PASADO

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LA SOBERBIA TIENE UNA HIJA Y ES LA INGRATITUD, (EL QUIJOTE)

lunes, 8 de septiembre de 2025

Día 24/08/2.008.

 

Son las 22 horas.

 Las vacaciones han terminado y una vez más registro mi estado de ánimo, y como en años anteriores experimento una sensación similar a la que deben sentir los niños, al asistir por vez primera a la guardería.

En primer lugar, deseo manifestar que las vacaciones se perciben cada vez más como una situación difícil de analizar, desde mi perspectiva personal, hasta el punto, de cuestionar mi capacidad para comprender objetivamente mi propia realidad.

Con el tiempo, van ocurriendo hechos, que, aunque no sean especialmente significativos, los percibo de manera negativa, debido a mi estado de ánimo.

 Esto me genera cierto pesimismo que afecta moderadamente en mi día a día si bien procuro disimular.

 Estas razones pueden estar relacionadas tanto el ámbito laboral, como con otros aspectos de mi entorno.

Sin embargo, existe una variable relevante en esta situación, “La edad”.

 Tener 57 años me genera cierta confusión respecto a mi utilidad.

Las grandes empresas ya no les importa tanto la experiencia de sus trabajadores.

Esto ocurre, porque jóvenes bien preparados, están llegando al mercado laboral cuyos salarios de partida son irrisorios comparados con aquellos que ya llevamos varias décadas acumulando antigüedad y otros incentivos

 Esta percepción, sumada a lo anteriormente expuesto, genera en mí una sensación inédita de cuestionamiento sobre mi competitividad.


miércoles, 3 de septiembre de 2025

ISSO / Laberinto infinito

 

Memoria y nostalgia de Isso

Los recuerdos asoman como pinceladas dispersas, flotando en el abismo de incoherencias que deja el paso del tiempo. Las nostalgias irrumpen con intensidad, como si empujaran desde el interior de un arca que se resiste a permanecer cerrada.

Infancia y juventud en Isso

Mis primeros veinte años en este mi  pueblo y  recorridos desde la niñez, hasta la adultez, evocan tantas imágenes como confusiones. Los paisajes, las casas y los parajes, recorridos infinidad de veces, se entremezclan con emociones y fragmentos de experiencias.

La fragilidad de los recuerdos

Los hilos que me conectan con ese pasado son frágiles, apenas duran unos segundos antes de diluirse en una nebulosa impenetrable. Sin embargo, en esos brevísimos instantes, la memoria logra reconstruir entornos y sensaciones que, aunque algo distorsionados y mezclados con sueños, siguen formando parte esencial de mi identidad.

 Seis décadas después, complicado ser objetivo:

El tiempo en Isso y la memoria reconstruida

 Intentar conectar el pasado con el presente se convierte en un esfuerzo complejo, pues la memoria actúa como una máquina incesante que entrelaza confusos recuerdos, con mosaicos definidos y concretos.

Esta mezcla, a menudo caprichosa, genera entornos donde la vegetación y la vida parecen fundirse en perfecta armonía, evocando imágenes idílicas que florecen en el espacio donde realidad y nostalgia se encuentran.

 Isso, laberinto infinito:

Entre los pliegues de la memoria, surge el recuerdo de un Isso sembrado de barrios y viviendas dispersas, extendiéndose en todas direcciones, cada cual con su propio nombre y personalidad. 

Había barrios y casas que parecían brotar de la tierra misma, formando una geografía casi interminable de lugares familiares y entrañables. Nombres como “Casa del Olivar”, “Los Trigueros”, “Baltasar”, “Paco Oreja”, “Buenos Deseos”, “Puente Perdigón”, “Pinos de Julio”, “La Palmera”, “Casa Grande”, “Corral de Espinosa”, “Casa del Rano”, “De Gachero”, “Peña Bermeja”, “Molino Falcón”, “El Romeral”, “Casa Pegote”, entre otros, componían un auténtico mosaico rural. 

