funciones o cometidos sociales y económicos también variaban.
6.1. Los Inocentes.
A.- Los Inocentes como pobres y menesterosos.
BOLOS, CARRETERA DE ELCHE

El día 28 de diciembre era una jornada en la que las gentes de Isso y de las aldeas del Alto Segura en general consideraban que se debían compartir los bienes dentro de las pequeñas comunidades campesinas. Pero únicamente debían acceder a ese reparto de caridad, los jóvenes pobres, los jornaleros que carecían de tierras propias, los habitantes de casas troglodíticas. A ellos les era lícito salir en tropel
Danzantes de Isso Años 50
y en pequeños grupos a la calle en busca de algo de comida que la fortuna les negaba con la asiduidad necesaria para evitar la amenaza del hambre.
Eran, en efecto, los mozos sobre todo quienes, armados con agujas de metal para coser esparto o almireces, recorrían las calles de las diferentes aldeas del Alto Segura reclamando entre sus convecinos algunos alimentos esenciales. Sus instrumentos característicos no eran los fúnebres tambores de los animeros o las vibrantes y alegres guitarras de los aguinalderos, sino un almirez de picar ajo o de triturar azafrán o almendras, y también un garfio.
Todos los vecinos se consideraban obligados a participar en ese reparto de caridad de víveres. A su vez, la petición de comida por parte de los Inocentes se debía realizar sin pronunciar una sola palabra; únicamente a los demandantes les estaba permitido murmurar, emitir sonidos guturales o gesticular ostentosamente el garfio, para indicar que precisaban comida o que era en aquel artilugio donde debía ser ensartada. "Debía ir mudo". El anfitrión visitado , que "entregaba siempre la voluntad" ,


Revue Anthropologique, XLIII, 1933.370-375. Pero la mano de Fátima puede ser también un símbolo judío, ya que en el mundo de Israel se dispone de la mano de Hamsa (cada dedo sería cada libro de la Torá), a su vez con precedentes en el mundo púnico. Si remontamos el símbolo lo podemos hallar incluso en el arte del Paleolítico Superior, en concreto en las cuevas de Altamira.



[1] ASÍN PALACIOS, M.: Mística cristi na y mística musulmana, Hiperión, Madrid, 1991.jamás h ría hablar al que se le pres nt ba a la puerta de su casa y se convidaba, "para no hacerle pecar" , decían los ancianos entrevistados.
La demanda de comida era posible que adquiriera tintes de broma o de trampa. Así, se admitía "sin disgusto por parte de los vecinos" , que los jóvenes penetraran ese día en las casas , a hurtadillas, y que "robaran" las ollas y los pucheros que contenían las comidas y que se mantenían calientes en el fuego de la chimenea. Pero insistimos en el detalle fundamental. Únicamente era permitido actuar de esa guisa a los jóvenes de reconocida y sabida pobreza. De este modo, los vecinos de las aldeas de montaña aceptaban de buen grado, sin ofenderse, los hurtos de necesidad. La solidaridad rural era tejida así, sin resquemores para los que ofrecían y sin ser ofendidos los menesterosos , en un ambiente de equilibrio social.

