PASADO

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LA SOBERBIA TIENE UNA HIJA Y ES LA INGRATITUD, (EL QUIJOTE)

martes, 10 de septiembre de 2024

FORTALEZA MEDIEVAL DE ISSO / Conclusiones 2

 En época tardo-andalusí, las fortalezas levantadas por el Estado y las edificadas por las comunidades locales para su autodefensa acostumbran a presentar diferencias constructivas.

 A partir de época almorávide, las primeras son obras que presentan sólidas tapias de hormigón en los basamentos y zócalos mientras que el resto del alzado se hace con tapias de tierra calicostrada: este es, por ejemplo, el caso de las fortalezas y almunias levantadas por Ibn Mardanīš en Monteagudo a mediados del siglo XII. 

Durante esos mismos años, las fortalezas levantadas en los ḥuṣūn del medio rural estaban generalmente constituidas por basamentos de mampostería tomada con mortero bastardo y alzados de tierra, como se puede comprobar en las alcazabas de Siyāsa (Cieza) o Sierra (Tobarra). No obstante, también consta la existencia de fortalezas campesinas levantadas con tapial desde su arranque, en estos casos no cambia la técnica fundamental, pero sí los materiales constituyentes de las tapias, como por ejemplo el castillo del Río de Aspe (Alicante) o el de Alpera (Albacete). 

Por consiguiente, si el castillo de Isso primigenio fuera andalusí, desde el punto de vista técnico podría ser una obra construida tanto por iniciativa estatal como por la comunidad campesina.

Cabría también la posibilidad de que se tratara de un castillo construido inmediatamente después de la conquista. En este caso, podría ser una fortaleza-residencia señorial, aunque las dimensiones parecen a todas luces excesivas para este propósito; o bien, podría tratarse del recinto fortificado de una puebla o pequeño concejo cristiano de nueva creación, del tipo que encontramos en poblaciones relativamente próximas como Socovos o Taibilla (Navarro, Jiménez, 2009, pp. 734-737).

El análisis territorial nos ha permitido aproximarnos a las peculiaridades del poblamiento del término de Isso en la Edad Media, algo fundamental para interpretar adecuadamente la propia fortaleza, de acuerdo con las hipótesis planteadas previamente. Gracias a ello, sabemos que el pequeño núcleo habitado en torno al castillo se ha servido tradicionalmente de la fuente situada 3 km al norte de la población actual. 
Este manantial se dividía mediante partidores de los que arrancaban acequias que irrigaban los pagos asociados a pequeñas aldeas o “barrios” que jalonan el territorio en un número en torno a las tres decenas.
 Otras fuentes como la Pestosa, la del Hilo de Polope y la de las Mercedes, irrigaban los heredamientos de otras alquerías, conformando así un poblamiento relativamente intenso, aunque disperso, que podría explicar la monumentalidad de la fortaleza objeto de este trabajo, de tamaño y extensión demasiado considerables si solo estuviera en relación con el caserío que la circunda. 
A la luz de la información arqueológica de que actualmente disponemos del castillo de Isso y de las prospecciones de su territorio, así como del análisis de los modelos que se han podido estudiar en el entorno, propondremos una hipótesis acerca de su evolución histórica.

 El poblamiento disperso del territorio de Isso, a base de pequeñas alquerías o “barrios” que conocemos bien a partir de la documentación posterior a la conquista cristiana, creemos que estaba condicionado por la geografía del término, dividido en vallejos y pequeñas vegas paralelas que se extendían de norte a sur, por los que circulaban las aguas de varias fuentes, esta disposición del territorio creemos que también determinó el patrón de poblamiento en época andalusí. 
Junto a la vega más importante se situaría la alquería mayor, en torno a una muela que facilitaba su defensa y la de los otros núcleos menores del territorio. Quizás también aquí se situaba un oratorio que seguramente también daba servicio como mezquita aljama rural a todas las alquerías.
 En cualquier caso, es necesario reconocer que, en el estado actual del conocimiento, no existe evidencia arqueológica alguna de esta alquería andalusí asociada a la fortaleza.

domingo, 8 de septiembre de 2024

FORTALEZA MEDIEVAL DE ISSO / Conclusiones 1

 

Conclusiones:

Hasta el momento de comenzar la investigación, solo se sabía de la existencia de las dos torres contiguas y el comienzo de los dos muros adosados a ellas; del resto de la fortaleza todo se ignoraba, aparte de alguna vaga noticia de la existencia de muros antiguos en alguna vivienda de las que componen la manzana del castillo (Simón, 2011, pp. 196-198). Es por este conocimiento parcial que se tenía que popularmente ni siquiera era identificado como un castillo, sino que se le denominaba como la Torre de Isso.

