Muchas familias emigraron al completo y en otras, los jóvenes nos marchábamos y los mayores se quedaban, algunos de estos jóvenes entre los que me encuentro, alternamos nuestro trabajo lejos y el contacto, semanal o mensual con nuestras raíces, esta situación sin duda alivio la vida en el pueblo, pues por una parte, quedaba menos competencia para el poco trabajo que había, por otra, lo que ganábamos lo retornamos a casa.
Fue una década donde los sueños democráticos, especialmente los de la generación que perdió la guerra, se volvieron a hacer realidad 40 años después.
Mención especial para aquella generación que era quien de verdad lo merecía.
Creo, que los que nacimos bajo la sombra de la dictadura, apenas luchamos por las libertades, especialmente en los pueblos, pues nuestros mayores que habían vivido el horror de la confrontación,se cuidaron mucho de mantenernos prohibido hablar de política.
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