Espectacular cúmulo / Visto desde Isso (La placeta)
A veces ocurría, empero, que algunos vecinos, más por broma que por evitar la entrega de la comida, colocaban ollas a la vista, fáciles de sisar, pero con vegetales o restos no comestibles: huesos mondos, zompos de maíz ya desgranados y resecos, nabos y rábanos crudos de difícil digestión,... Pero era evidente que comprobado el contenido de los pucheros por parte de los asaltantes, el inicial error se podía remediar, y elegían entonces la perola con la comida verdadera, generalmente el pavo. Nunca se producía la condena social por esos robos de comida.
En la villa de Yeste, en pleno corazón de la serranía50 , el día 27 de diciembre, la víspera de los Santos Inocentes, era admisible coger las burras o los burros de los dueños , a escondidas , y con ellas recorrer los caseríos y las casas de los vecinos, demandando alimentos dulces, como m ntecados, o licor s también dulces, como la mistela. Si el vecino visitado no abría la puerta de su hogar, es decir, si no compartía lo suyo, sabía que le aguardaba alguna broma. Al cabo del errático itinerario, las burras eran devueltas, pero depositadas en cuadras ajenas a las suyas, con lo que se incrementaba la confusión en el vecindario y la pasajera alarma entre los amos de los animales, que habían pasado todo el día buscando el paradero de su animal de carga y tir051 , animal realmente imprescindible en la economía agropecuaria.
Este último dato es extraordinariamente interesante en lo poco que sabemos e intuimos que encierra un valor antropológico muy superior a la mera anécdota. Sabemos que en algunos pueblos de Madagascar, como los bara, hasta mediados del siglo XX al menos se mantuvo una costumbre ancestral descrita por Max-Pol Fouchet52 . Según la descripción de este escritor y periodista francés, era legítimo robar rebaños enteros de bueyes a los vecinos e incluso a los familiares. El robo de las reses no implicaba, necesariamente, ser considerado como un cuatrero, sino que en verdad se pensaba que actuaban por el siguiente motivo:
"para honrar a los muertos . ) , para asegurarse el favor de los antepasados, es decir, para asegurar la existencia terrestre de la propia familia, que perecería si llegara a carecer de ese favor. Los antepasados, ya lo sabe usted, son grandes consumidores de bueyes. Su benevolencia es proporcional a los sacrificios que le son rendidos" (pág. 176).
Había también otros asuntos que se dirimían en Madagascar: las jóvenes parejas sólo se podían casar si realizaban acopio de almenos diez re es para iniciar su nu v vida. El joven bara que no se mostraba capaz de conseguir animales ajenos, era despreciado por las jóvenes y acababa considerado como un desprotegido por las divinidades, por los antepasados y, en la práctica, excluido del tejido social y se le priva de alma "puesto que la familia es el alma. Continúa viviendo, cierto es, pero como un muerto en vida ( . . .). El bara no muere precisamente cuando su corazón deja de latir" (pág. 177).
Es evidente la distancia espacial y cultural de ambos mundos, pero hay rasgos que son comunes:
—La preocupación por atraerse el favor de los ancestros o ánimas benditas y el interés de prodigarles todo tipo de atenciones.
—La necesidad comunal y social de compartir, aunque sea ritualmente y a la fuerza, lo que se podría considerar en general por todos los miembros de una comunidad y en particular por los más desfavorecidos por la fortuna, un exceso de bienes.
—El derecho legítimo de los más desfavorecidos a obtener ese exceso derramado por los más afortunados.
—La no consideración de latrocinio al hurto temporal o permanente de los animales de ganado propiedad de vecinos y aún de familiares.
—Los afortunados desposeídos podían, a su vez, ritualmente , "perseguir" a los depredadores, "proteger" sus bienes y hasta negociar la devolución de parte de lo expoliado.
Aquí, en España, la costumbre está disimulada por la fecha elegida, el 28 de diciembre, jornada en la que se permiten ciertas licencias, hasta jocosas y molestas, sin que los perjudicados puedan considerarse ofendidos o agraviados.
Pero este es un asunto que merece un mejor tratamiento por parte de otros especialistas en la materia.
Lo que importaba, en definitiva en España, es que en ese ambiente "todo pas ba inocentemente" , como si los protagonistas, en verdad, estuvieran escenificando un pasaje del Nuevo Testamento, el de la muerte de los Inocentes o el del reparto de bienes entre las primeras comunidades de cristianos en la antigua Roma. Nadie deseaba ser un Herodes expoliador de sus víctimas, que se negaba a participar en el gozoso evento del Nacimiento de Jesús. Por ello , los vecinos consentían en ser esquilmados en sus comidas por ese día, y los jóvenes que atravesaban penurias debían actuar como niños muy pequeños: sin hablar, solo gimiendo, solicitando alimentos básicos para su subsistencia. Luego, huidos tras un tapia o al solaz de un ribazo de bancal, degustaban la comida hurtada o recibida.
Dinero también se podía pedir prestado. Mas si el incauto que cedía una suma determinada, generalmente baja, no reparaba en el día que se encontraba, el beneficiado de la broma o de la petición de una moneda, no tenía la obligación moral de devolver lo que había conseguido mediante su pregunta "¿Me prestas una moneda?". Pero, como nos relataban los campesinos, el dinero se solía devolver al "Inocente" porque "había mucha necesidad" , incluso para los que prestaban o redistribuían la exigua riqueza dentro de la aldea.
La frase de agradecimiento que se decía a los que ofrecían las viandas o a los que aparentemente se despistaban en su custodia, es bien significativa: "Los santos inocentes te lo paguen". Es decir, como las oraciones o las penitencias realizadas a favor de las ánimas: no era posible que los vecinos generosos con su despensa percibieran bienes materiales en compensación por su desprendimiento; mas si era seguro que recibirían su recompensa en el Cielo.
Esta redistribución de la riqueza de los alimentos se encontraba también en la matanza del cerdo. Los hijos cuyos padres no podían sacrificar un animal porque su pobreza era evidente, recibían de los amiguitos que ensus cas s sí e había producido una matanza del marrano, clavadas en almaraces o agujas, diversas viandas y grasas del animal.
Es evidente que la festividad de los Santos Inocentes, inserta en el calendario católico el día 28 de diciembre, y la actividad de estos grupos de Inocentes, deriva del mundo evangélico. La matanza de los llamados Santos Inocentes , recogida únicamente por Mateo , es situada en Belén y atribuida al déspota Herodes. Lo que se pretende en ese día es liberar tensiones y facilitar la eclosión de ciertas chanzas y bromas ritualizadas y admitidas socialmente. Pero la actividad petitoria de los Inocentes en las "Inocentás" admite a la vez la contemplación del fenómeno desde una perspectiva complementaria, de tipo social, no recaudatoria, sino postulante para el mismo grupo social marginado, pobre o sin tierras de las cuales sustentarse.
B.- Los Inocentes como burladores y castigadores.
De todos modos, la existencia de estas cuadrillas de Inocentes recogidas en el Alto Segura, no debe confundirse con la presencia del Inocente o de los Inocentes, una figura alegórica, propia también de las fechas de Navidad, y cuya misión era petitoria. Su indumentaria podía adoptar una doble faceta. O bien se mostraban con ropa vieja y raída y calzaban zapatos cochambrosos y con las suelas despegadas o bien, por el contrario, podían aparecer con trajes multicolores, pañuelos vistosos y gorros adornados con cintas de amplio cromatismo y hasta con espejos.

