Desde un punto de vista emocional, todo
lo que una persona no se da a sí misma, lo busca en su relación con los demás:
afecto, confianza, reconocimiento.
Es hora de reconocerlo: por lo general
somos una sociedad de "eruditos racionales" y " analfabetos
emocionales". No nos han enseñado a expresar con palabras el torbellino de
emociones, sentimientos y estados de ánimo que deambulan por nuestro interior, esta ignorancia nos lleva a marginar lo que nos ocurre por dentro, sufriendo
sus consecuencias.
"Los demás no nos dan ni nos quitan
nada, tan sólo son espejos, que nos muestran lo que tenemos y lo que nos
falta" .
Debido a nuestra falta de conocimiento y
entrenamiento en inteligencia emocional, solemos reaccionar o reprimirnos
instintivamente cada vez que nos enfrentamos a la adversidad.
Apenas nos damos espacio para comprender lo que ha sucedido y de qué manera podemos canalizar de forma constructiva lo que sentimos.
De ahí, que nos convirtamos en víctimas y verdugos de nuestro dolor, el cual intensificamos, al volver a pensar en lo sucedido.
En eso consiste vivir inconscientemente, en no darnos cuenta de que somos cocreadores de nuestro sufrimiento.
Apenas nos damos espacio para comprender lo que ha sucedido y de qué manera podemos canalizar de forma constructiva lo que sentimos.
De ahí, que nos convirtamos en víctimas y verdugos de nuestro dolor, el cual intensificamos, al volver a pensar en lo sucedido.
En eso consiste vivir inconscientemente, en no darnos cuenta de que somos cocreadores de nuestro sufrimiento.
Por el camino, las heridas provocadas por
esta guerra interna, nos dejan un poso de miedos, angustias y carencias.
La experiencia del malestar facilita, que nos creamos una de las grandes mentiras que preconiza este sistema, que nuestro bienestar y nuestra felicidad dependen de algo externo como el dinero, el poder, la belleza, la fama, el éxito, el sexo...
La experiencia del malestar facilita, que nos creamos una de las grandes mentiras que preconiza este sistema, que nuestro bienestar y nuestra felicidad dependen de algo externo como el dinero, el poder, la belleza, la fama, el éxito, el sexo...
ROTOS POR DENTRO
"Sólo si me siento valioso por ser
como soy, puedo aceptarme, puedo ser auténtico" (Jorge Bucay)
Bajo el embrujo de esta falsa creencia y
de forma inconsciente, vivimos como si trabajar en pos de lo de fuera, fuese más
importante que cuidar y atender lo de dentro.
Priorizamos el "cómo nos
ven", al "cómo nos sentimos" y no sólo eso, este condicionamiento, también nos mueve a utilizar mucho de lo que decimos y hacemos, para que los
demás nos conozcan, nos comprendan, nos acepten y nos quieran.
Así es como esperamos recuperar nuestra estabilidad emocional.
Así es como esperamos recuperar nuestra estabilidad emocional.
Pero la realidad demuestra, que siguiendo
esta estrategia, no solemos conseguirla y que en el empeño terminamos por
olvidarnos de nosotros mismos.
Por eso sufrimos al ir por la vida rotos por dentro, nos volvemos más vulnerables frente a nuestras circunstancias y mucho más influenciables por nuestro entorno familiar, social y profesional.
Lo que piensen los demás empieza a ser más importante, que lo que pensamos nosotros mismos.
Por eso sufrimos al ir por la vida rotos por dentro, nos volvemos más vulnerables frente a nuestras circunstancias y mucho más influenciables por nuestro entorno familiar, social y profesional.
Lo que piensen los demás empieza a ser más importante, que lo que pensamos nosotros mismos.
Al seguir desnudos por dentro, poco a
poco nos vestimos con las creencias y los valores de la mayoría y empezamos a
pensar y a actuar según las reglas, normas y convenciones que nos han sido
impuestas, a través de este "Pensamiento único" , es como se consolida
el estatus-quo, establecido por el sistema.
LA CARENCIA COMÚN ES INVISIBLE
"Uno es lo que ama, no lo que le
aman" (Charlie Kaufman)
A veces nos mostramos arrogantes y
prepotentes al ínter-actuar con otras personas, creyendo que esta actitud es un
síntoma de seguridad en nosotros mismos.
En cambio, cuando nos infravaloramos o nos despreciamos, pensamos justamente lo contrario.
Sin embargo, estas dos conductas opuestas representan las dos caras de una misma moneda: falta de autoestima.
Es nuestra carencia común y a pesar de ser devastadora, es prácticamente invisible.