Cada topónimo evocaba historias, relaciones y vínculos invisibles que tejían la vida cotidiana del pueblo, en un laberinto de lugares, donde la memoria y la identidad se funden y se reconocen.

Árboles emblemáticos: 

Entre todos destacaba el plátano monumental de la almazara Gachero; era el edificio natural más alto de Isso, hasta que la intervención humana dictó su desaparición.

 Su gran altura y anchura,ofrecía bajo sus espesas ramas, una sombra impenetrable,aprovechada por jornaleros en las duras jornadas de siega y trilla, era el lugar perfecto para dar buena cuenta de las viandas de merendera, y la bien merecida siesta.

El lavadero, la almazara y las casas familiares



A la sombra del imponente tronco del chopo, se extendía un pequeño universo rural compuesto por un lavadero, cuatro casas y la almazara propiedad del señorito Gines. Este era un lugar frecuentado en mi infancia, donde la presencia constante de mis tíos Juan Gachero y Angélica daba vida y calor al entorno. Estas edificaciones, junto al árbol monumental, trazaban un paisaje íntimo, cotidiano, que permanece grabado en la memoria con la fuerza de lo irrepetible.

Caminos y elementos del paisaje cotidiano

En ese mosaico rural, la memoria también rescata la imagen de senderos estrechos que serpenteaban entre huertas y barrios, formando una red de recorridos tortuosos.

 Acequias, guilandas y cañadas surcaban el terreno, acompañadas de lavaderos y pozas que servían de punto de encuentro y trabajo. Molinos, calderones, aljibes, ollas y eras de trilla completaba ese entramado, componiendo una geografía en la que cada elemento tenía su lugar y su significado, y donde el paso del tiempo parecía detenerse entre la rutina y el asombro cotidiano.

Memoria olfativa y nostalgia rural

Los aromas de las estaciones

Cómo no recordar el olor a matanza en navidad, el de almazara en enero, el del azafrán a finales de octubre y, en verano, las hortalizas y los rastrojos de cereal recién segado después de la tormenta, el campo desprendía fragancias especiales, difíciles de describir para mí, pero profundamente ligadas al ciclo de la vida rural.

La persistencia de los recuerdos

En cualquier caso, no deja de ser un arrebato de nostalgia, que mi cerebro diseña para hacerme creer que las cosas solo desaparecen cuando quedan totalmente olvidadas.

lunes, 25 de agosto de 2025

LA FUENTE DE ISSO (Reflejo de un desequilibrio)



El pasado y el presente de la fuente

En otros tiempos, la fuente de Isso era reconocida por sus aguas cristalinas, llenas de vida y vitalidad para todo el entorno. Sin embargo, actualmente el manantial parece llorar lágrimas de fuego, mientras el viento levanta polvo seco de lo que alguna vez fue su lecho fértil.



La transformación dolorosa

Hoy, un silencio siniestro y sobrecogedor envuelve el lugar. Todo ha muerto. Las perforaciones agresivas en las entrañas del acuífero han roto, o están a punto de romper, un equilibrio milenario que sostenía la vida en la región.



Orígenes y responsabilidad generacional

Quizás la fuente fue la primera semilla del porqué de nuestro pueblo en este lugar. Ahora, frente a su deterioro, emerge una vergonzosa gesta de nuestra generación: nos hemos convertido en simples inquilinos de paso en Isso, cruzando campos ajenos sin detenernos, como lo expresa una canción de Víctor Manuel.


Reflexión sobre el presente

La vida moderna parece estar marcada por el descuido, la prisa y la necesidad. Surge la pregunta: ¿qué motores nos impulsan a despreciar las leyes naturales de nuestro entorno con semejante frivolidad?


El conocimiento y la ignorancia

Recordando a un filósofo griego, entendemos que el conocimiento puede ser tanto bien como mal. Sin embargo, en estos tiempos, el bien deja de serlo cuando se usa de forma irresponsable, como sucede en la relación actual con la fuente de Isso.

13/09/2.025