PASADO

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LA SOBERBIA TIENE UNA HIJA Y ES LA INGRATITUD, (EL QUIJOTE)

lunes, 31 de julio de 2023

VÍDEOS Y MAS







RECUERDOS DE MI BARRIO

  Llega a mi memoria, el día a día de la familia del tendero  del barrio, el padre era tan enérgico como menudo, digo era, si bien en estos momentos que escribo, 9-2009 vive, y por lo que me cuentan no ha cambiado mucho.
  En sus principios de tendero, su herramienta de reparto se componía de un carro tirado por un burro, al que llamaba “Sevillano”.


Aquel medio de transporte lo utilizaba, tanto para abastecer la tienda, como para salir en interminables periplos por las dispersas barriadas de Isso, ofreciendo su mercancía.
Mas tarde, el carro lo sustituyo por un furgón con poco motor, y gran capacidad,” de color verde".

   En el barrio estábamos al tanto, cuando le tocaba cargar o descargar mercancía, su manera de requerir la colaboración de los hijos solía ser enérgica.
 Alguna que otra vez la obediencia la conseguía, de la manera que en aquellos tiempos se usaba, con la zapatilla de la madre o la correa del padre, eran unas relaciones bastante tormentosas y que dieron lugar a que los hijos fueran emigrando uno tras otro a Barcelona, donde iban fijando la residencia, cuando volvían de visita al barrio contaban maravillas de cómo se vivía en la ciudad.
Uno de los hermanos en uno de sus regresos al pueblo conoció una chica muy guapa y jovencita... Esta quedo encandilada por los encantos de un chico hippie y en poco tiempo partió con el...  No recuerdo si llegaron a contraer matrimonio, lo cierto que al poco tiempo ella regreso y según se comentaba, la trató de modernizar, algo que ella rechazó, en cualquier caso, supongo, que el mundo que él le dibujara cuando la conoció, no sería tan idílico en la realidad.

Con el paso de los años, también los padres emigraron a Barcelona y montaron un comercio, sin el concurso de los hijos, estos  ya tenían sus respectivos trabajos, y así han llegado a la jubilación, tanto padres como hijos.


 Algunos de ellos muy amigos míos. ¡Por cierto!, continúan añorando sus raíces y cuando pueden pasan temporadas en el barrio.

ARREBATOS DE NOSTALGIA








  Recuerdos que asoman como pinceladas pululando en un abismo de incoherencias.

Las nostalgias rompen con intensidad, es como si empujaran desde el interior de un arca, que se resiste a estar cerrada.

Mis primeros veinte años en este mi pueblo,  pateado de niño y hasta la edad adulta, me recuerda tantas imágenes como confusiones.

Los hilos que me conectan con el pasado son frágiles y apenas duran unos pocos segundos, después se diluyen en una nebulosa, a veces impenetrable.

Seis décadas después, complicado ser objetivo:





El tiempo ha levantado barreras en forma de progreso.

Mi intento de poner coherencia entre el pasado y el futuro choca con la inexorable máquina del tiempo que todo lo mezcla, sueño y realidad crean en mi memoria idílicos entornos donde vegetación y vida se complementan con total armonía. 

Isso, laberinto infinito:

Compuesto por multitud de barrios que nunca acabas de conocer y también con casas de campo esparcidas a lo largo y ancho de su geografía, con nombres como casa del olivar, los trigueros, Baltasar, Paco oreja, buenos deseos, puente perdigón, pinos de Julio, La palmera, casa grande, corral de Espinosa, casa del Rano, de Gachero, peña bermeja, molino Falcón, el romeral, casa Pegote, et.et.

Recuerdo caminar por estrechos senderos, cruzando acequias de riego entre troncos de olivos centenarios mezclados con nogales, almecineros, olmos, chopos descomunales como el de la almazara Gachero, edificio natural más alto de nuestro pueblo, hasta que la voracidad del hombre lo hizo desaparece, el chopo al que me refiero era una alta columna de ramas y hojas que hacía de hermoso parasol, creando una sombra densa y privilegiada en los duros meses de verano.
 Un lavadero junto a su grueso tronco y cuatro casas, más una almazara que pertenecía al señorito Gines, complotaban este entorno que en mis años mozos visitaba con frecuencia, porque vivían dos de mis tíos Juan Gachero y Angelica.

De entre la nebulosa del pasado, percibo estrechos caminos, de recorridos tortuosos, multitud de senderos, guilandas, cañadas, acequias, lavaderos, pozas, molinos, calderones, aljibes, hoyas, eras de trilla, et.et.

Cómo no recordar el olor a matanza en navidad, el de almazara en enero, el del azafrán a finales de octubre y en verano hortalizas y rastrojos de cereal recién segado y después de la tormenta, eran olores especiales difíciles de describir para mí.
En cualquier caso, no deja de ser un arrebato de nostalgia, que mi cerebro diseña para hacerme creer, que las cosas solo desaparecen cuando quedan totalmente olvidadas.

viernes, 28 de julio de 2023

Muere el escritor Milan Kundera a los 94 años


  

EL PAÍS


ANTONIO VILLENA FERNANDEZ


AVANCE

Consulte la portada de EL PAÍS, Edición Nacional, del 28 de julio

LOS ÁRBOLES Y EL BOSQUE

COLUMNA

Kundera y el socialismo real: el absurdo y el espanto

El autor de ‘La broma’ reivindicó la libertad como valor supremo en unos tiempos en los que muchos estaban dispuestos a vender la suya —y la de los demás— por una idea

Milan Kundera en 1968.VACHA PAVEL (AP)GUILLERMO ALTARES

20 JUL 2023 - 05:30 CEST

Aprovechando la Primera de Praga de 1968, un estallido de libertad en Checoslovaquia que acabó aplastado por los tanques soviéticos, Jan Kalina decidió escribir el primer estudio serio sobre los chistes durante el comunismo, titulado 1001 chistes.

