El
estado de ánimo
Por: Ángel Gabilondo | 06 de mayo de 2014
Vivimos tiempos en los que
se ha llegado a identificar lo real como un estado de ánimo,
como único
contenido. En el extremo, no es que la realidad se vea condicionada
por el estado de ánimo, es que en algunos casos este viene a ser una verdadera
realidad. Ello permite considerarlo como gran excusa, la auténtica explicación,
la razón, como razón de ser, de lo que hay, de cuanto se hace y de cuanto deja
de hacerse. Basta modificarlo para que ya quepa hablarse de otra realidad.
Ciertamente para ello se requieren algunos
ingredientes, que suficientemente condimentados, sazonados y presentados, son
sustento de una nueva época. Y es lo que cabe decir que realmente ocurre
Si el mundo es imagen,
sin dejar por ello de ser real, todo parecería conducir más a cuidarla, a
ofrecer su mejor perfil y a lograr que su influencia sea estimulante y
persuasiva, a producir desenlaces favorables. Y a contagiar, transmitir y
comunicar formas que son en ocasiones su propio contenido, tal vez su único
contenido. Entonces, gobernarse es velar por el ánimo, no limitarse ni
reducirse a él, sino considerarlo en su capacidad de lograr lo que nos provoca
o desafía. Pero precisamente por ello también es necesario ser capaz de
reponerse, de sobreponerse, de sobrellevar, de analizar, de asumir o de
comprender, no menos que de reaccionar o de responder a lo que parece imponérsenos como puro
estado de ánimo
¿Puede actuar el ánimo en nosotros, de manera autónoma?
¿Porque varia la percepción del ánimo en cortos espacios de tiempo, sin que nada haya cambiado?
¿ Que podemos hacer ?.
Según Milan Kundera en su libro, "Aprender a vivir y a morir.
¿Porque varia la percepción del ánimo en cortos espacios de tiempo, sin que nada haya cambiado?
¿ Que podemos hacer ?.
Según Milan Kundera en su libro, "Aprender a vivir y a morir.
El
sentido más grande que se le puede proporcionar a la vida es, reconocer la
propia naturaleza original, más allá del ego y la personalidad, y así conectar
con lo inmenso.
En esa naturaleza original existe el sosiego,
la compasión, la benevolencia y el bien vivir. El que se instala en su naturaleza
deja de temer la vida y, por tanto, no tiene miedo.
La mente juega con nuestros sueños de forma malévola, convirtiéndolos en pesadillas en
cuestión de segundos.
Cuando
tratas de reponerte de estas situaciones, lo primero que hemos de preguntarnos es, ¿El por qué, si nada ha cambiado?
Manejar
estas situaciones con cierto equilibrio, es una tarea ardua y no siempre se
consiguen resultados.
De nuevo
Ángel nos marca el camino más acertado para combatir estos desequilibrios con
algún éxito.
Cuando Kant habla del sentido de la madurez,
la que se muestra en la capacidad de pensar por sí mismo y de asumir las
consecuencias de hacerlo y de no verse supeditado a lo que otros tratan de
imponer, la mayoría de edad en relación con esa libertad
implica no ceder, sin más, a lo que se nos dicta. Y con ello se avisa asimismo
de la necesidad de no confundir la razón con cualquier influencia o novedad,
aunque consideremos que ya nos habitan.
El estado de ánimo no puede constituirse en una suerte de principio de razón suficiente, ni en una excusa para eludir el arrojo indispensable para actuar o dejar de hacerlo.
El estado de ánimo no puede constituirse en una suerte de principio de razón suficiente, ni en una excusa para eludir el arrojo indispensable para actuar o dejar de hacerlo.
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