PASADO

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LA SOBERBIA TIENE UNA HIJA Y ES LA INGRATITUD, (EL QUIJOTE)

martes, 27 de agosto de 2024

FORTALEZA MEDIEVAL DE ISSO / 39

 

En el extremo noroeste de la manzana, no se ha podido constatar que guarde continuidad en las hiladas de tapia, debido a que no ha sido posible analizarlo por estar enlucido. 

La reforma castellana, no sólo debió suponer el refuerzo o reparación de estructuras anteriores, sino que sirvió para delimitar un sub-recinto con límites precisos y funcionamiento independiente.

El escaso desarrollo de los lienzos de muralla anexos a los torreones creemos se debe a que formaron parte de la reforma medieval cristiana que sustituyó, en este sector, a la fortificación primigenia, entestando la nueva obra a dos torreones, preexistentes e intermedios, que posteriormente fueron destruidos con el resto de la fortaleza antigua. 

Sin embargo, como hemos apuntado, la naturaleza del tramo de muralla sur, al este de la torre pequeña, puede ser diferente.

El hecho de que este sector se haya mantenido hasta nuestros días, apoya la interpretación de que se trata de la última gran reforma, adecuación y mejora de la fortaleza, que perduró convertido en casa ligada con la aristocracia local.

   Evolución constructiva de la fortaleza: 

A partir de los datos recabados mediante la documentación escrita y, sobre todo, arqueológica, podemos proponer tres grandes fases para explicar la evolución constructiva del espacio en el que se construyó la muralla de la fortaleza. Este proceso debe entenderse como una sucesión de trasdosados cuyo desarrollo empezó con el recorte y forrado de la base rocosa, pasando por la sucesiva construcción de murallas, las cuales reutilizaron o demolieron la muralla sobre la que, en un principio, se fueron adosando. 


Primera fase

Hemos comprobado que para su edificación se escogió un pequeño cerro situado en el punto en el que confluyen el camino de Hellín - Elche de la Sierra y la acequia proveniente de la Fuente de Isso. 

Hecho el replanteo de la fortaleza, se procedió a recortar el sustrato geológico generando así un escalón que proporcionaba mayor altura a los futuros alzados de las murallas y, por tanto, mejores condiciones de defensa, así como una imagen más intimidante. 

Ante la naturaleza de la roca calcarenita de este promontorio y su posible vulnerabilidad por
resultar fácilmente excavable y deleznable, se acometió una operación constructiva de forrado de los recortes realizados en el sustrato rocoso. 

A continuación,se emprendió la construcción de la muralla, que se complementó con la incorporación de torres o bastiones que aumentaban la defensa al agrandar


el espesor y proporcionar puntos de flanqueo (Fig. 28 y 36).



Segunda fase.

La necesidad posterior de mejorar las cercas, repararlas, o agrandar el perímetro, generó un segundo trasdosado. 

De esta forma los muros se hicieron más gruesos y, por tanto, con mayor estabilidad, reforzando las partes que más se verían afectadas por la humedad de capilaridad y de drenaje del promontorio rocoso, haciéndose a su vez más resistentes ante posibles impactos. 



El ensanchamiento de los muros habría provocado el relleno de los espacios entre torres, de manera que el funcionamiento táctico del sistema debería conllevar, no sólo el aumento de espesor en los lienzos, sino la disposición de nuevas torres de flanqueo que podían disponerse en los mismos puntos o en otros nuevos. Sin embargo, la función de las torres emplazadas originalmente en el centro de los lienzos podría haber desempeñado una función meramente estructural como contrafuerte prescindiendo de la misión de flanqueo, hecho que podría explicar el por qué en el único caso donde han podido ser excavados sus restos -solar de la parcela 13-, la torre no se recreció al mismo tiempo que lo hacía la muralla (Fig. 29).

Este crecimiento a base de trasdosar las preexistencias tiene una ventaja adicional: la posición relativa de los diferentes puntos interiores sigue siendo la misma, de manera que puede cambiar la eficacia y prestaciones de la defensa, pero no necesariamente el orden interno.


 Una primera observación que se puede hacer al contemplar la planta de la fortaleza es el excesivo tamaño de sus torres de esquina, lo que permitiría plantear la hipótesis de que fueron recrecidas con un gran forro de tapia, mientras que las intermedias fueron embebidas por el mencionado forro. Hay datos que evidencian que las primitivas torres de esquina-torre noreste-, presentaban una fábrica de mampostería encofrada que posteriormente fue forrada con tapias de diferentes características -torre noroccidental- (Fig. 18).




Tercera fase

Cuando la fortaleza perdió su sentido como defensa, entró en un estado de abandono y deterioro. 


