¡Por cierto!, como anécdota, recuerdo uno de los tenderos del barrio “Omito el nombre”, cuyas relaciones entre el padre y los hijos, dan para escribir un buen anecdotario, el padre era tan enérgico como menudo, digo era, si bien en estos momentos que escribo 9-2009 el padre vive y por lo que me cuentan no ha cambiado mucho.
Recuerdo cuando, (Yo no pasaría de los 12-14, años) que el medio de transporte se componía de un carro con toldo, y una parte colgada de la caja que era una especie de baúl hecho con pleita, ( el nombre ahora no recuerdo) ubicado entre las ruedas y que casi tocaba en el suelo.
A primera hora acomodaba todo lo vendible, que podía arrastrar el animal, un burro al que llamaban “Orejón” con el que el padre abastecía la tienda, eran productos procedentes de Hellín (Almacenes y principalmente de la lonja) y que a la vez utilizaba para la venta ambulante por los diseminados barrios de Isso.
El barrio entero estaba al tanto, cuando le tocaba cargar la mercancía o descargarla, sus enérgicas órdenes a los hijos, eran de continuo, en muchos casos pasaba a desabrocharse la correa, para obtener resultados, eran unas relaciones bastante peculiares.
Los hijos fueran emigrando a la ciudad, donde iban fijando la residencia, y cuando volvían de visita, hablaban maravillas, el mayor de los hijos fue el que más rápidamente se modernizó, y que al parecer gozaba de buenas retribuciones por su trabajo, recuerdo que entre algunas cosas que traía, había un tocadiscos, impensable por aquel tiempo en el pueblo.
En su manera de vestir, ¡Como no!, pantalón de campana y aspecto cuidado, nos convertía a los residentes en pueblerinos, que por entonces, era un insulto.
Las chicas del pueblo, por lo general, quedaban encandiladas del cambio que obraban en los que se habían marchado, siendo chicos de pueblo, y regresaba de hippies.
Este, con buena planta, gusto para vestir y y bien cuidado de aspecto, despertaba admiración en las chicas que le conocían.
La referencia quizá más reseñable, en cuanto a este “Playboy” ¡¡Fue‼, Que en uno de los viajes que hizo de regreso, conoció a una chica en Isso muy jovencita, que con toda la inocencia de la edad, quedo enamorada hasta el punto de marcharse con el (No recuerdo si llegaron a contraer matrimonio).. ¡¡Lo cierto‼, que al poco tiempo, ella regreso de nuevo al pueblo, con la aventura fallida y según se comentó entre otras cosas, que trato modernizarla, algo que ella rechazó, en cualquier caso supongo, que el mundo que él le dibujara, cuando la conoció, no sería tan idílico en la realidad.
Con el paso de los años, también los padres (Tenderos del barrio), emigraron, y montaron un comercio en la ciudad, sin el concurso de los hijos, estos ya tenían sus respectivos trabajos, y así han llegado a la jubilación, P. y A. que continúan añorando sus raíces, y han comprado sendas viviendas en el “Cerrico de la Cruz”, donde nacieron y cuando pueden, pasan temporadas en el barrio.