PASADO

PASADO
LA SOBERBIA TIENE UNA HIJA Y ES LA INGRATITUD, (EL QUIJOTE)

martes, 5 de febrero de 2019

NO SE PORQUE TE QUIERO:


Maravillosa presentación:





domingo, 3 de febrero de 2019

MORIR DIGNAMENTE



Sagüés habla con EL PAÍS antes de morir. / E. DE BENITO / U. MARTÍN / M. PÉRE“Quiero morir porque amo la vida”. 

A sus 63 años, José Luis Sagüés, madrileño de ascendencia vasco-navarra, tuvo que enfrentarse al sistema para conseguir su objetivo: “Decidir cuándo me muero”. Al final lo consiguió con la ayuda de la asociación Derecho a Morir Dignamente(DMD). Esta ONG apreció en el hombre un estado de angustia y deterioro que consideró suficiente para sedarle, aunque ello tuviera como efecto secundario acortar su vida, algo que el servicio de cuidados paliativos que le atendía le negaba. Fue lo más que consiguió este luchador que tenía muy claro que no quería consumirse hasta el final. “Quiero despedirme con los míos, después de tomar un vino”. Según uno de los médicos que le atendieron al final, lo consiguió. “Fue como en la película de Las invasiones bárbaras, con toda la familia alrededor. Nos hicimos fotos y brindamos. Se despidió y luego le sedamos”, cuenta. La indignación ante la negativa del sistema a ofrecerle una salida (con la eutanasia prohibida, la única opción legal en España es una sedación terminal) le llevó a contar su historia a EL PAÍS.











A .Villena,,
  Esta es una manera ejemplar de cerrar el libro de la vida.

  Cuando esta, por causas que nunca sabremos, decide  que sea horrible y humillante.
   Esta cuestión, que genera tanta opinión encontrada,  no deja de ser otra necedad del ser humano, pues ambas deben ser respetadas.
   Lo que nunca me quedara claro es, el porque la parte que dice apostar por la vida, hasta que esta se diluya de la manera que sea,  trata de imponer su tesis sobre la otra, en algo tan personal y propio, como nuestra  vida.  
En mi opinión, el ser humano  ha evolucionado lo suficiente, si no para ser creador de vida,  si para saber cuando esta esta agotada, por tanto si estos últimos momentos, como en el caso que nos ocupa,  es posible hacerlo  más llevadero y a  petición del afectado en su sano juicio,
  ¿  Porque no ? .
  La dignidad es un lujo para algunos humanos, sin embargo es algo que no se puede comprar ni vender, dicho esto y en mi sano juicio, aquello que nunca aceptaré es, que algún semejante,   por tanto con los mismos defectos y virtudes que yo, se permita sentir lastima por mi.
En todo caso, póngase en mi lugar y  ayúdeme si cree que lo necesito.
Este comportamiento de la persona que nos ocupa, es el que yo quisiera ser capaz de llevar a cabo, si un día me toca vivirlo.
 Es verdad que es complicado saber, hasta qué punto podemos o no estar preparados para semejante decisión.
 Finalizo, deseando que nadie pase por esa situación Y admiro la entereza y la dignidad de Jose Luis.

sábado, 2 de febrero de 2019

CAPITULO COMPLICADO EN LA ADOLESCENCIA /





   Como es natural, el comportamiento de los adolescentes pasa por un deseo, hacer todo aquello que les aúpe y le reconozcan que ya es un hombrecillo.
Recuerdo uno de los capítulos que más me sumía en la desesperación,( Entrar al baile de Juanete),era sobre la edad de 17 años.
 Todo transcurría con más o menos normalidad, hasta que llegaba el punto de encuentro de los jóvenes, el baile del domingo por la noche en el barrio Bolos.




   Mi tropiezo se producía, cuando decidíamos entrar al baile, Juanete que se encontraba de portero  me negaba la entrada, por ser menor de edad o como solía decir, por niño.
 Lo peor de aquella negativa, que la edad de 18 años era la permitida para entrar y ninguno de la cuadrilla o casi ninguno la cumplía,  pero como los demás del grupo eran más altos (véase la foto), les dejaba pasar y a mí me dejaba en la calle.


 Aún hoy, me resulta muy complicado, describir mi grado de rabia, y de orgullo herido que sentía, cuando me quedaba solo en la calle, y los demás dentro estrenando la cualidad de hombrecitos y buscando chicas para bailar. 


Con lágrimas de rabia, desaparecía en la primera esquina que encontraba, y oculto en la oscuridad dejaba pasar lo que duraba la fiesta y eran horas de frustración y rabia,  nunca he podido olvidar aquellos malos momentos oyendo música y escondido junto a un viejo almecinero



Por cierto, que para ocultar la situación, a quien me preguntaba en donde había estado, le contaba cualquier mentira, para ocultar el verdadero motivo motivo que no era otro que el de ser bajito.

Mi atormentada situación no mejoraba mucho al volver a casa.

 Mi madre me esperaba con el farol y la azada, ¡¡tocaba riego!!.


 Me cambiaba de ropa y salía en busca de mi padre, para ocuparme de la conducción del hilo de agua, hasta cualquiera de los parajes de Isso, de las las que mi padre fuese propietario o tuviese en arriendo.