En cambio, cuando nos infravaloramos o nos despreciamos, pensamos justamente lo contrario.
Sin embargo, estas dos conductas opuestas representan las dos caras de una misma moneda: falta de autoestima.
Es nuestra carencia común y a pesar de ser devastadora, es prácticamente invisible.
¿Qué es entonces la autoestima? Podría
definirse como "la manera en la que nos valoramos a nosotros mismos" y no se trata de sobre o subestimar-nos.
La verdadera autoestima nace al vernos y aceptarnos tal como somos.
La verdadera autoestima nace al vernos y aceptarnos tal como somos.
La falta de autoestima tiene graves
consecuencias, tanto en nuestra forma de interpretar y comprender el mundo, como
en nuestra manera de ser y de relacionarnos con los demás.
Al mirar tanto hacia fuera, nos sentimos impotentes, ansiosos e inseguros y nos dejamos vencer por el miedo y corromper por la insatisfacción.
También discutimos y peleamos más a menudo, lo que nos condena a la esclavitud de la soledad o la ira y dado que seguimos fingiendo lo que no somos y reprimiendo lo que sentimos, corremos el riesgo de ser devorados por la tristeza y consumidos por la depresión.
Al mirar tanto hacia fuera, nos sentimos impotentes, ansiosos e inseguros y nos dejamos vencer por el miedo y corromper por la insatisfacción.
También discutimos y peleamos más a menudo, lo que nos condena a la esclavitud de la soledad o la ira y dado que seguimos fingiendo lo que no somos y reprimiendo lo que sentimos, corremos el riesgo de ser devorados por la tristeza y consumidos por la depresión.
COMPENSACIÓN EMOCIONAL
"Si no lo encuentras dentro de ti,
¿Dónde lo encontrarás?" (Alan Watts)
De tanto mirar hacia fuera, nuestras
diferentes motivaciones se van centrando en un mismo objetivo, conseguir que la
realidad se adapte a nuestros deseos y expectativas egocéntricas.
Así es como pretendemos conquistar algún día la felicidad, sin embargo, dado que no solemos saciar estas falsas necesidades, enseguida interpretamos el papel de víctima, convirtiendo nuestra existencia en una frustración constante.
Así es como pretendemos conquistar algún día la felicidad, sin embargo, dado que no solemos saciar estas falsas necesidades, enseguida interpretamos el papel de víctima, convirtiendo nuestra existencia en una frustración constante.
Expertos en el campo de la psicología de
la personalidad afirman, que este egocentrismo que se origina en nuestra más
tierna infancia, condiciona nuestro pensamiento, nuestra actitud y nuestra
conducta, formando lentamente nuestra personalidad.
Así, la falta de autoestima, obliga a muchas personas a compensarse emocionalmente, mostrándose orgullosas y soberbias.
Así, la falta de autoestima, obliga a muchas personas a compensarse emocionalmente, mostrándose orgullosas y soberbias.
Al negar sus propias necesidades y
perseguir las de los demás, son las últimas en pedir ayuda y las primeras en
ofrecerla.
Aunque no suelan escucharse a sí mismas, se ven legitimadas para atosigar y dar consejos, sin que se los pidan.
De ahí, que suelan crear rechazo y se vean acorraladas por su mayor enemigo " la soledad "
Aunque no suelan escucharse a sí mismas, se ven legitimadas para atosigar y dar consejos, sin que se los pidan.
De ahí, que suelan crear rechazo y se vean acorraladas por su mayor enemigo " la soledad "
En otros casos, esta carencia fuerza a
algunas personas a proyectar una imagen de triunfo en todo momento, incluso
cuando se sienten derrotadas.
Cegadas por el afán de deslumbrar para ser reconocidas y admiradas, se vuelven adictas al trabajo, relegando su vida emocional a un segundo plano.
La vanidad, las condena a esconderse bajo una máscara de lujo y a refugiarse en una jaula de oro.
Pero tras estas falsas apariencias padecen un profundo sentimiento de vacío y fracaso.
Cegadas por el afán de deslumbrar para ser reconocidas y admiradas, se vuelven adictas al trabajo, relegando su vida emocional a un segundo plano.
La vanidad, las condena a esconderse bajo una máscara de lujo y a refugiarse en una jaula de oro.
Pero tras estas falsas apariencias padecen un profundo sentimiento de vacío y fracaso.
La ausencia de autoestima, también provoca
que algunas personas no se acepten a sí mismas y se construyan una identidad
diferente y especial, para reafirmar su propia individualidad.