Manuel Lun realiza un amplio catálogo d sus actividades53 y con acierto plantea la posibilidad de ciertos vínculos con figuras carnavalescas , además de otorgarles un protagonismo cierto en los bailes de pujas. Igualmente Demetrio Brisset expone otros casos semejantes en Andalucía Orienta154 . De todos modos es necesario consultar una fuente más antigua, como la de Rex Planes55 . Extraemos una breve síntesis de sus aportaciones para conocer el significado de estos Inocentes y establecemos al final unas conclusiones personales:
—En Jumilla, durante la Navidad, el Tío del Higui paseaba por las calles y proponía a los viandantes, en especial a los niños, a que se atrevieran a comerse un higo que él llevaba clavado en el extremo de una caña o palo. El carácter sexual de esta provocación nos parece evidente.
—En Calasparra, a orillas del Segura, una pareja de Inocentes, disfrazados con ropas viejas y con el rostro tiznado de negro o con almagre, llevan una pluma y un libro, donde se supone anotan y registran el nombre y la cantidad de los vecinos que contribuyen solidariamente al rescate de almas en pena, pero a la vez las denuncias sin fuste que imponen a los ciudadanos con los que se cruzan en la calle y no colaboran en tan santa misión. Incluso les muestran una llave , supuestamente de la cárcel , y les amenazan con la prisión si no satisfacen la multa que acaban de recibir.
—En Orce (Granada) , el día 28 de diciembre , los Inocentes llegan a asumir fugazmente el poder temporal en la localidad y se apoderan de la alcaldía, de la parroquia y de los juzgados.


53                  LUNA SAMPERIO, M.: "Sistemas y tipos de cofradías: cuadrillas y hermandades de ánimas en Murcia, Albacete y Andalucía Oriental" , Grupos para el ritual festivo, Editora Regional, Murcia, 1987. Pp. 199 ss.
54                  BRISSET, Demetrio: "Fiestas y cofradías de Inocentes y ánimas en Granada" , Grupos para el ritual festivo, Editora Regional, Murcia, 1987. 211-219.
55                  REX PLANES , N.: La huerta que yo viví, Murcia, 1970. En concreto pp. 30-33. Un artículo más reciente que lo cita y comenta ampliamente en: GARCÍA MARTÍNEZ, T. y LUJÁN ORTEGA, M.: "La fiesta de los Santos Inocentes en la huerta de Murcia" , Revista de Folklore, no 320, Fundación Joaquín Díaz, caja España, 2007. 42-48.