Fue entonces, cuando sus murallas en unos casos sirvieron de cantera y en otros fueron reutilizadas, como estructuras sobredimensionadas, en las nuevas construcciones que terminaron conformando el barrio de la fortaleza (Fig. 52).




jueves, 22 de agosto de 2024

FORTALEZA MEDIEVAL DE ISSO / 38

 

La hipótesis de la puerta;


 La planta de la torre pequeña sugiere una perfecta entrada en recodo (Fig. 51). Pero dicho paso carecería de suficiente seguridad a no ser por el flanqueo que añade la gran torre de
esquina.

Aceptada la función de puerta para el conjunto de las dos torres, la siguiente cuestión radicaría en discutir cómo se accedía y con qué recursos defensivos se contaba. 

¿Dónde se hallaría el primer hueco de entrada? 

En principio, no lo podemos saber sin excavaciones arqueológicas que ayuden a descubrir huellas de su construcción. 

El callejón que se forma entre las dos torres podría contar con un diafragma frontal o no, en caso de existir en ese punto la primera puerta.

Una vez en esa especie de desfiladero, fácil de defender desde ambas torres, nos podemos preguntar dónde se hallaría el siguiente hueco. 

Un hueco frontal en la muralla norte no es completamente descartable -hoy existe uno- pero, aunque perfectamente flanqueado y con posibilidad de hostigamiento vertical, supondría desaprovechar el recurso de un primer recodo. 

Parece que la entrada directa a una gran estancia en planta baja de la torre principal hoy existe un vano- tiene poco sentido, pues conllevaría el acceso directo a un enclave muy comprometido y vulnerable al fuego.


El muro occidental de la torre pequeña, a la derecha del ingreso, representa la tercera posibilidad. 

Paradójicamente, es el único paramento que, en la actualidad, no presenta ningún hueco pero, desde el interior de la torre, podemos apreciar cómo la mitad norte de ese muro está prácticamente hueca (Fig. 50). 


Si a esa circunstancia añadimos que la puerta que comunica la planta baja de esa torre con el interior de la fortaleza se halla en la esquina noreste, puede quedar dibujada una entrada perfecta en recodo: el primer paso se hace hacia la derecha, sin protección ante la guardia situada en la mitad sur de la sala; el segundo hacia la izquierda dando la espalda al cuerpo de guardia; tras ese segundo giro, por el momento, no podemos saber si hubo nuevos obstáculos y si el espacio estaría techado o se entraría a un patio descubierto, totalmente controlado desde los adarves (Fig. 51). 

Como hipótesis, ese patio podría no tener toda la anchura que hoy encontramos sino, más bien, ser un espacio confinado por otras construcciones.

El complejo de puerta que acabamos de describir parece deberse a una reforma bajomedieval castellana, la última gran obra llevada a cabo en la fortaleza medieval. Con algunas modificaciones, fue el germen de la actual parcela 1. 

A dicha reforma se deben las torres y el lienzo oeste, no así, posiblemente, el lienzo oriental. 

Hay dos razones, al menos, que refuerzan lo que acabamos de exponer: el lienzo occidental y ambas torres presentan una continuidad casi perfecta en sus hiladas de tapia, además, los tres elementos se organizan con las mismas direcciones. 

Por el contrario, el lienzo oriental presenta otra dirección perpendicular a un tramo más antiguo existente


jueves, 15 de agosto de 2024

FORTALEZA MEDIEVAL DE ISSO / 37

 El hueco inferior supone claramente, el traslado o alargamiento de una abertura bajo un hueco existente; de no ser así, no podríamos explicar que su dintel ocupe sólo una pequeña parte de la profundidad del hueco. 

Si los escalones interiores tenían que salvar la altura de, al menos, una tapia como hemos dicho, implicaría que el hueco de paso tendría su dintel a una altura aproximada de 4 tapias por encima del nivel de paso actual, el correspondiente al segundo piso de la torre grande.

No sabemos con exactitud cómo estuvo formalizado el espacio entre las torres en origen, sin embargo, la solución que allí se adoptó fue crucial desde un punto de vista defensivo. 

La única realidad comprobada, por ahora, es la presencia del muro norte como nexo entre las dos torres, pero habrá que seguir investigando sobre cómo se organizó este espacio. 

A continuación, expondremos tres opciones:

a)      La existencia de un adarve, como coronación del muro norte, comunicado con las dos torres. En este caso, para posibilitar con eficacia tanto la circulación como el hostigamiento vertical, se debía contar con una anchura superior a la que vemos en los adarves oeste y sur, y para ello era necesaria la presencia de un cadalso.

b)     Una solución complementaria de la anterior sería, aquélla en la que este adarve central se encontrara dentro de un espacio cerrado, es decir, con otro muro situado al sur que, incluyendo una primera puerta, delimitaron un espacio descubierto, pero totalmente controlado para su defensa. 

