Casa la Parra
Las acequias, eso sí puedo afirmarlo, eran en tierra y abiertas, pero transcurrían semitapadas debido a la hierba ribacera, que era la más común, por lo general un camino o una senda de servicio, acompañaba a todos los ramales de riego.
Al final del barrio y después del lavadero, el ramal cruzaba el camino, dé la parte derecha a la izquierda y un puente servía para vadearlo,
Unos cien pasos aguas abajo, el ramal se dividía en dos, uno continuaba recto dirección "Almazara Gachero", y el otro giraba unos 90 grados a la derecha, dirección "Barrio Quilez " y "Barrio Castor" .
Una especie de envoltorio de ropa rodaba, empujado por el agua.
Cuando
explico en muchas cuestiones, como la
que deseo comentar, estoy haciendo un ejercicio de imaginación, que
me lleva a un periodo que me resulta
imposible poner fechas concretas.
Es un tiempo, que en mi cerebro aparece borroso y fugaz, en donde han quedado fijados acontecimientos muy acotados y sin apenas entorno físico para el recuerdo.
El punto exacto al que me refiero, ha sido transformado, quedando en mi imaginación, lo de fabricarlo, haciendo un alarde de caprichosa subjetividad, es como si todo hubiese ocurrido en un claro-oscuro, mezclado de bancales y olivos centenarios, los márgenes para nivelar las parcelas se componían de piedra losada, debidamente colocada, y tierra apretada con los pies en su interior, pequeños ripios en forma de cuña, eran insertados en la cara exterior de los muros, para darles estabilidad, si eran de poca altura se les llamaba ribazos, y estos con el tiempo se estabilizaban con las raíces de la grama, y los arbustos.
El hecho al que me voy a referir hay que situarlo en la "Casa la Parra" , el día seria en domingo que era cuando mi padre tenía arrendada de Damián el Picón, la tanda y década de los 60, la hora la deduzco a partir del ciclo del riego que era cada dos semanas a las 13-30, horas en la fuente, por tanto estaríamos hablando de las 14, 45 horas de la tarde, cuando mi padre pasaría justo por el lugar referido, en verano y plena siesta.
Es un tiempo, que en mi cerebro aparece borroso y fugaz, en donde han quedado fijados acontecimientos muy acotados y sin apenas entorno físico para el recuerdo.
El punto exacto al que me refiero, ha sido transformado, quedando en mi imaginación, lo de fabricarlo, haciendo un alarde de caprichosa subjetividad, es como si todo hubiese ocurrido en un claro-oscuro, mezclado de bancales y olivos centenarios, los márgenes para nivelar las parcelas se componían de piedra losada, debidamente colocada, y tierra apretada con los pies en su interior, pequeños ripios en forma de cuña, eran insertados en la cara exterior de los muros, para darles estabilidad, si eran de poca altura se les llamaba ribazos, y estos con el tiempo se estabilizaban con las raíces de la grama, y los arbustos.
El hecho al que me voy a referir hay que situarlo en la "Casa la Parra" , el día seria en domingo que era cuando mi padre tenía arrendada de Damián el Picón, la tanda y década de los 60, la hora la deduzco a partir del ciclo del riego que era cada dos semanas a las 13-30, horas en la fuente, por tanto estaríamos hablando de las 14, 45 horas de la tarde, cuando mi padre pasaría justo por el lugar referido, en verano y plena siesta.
Las acequias, eso sí puedo afirmarlo, eran en tierra y abiertas, pero transcurrían semitapadas debido a la hierba ribacera, que era la más común, por lo general un camino o una senda de servicio, acompañaba a todos los ramales de riego.
Al final del barrio y después del lavadero, el ramal cruzaba el camino, dé la parte derecha a la izquierda y un puente servía para vadearlo,
Unos cien pasos aguas abajo, el ramal se dividía en dos, uno continuaba recto dirección "Almazara Gachero", y el otro giraba unos 90 grados a la derecha, dirección "Barrio Quilez " y "Barrio Castor" .
Mi padre estaba en el lugar en donde, una boquera servía para guiar el agua en una u otra direccion, como es
natural, el lugar donde se encontraban estas boqueras, eran los pocos metros que en las acequias quedaban visibles o exentas de hiervas.
En estos cortos tramos se aprovechaba para limpiar con la azada todo lo que el agua recogía,(Especialmente en las proximidades de los barrios).
Una especie de envoltorio de ropa rodaba, empujado por el agua.
No era la primera vez que ocurria, porque los barrios que todos tenian lavadero, eran utilizados en los momentos en que la tanda pasaba por el ramal del barrio, y alguna que otra vez, en descuidos de las lavanderas, algo de lo que habian de lavar, acababa en las parcelas de riego.
Confiado mi padre en que sería ropa , puso el legón delante ,hasta que el envoltorio quedo sujeto entre la parte de la pala y el astil. Tiro de él, hasta sacarlo fuera de la acequia, y mi padre me contaba que se quedó aturdido y desconcertado, era una manta que se movía y el llanto de un bebe, lo tomo en brazos y se puso a correr direccion al barrio, su madre y mi padre se encontraron a medio camino, mi padre con el niño en brazos y la madre llorando, buscando su bebe.
Los detalles de cómo pudo ocurrir no los recuerdo o quizá no se supieron, lo cierto, que en aquellos tiempos las amas de casa se llevaban a sus bebes a los lavaderos y los ponían sobre alguna manta junto a las acequias, mientras que ellas hacían su trabajo de colada , pudo ocurrir, que en algún descuido él bebe se girase, cayendo a la acequia y siendo arrastrado aguas abajo.
Lo cierto, que había rodado desde las casas y atravesado el puente que cruzaba el camino, hasta llegar unas decenas de metros más abajo, donde lo saco mi padre
Lo cierto, que había rodado desde las casas y atravesado el puente que cruzaba el camino, hasta llegar unas decenas de metros más abajo, donde lo saco mi padre
A los pocos minutos, el pequeño estaba en manos de D. Esteban, el medico que en aquel tiempo prestaba servicio en Isso, y que consiguió reanimarlo para alegría de todos.
Después de indagar, en mis hermanos mayores, supe de quien se trataba. La madre era "La Peque", apodo de pueblo, y que vivía en algún pueblo próximo a Albacete.
Por fin he puesto rostro a una historia que me tenía intrigado. Porque recuerdo, qué por navidad durante muchos años, un chico que yo no conocía, y anteriormente una señora mayor, aparecían por casa, con un modesto aguinaldo.