PASADO

PASADO
LA SOBERBIA TIENE UNA HIJA Y ES LA INGRATITUD, (EL QUIJOTE)

martes, 13 de diciembre de 2022

CIERTA NECESIDAD

 


CON MI AMIGO CARREÑO

 El tiempo que me está tocando vivir:

 Creo que es, en el que la humanidad más rápidamente ha inventado cosas, y más rápidamente las ha incorporado a nuestro día a día.

     Esta foto en la cabecera de la página, da una idea de cómo se pueden fácilmente dejar instantáneas de nuestras vidas o como se suele decir, parar el tiempo.

    Hace apenas unas décadas, era impensable.


 Esto me lleva a pensar, que mi generación, hemos tenido el peculiar privilegio, de ser testigos de un espectacular salto de la civilización, sin embargo, me siento algo frustrado, porque puestos a pedir, hecho de menos que apenas tengo media docena de fotos, de antes de cumplir 18 años

     Hay algunas cuestiones del día a día que me sorprenden, y son los mecanismos de la memoria, por ejemplo los sueños,


cuando llega la hora de descansar, imposible imaginar el recorrido que me espera durante la noche. en algunas ocasiones, recuerdo algunas peripecias por donde el cerebro me ha conducido y es, cuando al despertar me aferro al sueño cerrando los ojos con fuerza, para hurgar en esa fantasía que se diluye a toda prisa dejándome  melancólico y decepcionado, esa realidad a través de momentos supuestamente vividos en tiempos pasados o esta especie de videoclips,  o

instantáneas, hacen que a través del  frágil 
hilo del pasado, llegue con cierta nitidez al lugar, donde algunas décadas antes, supongo se producirían, lo cierto, que mi evocación del momento, produce en mi cerebro momentos de nostalgia, relacionado con el lugar,  y con quienes compartieron esa supuesta situación.

 A medida que pasan los años, los sueños se presentan con más nitidez y son bastante ilógicos, pero por lo general agradables, pese, a que una vez despierto,


me cuesta retenerlos.

Entre los sueños, hay algunos que se repiten con cierta frecuencia, y son los de poseer casas semihundidas en pequeños barrios que he olvidado y también algún bancal descuidado, que me produce gran alegría reencontrar, por la posibilidad que se me ofrece de recomponerlo.

La interpretación que hago sobre estos sueños, estaría relacionado con la falta de instantáneas fotográficas, en mis primeros años de vida. 

 

      


LABORAL / ORIHUELA


 

lunes, 12 de diciembre de 2022

NOCHE DE RIEGO



 Ruidosos domingos, que anteceden a noches de angustiosos silencios, ¡Toca riego!.


 La oscuridad me sobrecoge,  nada se mueve, la luna en cuarto menguante se oculta, atrapada en negros nubarrones, un ruidoso aleteo en un viejo olivo me sobresalta, un búho abandona su cobijo con vuelo bajo.
  He relevado a mi padre en la bajada del agua, desde el molino de la placeta.

Después que nos viésemos en la garita del guarda,  un estrecho callejón que divide las escuelas de la casa del molinero.
Ahora estoy en los Olmos de Pepe Rico, próximo a la casa Baltasar.
Después de pasar por el partidor de Don Julián, La "Casa la Parra", la Almazara de Gachero,  (bajo su formidable plátano).
 ¡Por cierto!, con un buen susto, por el ladrido bronco del corpulento perro. Afortunadamente  al hablarle me ha conocido, ya que  no pocas veces visito este lugar, ,donde viven mi tío Juan y mi  tía Angelica,(Señora del guarda del agua), más abajo encuentro la casa del olivar,  oculta entre chopos y olivos centenarios. 
Cruzo el camino de Las casicas, donde hace una doble curva.
 La acequia continúa dirección a los Olmos de Pepe Rico, y continúa  serpenteando por lindes de bancales Y senda paralela, La hierba ribacera cae como mechones hasta tocar el agua, también encuentro algún granado, higuera, manzano et. que ha crecido de forma natural, amparados en  la humedad.  
Con estas premisas, vigilar las boqueras, hasta la llegada del agua a la parcela, solo con ayuda del farol, resultaba bastante complicado.

Unos minutos después me encontraba   apoyado en el astil del legón, en el partidor de los olmos, esperando con impaciencia el ruido de las hojas al ser empujadas por el agua.

El silencio y la oscuridad me inquieta, miro el farol con llama jadeante, al que tendré que  subirle un poco la torcía, para avivarla. 
 En el interior del acristalado artilugio, una y otra vez chocan los insectos en sus descontrolados vuelos.
La noche se va tornando más fría, desdoblo la solapa de la chaqueta y le  trabo el último botón  del cuello. Miro el reloj que marca las 2 hora 15 minutos y según el horario de acequia, van 10 minutos de retraso, la duda asalta mi mente, ¿habré olvidado alguna boquera?.
  
Con alguna inquietud por la tardanza, me dispongo a des-andar la acequia, cuando el sonido del chorro cayendo en una poza próxima, me tranquiliza.