Estamos
convirtiendo la vida en el planeta, en una especie de multitud de micro-hábitats,
en donde grupos de humanos exaltados y atiborrados de ira y odio, despotrican con sus burdos diagnósticos, sobre todo lo que acontece a su alrededor, sea familia, amigos,
políticos y como no, sobre Cataluña.
A
menudo nos olvidamos, que nuestra fragilidad la tratamos de encubrir con
manifestaciones groseras, insultonas, ensordecedoras y delirantes.
Estas
formas de comportamiento, respaldadas por la libertad de expresión, tienen su máximo auge en las redes sociales.
El desarrollo tecnológico a nivel informativo y visual, nos convierte en actores esperpénticos, y de un ego grotesco y vomitivo.
Administrar esta situación, para que la cordura y el respeto sean la manera de expresarnos, sería lo conveniente para atajar comportamientos intolerables en cualquier sociedad desarrollada.
A.Villena
A.Villena