En esta solución, el adarve correspondiente al muro norte representaría una segunda línea de defensa)    

c)   La tercera opción consistiría en un espacio entre torres totalmente construido y cubierto: cerrado por el sur con un muro, retranqueado con respecto a las esquinas de las torres, que incluiría la primera puerta. 

Este cuerpo central contaría, al menos, con un piso intermedio; el cual podría estar comunicado directamente con la planta baja de la torre pequeña, aunque esta relación parece una debilidad desde el punto de vista defensivo.

 La terraza de remate podría funcionar como un ensanchamiento entre adarves e, incluso, estar proyectada, en voladizo, hacia el exterior.

La existencia de buhedera, buzones y cadalsos la podemos suponer, pero no descubrir en los restos conservados.

Fuera como fuera el espacio entre las torres, parece que tendría una cierta independencia constructiva (no de concepción) entre la gran torre oeste y el resto. 

Aunque se diera una continuidad funcional, el muro este de la torre grande se ve construido sin traba con el resto, tal como muestran sus mechinales y paramentos conservados. 

Esta independencia constructiva queda subrayada por una fisura casi vertical que recorre el encuentro entre la esquina noreste de la torre y el tramo de muralla que la une a la torre menor. 

El recurso de adosar, en vez de trabar, es utilizado habitualmente para evitar que la posible ruina de un elemento arrastre al otro.

martes, 13 de agosto de 2024

FORTALEZA MEDIEVAL DE ISSO / 36

 Escaleras, espacio intermedio y comunicación.

 ¿Cómo era la comunicación entre las diferentes plantas dentro de cada una de las torres? Hoy día son escasas las huellas y la mayoría de los vestigios se deben a reformas posteriores.

En la torre mayor no hay huellas apreciables, salvo unas señales en la cara interior del muro oeste, a nivel de un hipotético tercer piso. 

En la torre menor existen, en planta baja, algunos peldaños incluidos en el ancho del muro oeste y un gran tramo de escalera adosado al muro norte (Fig. 48).


 Todo ello parece incompatible con la función de puerta y con la disposición de un forjado apoyado en el muro norte; es decir, esas estructuras se deben a reformas posteriores, como quedan de manifiesto en algunas huellas de los pisos superiores.

Sin embargo, los edificios necesitan comunicación vertical. Se supone que existieron escaleras que relacionaron todos los pisos, al menos a partir del primero. 

Estas escaleras pudieron estar constituidas por estructuras simplemente adosadas o apoyadas, incluso, en algunos casos, ser móviles por motivos de seguridad. Todo apunta, aunque no podamos demostrarlo todavía, a que el espacio intermedio debió funcionar, entre otras misiones defensivas, como núcleo de comunicaciones con acceso directo desde el norte. 

A las dos torres se debería acceder tanto desde los adarves como desde el espacio intermedio.

En las dos torres, como hemos dicho, tenemos la evidencia de tres niveles aunque, muy probablemente, fueran cuatro. En la torre grande, la altura conservada es suficiente para acoger un tercer piso (cuarta planta); en la pequeña, el alzado de sus muros es menor, pero pudo tener una altura similar.



Necesariamente, alguno de los niveles debió estar en comunicación con los adarves; ese nivel se corresponde con el segundo piso -tercer nivel- en ambas torres: en la oeste hay una tronera que parece corresponder con la puerta de entrada desde el adarve occidental; en la este, se dibuja un hueco tapiado en contacto con la muralla oriental (Fig. 49). 

La diferencia de cota entre los adarves es de, al menos, una tapia, quedando por interpretar cómo y dónde se salvaba ese desnivel (Fig. 43)

Debido a la estrechez del espacio intermedio, parece lógico que los escalones necesarios para salvar el desnivel entre adarves deberían estar en el interior del segundo piso de las torres (de una o de las dos). La existencia de tres dinteles superpuestos en el muro este de la torre grande (Figs. 42 y 49), parece indicar que los escalones se hallarían en el interior de esta última. 



El hueco inferior supone, claramente, el traslado o alargamiento de una abertura bajo un hueco existente; de no ser así, no podríamos explicar que su dintel ocupe sólo una pequeña parte de la profundidad del hueco. 

Si los escalones interiores tenían que salvar la altura de, al menos, una tapia como hemos dicho, implicaría que el hueco de paso tendría su dintel a una altura aproximada de 4 tapias por encima del nivel de paso actual, el correspondiente al segundo piso de la torre grande.