Gracias a los trabajos exhaustivos de arqueología de la arquitectura, llevados a cabo en todas y cada una de las viviendas y solares que componen la manzana, ahora sabemos que, en realidad, esos restos no son sino la cuarta parte de una fortaleza de dimensiones mucho mayores, de planta aproximadamente cuadrangular con unos 44 m de lado, con torreones en las esquinas y con otros menores situados en el centro de, al menos, tres de sus lados. 

A pesar de que hemos conseguido identificar, en buena medida, el perímetro del edificio, quedan por definir algunos puntos y aclarar determinadas cuestiones importantes, como todo lo relacionado con el acceso o accesos, la disposición exacta del frente oriental, así como la relación con el castillo de un aljibe situado fuera de su perímetro.

Otro de los avances que hemos logrado en el transcurso de esta campaña ha sido llegar a saber que la fortaleza no se levantó en un único momento, sino que, al menos, hubo dos fases constructivas bien diferenciadas: la más antigua a base de basamentos de calicanto y alzados de tapiería calicostrada, y la más reciente compuesta por tapias de hormigón. Esta última podría coincidir en buena medida con las dos torres y con los lienzos de muralla a ellas asociados. También se ha detectado, especialmente con motivo de las intervenciones arqueológicas realizadas en el frente septentrional, la existencia de una fase tardía, consistente, básicamente, en el forro de las fábricas originales mediante obra de tapia de hormigón. 

No hay conexión entre estas reformas y la construcción de las dos torres y los lienzos asociados del ángulo sudoccidental del castillo, por lo que no sabemos si ambas corresponden a un mismo momento o no. Por tanto, después de la construcción original hay evidencias de varias reformas en el perímetro del castillo, las más importantes son las dos comentadas, pero no sabemos si ambas reflejan dos momentos constructivos diferentes o si se trata del mismo.

En cuanto a la cronología de las fases del castillo y, lógicamente, a su interpretación histórica, también hemos logrado avances, aunque persisten dudas importantes.

Sabemos, en líneas generales, que las dos o tres etapas han de situarse entre los siglos XII y XIV, aunque no podemos afinar mucho más por falta de datos, y esto es importante porque de ello depende la adscripción de cada una de ellas a época andalusí o cristiana. 

Se han tomado muestras para análisis de Carbono 14 de maderas y hueso procedentes de la torre del ángulo suroeste, que sería en principio de la fase más tardía, y hasta el momento contamos con tres dataciones: 2 de ellas (maderas) ofrecen una fecha de entre 1090-1250 y la tercera (hueso) de 1270-1390. Por consiguiente, y a falta de que se nos faciliten los resultados de los análisis del resto de las muestras que son la mayoría, esta aproximación a la cronología absoluta del edificio no está proporcionando resultados concluyentes.

Técnicamente, el empleo del tapial para fabricar muros de hormigón se desarrolló durante toda la Edad Media a partir de fines del siglo XI sin cambios significativos, por lo que el análisis de la técnica constructiva no nos facilita avanzar en este sentido.

lunes, 2 de septiembre de 2024

FORTALEZA MEDIEVAL DE ISSO / 40

 

En este momento se repiten operaciones de trasdosado, pero ya no de muros sino de
espacios. 

Aparece una nueva necesidad de superficie doméstica junto a una vocación de aprovechamiento y reutilización que cambian la lógica de las intervenciones: sobra espesor de muro y se ambiciona espacio, lo que antes era exterior que había que proteger ahora se convierte en elemento interior, privado, y se manipula casi sin limitación.

La muralla subsiste en la medida que sigue siendo útil y, en la mayoría de los casos, fue como pared medianera (Figs. 26 y 31). 

En los tramos en los que no es demolida, se la reduce al mínimo indispensable para asegurar una capacidad de carga adaptada a las nuevas necesidades. 

Cuando no se le adosan casas por el exterior, sus alzados son eliminados, como sucede en su flanco occidental, concretamente en los frentes de las casas que allí se abren (parcelas 2 y 14) (Fig. 53).

La pervivencia de aspectos culturales asociados a una tradición constructiva relacionada con el entorno y sus recursos,


hizo que las nuevas edificaciones se basaran en el uso de la tierra y el empleo, ininterrumpido, de la tapiería, junto con la madera, el yeso y, excepcionalmente, la cerámica. 




Las nuevas casas, última etapa en la evolución de la fortaleza, no la redujeron a la condición de despojo sino que escribieron una nueva página de su historia, con toda la


riqueza de una cultura popular que, aunque en declive,mantiene una débil llama en los hogares que, apenas, subsisten (Fig. 54).