  Las llamadas anekdot eran obras maestras del humor negro, que también servían como válvula de escape en las dictaduras del socialismo real. Un ejemplo: un hombre regresa del Gulag después de muchísimos años encarcelado. Su madre, muy envejecida, le espera en el andén de la estación de Moscú. Pero él la reconoce inmediatamente. “¿Cómo has sabido sin dudarlo que era yo?”, le pregunta. “Por el abrigo”, responde.




Pero, cosas que pasaban en los países del Este, cuando Kalina mandó a imprenta su libro, se había agotado el papel (el turbocapitalismo actual, curiosamente, también conoce esa escasez). Cuando por fin llegó el material, Checoslovaquia se había convertido en un país ocupado por la URSS y vivía bajo una feroz represión neoestalinista. Pero a los operarios de la imprenta les dio igual: se pusieron a imprimir todo el trabajo que tenían pendiente, sin importarles si era un catálogo de tractores o un ensayo subversivo que se mofaba del comunismo.

 MÁS INFORMACIÓN


Parece increíble, pero el ensayo salió en 1969, se distribuyó sin mayores contratiempos y, cuando las autoridades se dieron cuenta de su contenido, ya había vendido 25.000 ejemplares. Su autor fue condenado a trabajos forzados por “publicar un libro satírico que insulta con crudeza el estado y la sociedad de la República Checoslovaca y su solidaridad con la Unión Soviética”. Esta historia, que resume el absurdo y el espanto de las dictaduras del socialismo real, aparece en un libro del periodista británico Ben Lewis titulado Hammer & Tickle (un juego de palabras entre sickle –hoz– y tickle –cosquillas– que se podría traducir como La hoz y la risa), pero también podría pertenecer a un libro de Milan Kundera, el escritor checo exiliado en Francia desde los años setenta, que falleció el 11 de julio en París.

La primera novela de Kundera, publicada en 1967, durante el estallido de libertad que precedió a la Primavera de Praga, se titulaba La broma (Tusquets, traducción de Fernando de Valenzuela, un periodista y autor con quien los lectores españoles hemos contraído una deuda eterna por sus impecables versiones de la obra del escritor checo). Esta novela, un clásico del siglo XX, relata la historia de un hombre que escribe un chiste político en una postal —”El optimismo es el opio del pueblo”—. Cuando es descubierto por las autoridades, que no aprecian demasiado la ironía sobre la felicidad en el mundo socialista, su propia vida se convierte en una broma muy pesada de la que no logra salir.

El humor es esencial para él”, explicó hace años el periodista francés Jean Daniel, uno de los grandes amigos parisinos de Kundera. “La ironía está en el centro de su vida, la idea de que uno no se puede tomar el mundo en serio”. Sin embargo, el final de la vida de Kundera, sus últimos años de lucidez, se vieron manchados por una historia surgida del socialismo real, una historia terrible, tal vez falsa, tal vez verdadera. Se le acusó, basándose en un documento policial, de haber denunciado a un compañero de residencia universitaria en 1950, cuando Kundera era un ferviente partidario de la URSS. Aquel compañero acabó pasando 14 años en prisión.

El periodista de EL PAÍS Joseba Elola viajó en 2008 a la República Checa para recabar toda la información posible sobre el asunto y escribió un estupendo reportaje titulado ‘Tres checos, un espía y un soplo’. Leyendo aquel texto resulta imposible saber si era verdad, como argumentaban los investigadores, o mentira, como sostuvo Kundera en una declaración pública, apoyado por la mayoría de sus amigos. Resulta difícil, eso sí, obviar la existencia del documento 624/1950 de la policía checa, un informe firmado por el oficial Rosceky: “Hoy, sobre las 16.00, un estudiante, Milan Kundera, nacido el 1-4-1929 en Brno, residente en la residencia de estudiantes de la avenida Jorge VI en Praga 7…”. Muchos creen que aquel escándalo le costó el premio Nobel.

Libros de condolencias en la biblioteca Milan Kundera de Brno.TOMAS SKODA (EFE)

¿Se puede juzgar a Kundera por algo que ocurrió cuando era un joven comunista, después de la Segunda Guerra Mundial y tras la derrota del nazismo, en una época en la que no denunciar a alguien del que se sospechaba podía constituir un delito gravísimo? Para las dictaduras, la delación es un instrumento esencial de represión y en la Europa oriental algunos países, sobre todo la República Democrática Alemana y Rumania, pero también la República Checa, emplearon todo el poder del Estado para reclutar a todos los informantes que pudiesen. Jean Echenoz describe aquel ambiente de terror en Correr (Anagrama), una biografía novelada del atleta checo Emil Zátopek. Un chiste de aquella época decía que si se reunían tres checos, es posible que los tres informasen sobre los demás.

Es injusto y no tiene sentido juzgar desde el presente una decisión tomada en un tiempo terrible, bajo una dictadura. Que aquel informe fuese verdadero o falso no cambia nada la grandeza de Kundera, un novelista que supo utilizar el humor —como sus maestros Cervantes o Rabelais— para contar un mundo que no tiene sentido, y un ser humano que aprendió a renunciar a las patrias y a reivindicar la libertad como valor supremo en unos tiempos en los que muchos estaban dispuestos a vender la suya —y la de los demás— por una idea. Es algo que marcó el pasado de Europa y que, desgraciadamente, puede marcar de nuevo su presente y su futuro.