No soportan ser consideradas vulgares y huyen de la normalidad, suelen crear un mundo de drama y fantasía, que termina por envolverles en un aura de incomprensión, desequilibrio y melancolía.
Al compararse con otras personas, suelen sentir envidia, por creer que los demás poseen algo esencial que a ellas les falta.
No soportan ser consideradas vulgares y huyen de la normalidad, suelen crear un mundo de drama y fantasía, que termina por envolverles en un aura de incomprensión, desequilibrio y melancolía.
Al compararse con otras personas, suelen sentir envidia, por creer que los demás poseen algo esencial que a ellas les falta.
El denominador común de esta carencia es, que nos hace caer en el error de buscar en los demás el cariño, el
reconocimiento y la aceptación, que no nos damos a nosotros mismos.
La paradoja es, que se trata precisamente de hacer lo contrario.
Sólo nosotros podemos nutrirnos con eso, que verdaderamente necesitamos.
La paradoja es, que se trata precisamente de hacer lo contrario.
Sólo nosotros podemos nutrirnos con eso, que verdaderamente necesitamos.
LO QUE PIENSAN LOS DEMÁS
"Cada vez que se encuentre usted en
el lado de la mayoría, es tiempo de hacer una pausa y reflexionar" (Mark
Twain)
Cuenta una parábola que un hombre y su
mujer salieron de viaje con su hijo de 12 años, que iba montado sobre un burro.
Al pasar por el primer pueblo, la gente comentó: "Mirad ese chico tan
maleducado: monta sobre el burro mientras los pobres padres van
caminando." Entonces, la mujer le dijo a su esposo: "No permitamos
que la gente hable mal del niño. Es mejor que subas tú al burro".
Al llegar al segundo pueblo, la gente
murmuró: "Qué sinvergüenza, deja que la criatura y la pobre mujer tiren
del burro, mientras él va cómodo encima". Entonces tomaron la decisión de
subirla a ella en el burro mientras padre e hijo tiraban de las riendas. Al
pasar por el tercer pueblo, la gente exclamó: "¡Pobre hombre! ¡Después de
trabajar todo el día, debe llevar a la mujer sobre el burro! ¡Y pobre hijo!
¡Qué será lo que les espera con esa madre!".
Entonces se pusieron de acuerdo y
decidieron subir al burro los tres y continuar su viaje. Al llegar a otro
pueblo, la gente dijo: "¡Mirad qué familia, son más bestias que el burro
que los lleva! ¡Van a partirle la columna al pobre animal!". Al escuchar
esto, decidieron bajarse los tres y caminar junto al burro. Pero al pasar por
el pueblo siguiente la gente les volvió a increpar: "¡Mirad a esos tres
idiotas: caminan cuando tienen un burro que podría llevarlos!".
EL ÉXITO MÁS ALLÁ DEL ÉXITO
"Este gozo que siento no me lo ha
dado el mundo y, por tanto, el mundo no puede arrebatármelo" (Shirley
Caesar)
Los demás no nos dan ni nos quitan nada.
Y nunca lo han hecho. Tan sólo son espejos que nos muestran lo que tenemos y lo
que nos falta. Ya lo dijo el filósofo Aldous Huxley: "La experiencia no es
lo que nos pasa, sino la interpretación que hacemos de lo que nos pasa".
Lo único que necesitamos para gozar de una vida emocional sana y equilibrada es
cultivar una visión más objetiva de nosotros mismos. Sólo así podremos
comprendernos, aceptarnos y valorarnos tal como somos. Y lo mismo con los
demás.
El secreto es dedicar más tiempo y
energía a liderar nuestro diálogo interno. Hemos de vigilar lo que nos decimos
y cómo nos tratamos, así como lo que les decimos a los demás y cómo los
tratamos.
La verdadera autoestima es sinónimo de
humildad y libertad. Es el colchón emocional sobre el que construimos nuestro
bienestar interno. Y actúa como un escudo protector que nos permite preservar
nuestra paz y nuestro equilibrio independientemente de cuáles sean nuestras
circunstancias. Los filósofos contemporáneos lo llaman "conseguir el éxito
más allá del éxito". Dicen que cuando una persona es verdaderamente feliz,
no desea nada. Tan sólo sirve, escucha, ofrece y ama.
Podemos seguir sufriendo por lo que no
nos dan la vida y los demás, o podemos empezar a atendernos y abastecernos a
nosotros mismos. Es una decisión personal. Y lo queramos o no ver, la tomamos
cada día.
Desde un punto de vista emocional, todo
lo que una persona no se da a sí misma lo busca en su relación con los demás:
afecto, confianza, reconocimiento
La independencia pasa por aprender a auto-abastecerse.