Conclusiones:
Hasta el momento de comenzar la investigación, solo se sabía
de la existencia de las dos torres contiguas y el comienzo de los dos muros
adosados a ellas; del resto de la fortaleza todo se ignoraba, aparte de alguna
vaga noticia de la existencia de muros antiguos en alguna vivienda de las que
componen la manzana del castillo (Simón, 2011, pp. 196-198). Es por este
conocimiento parcial que se tenía que popularmente ni siquiera era identificado
como un castillo, sino que se le denominaba como la Torre de Isso.
Gracias a los trabajos exhaustivos de arqueología de la arquitectura, llevados a cabo en todas y cada una de las viviendas y solares que componen la manzana, ahora sabemos que, en realidad, esos restos no son sino la cuarta parte de una fortaleza de dimensiones mucho mayores, de planta aproximadamente cuadrangular con unos 44 m de lado, con torreones en las esquinas y con otros menores situados en el centro de, al menos, tres de sus lados.
A pesar de que hemos
conseguido identificar, en buena medida, el perímetro del edificio, quedan por
definir algunos puntos y aclarar determinadas cuestiones importantes, como todo
lo relacionado con el acceso o accesos, la disposición exacta del frente
oriental, así como la relación con el castillo de un aljibe situado fuera de su
perímetro.
Otro de los avances que hemos logrado en el transcurso de esta campaña ha sido llegar a saber que la fortaleza no se levantó en un único momento, sino que, al menos, hubo dos fases constructivas bien diferenciadas: la más antigua a base de basamentos de calicanto y alzados de tapiería calicostrada, y la más reciente compuesta por tapias de hormigón. Esta última podría coincidir en buena medida con las dos torres y con los lienzos de muralla a ellas asociados. También se ha detectado, especialmente con motivo de las intervenciones arqueológicas realizadas en el frente septentrional, la existencia de una fase tardía, consistente, básicamente, en el forro de las fábricas originales mediante obra de tapia de hormigón.
No hay conexión entre estas reformas y la construcción
de las dos torres y los lienzos asociados del ángulo sudoccidental del
castillo, por lo que no sabemos si ambas corresponden a un mismo momento o no.
Por tanto, después de la construcción original hay evidencias de varias
reformas en el perímetro del castillo, las más importantes son las dos
comentadas, pero no sabemos si ambas reflejan dos momentos constructivos
diferentes o si se trata del mismo.
En
cuanto a la cronología de las fases del castillo y, lógicamente, a su
interpretación histórica, también hemos logrado avances, aunque persisten dudas
importantes.
Sabemos, en líneas generales, que las dos o tres etapas han de situarse entre los siglos XII y XIV, aunque no podemos afinar mucho más por falta de datos, y esto es importante porque de ello depende la adscripción de cada una de ellas a época andalusí o cristiana.
Se han tomado muestras para análisis de Carbono 14 de maderas y hueso procedentes de la torre del ángulo suroeste, que sería en principio de la fase más tardía, y hasta el momento contamos con tres dataciones: 2 de ellas (maderas) ofrecen una fecha de entre 1090-1250 y la tercera (hueso) de 1270-1390. Por consiguiente, y a falta de que se nos faciliten los resultados de los análisis del resto de las muestras que son la mayoría, esta aproximación a la cronología absoluta del edificio no está proporcionando resultados concluyentes.