En mi animo no esta el trasmitir una idea mas o menos partidista...pues entiendo que el problema esta mas allá de los partidos politicos.Creo que es la manera, de como, los españoles, tendemos a la radicalidad cada cierto tiempo.
UN ARTICULO MUY COMPLETO DE SANTOS JULIA, SOBRE
Venimos de un Estado pobre,
menesteroso, por no decir miserable, más que endeudado, en permanente
bancarrota desde la guerra de la independencia hasta la guerra de Cuba. En
medio, guerras civiles entre liberales y carlistas y, después, los continuados
desastres de la guerra de Marruecos, que prolongaron la situación de quiebra
hasta bien entrado el siglo XX, cuando “pacificado” el protectorado marroquí,
una enésima rebelión militar, con su secuela en forma de revolución obrera y
campesina, arrasó de nuevo al Estado dejando
aquella espantosa ruina que fue la herencia recibida por quienes penamos la suerte de nacer en los años del hambre.
aquella espantosa ruina que fue la herencia recibida por quienes penamos la suerte de nacer en los años del hambre.
Es un tópico de nuestra historia
atribuir la floración de naciones, venidas a la existencia en la coyuntura de
aquel fin de siglo, a una debilidad congénita del Estado español. ¿Debilidad,
se podría preguntar, o más bien ausencia? Cuando Ortega publicó su apelación a
la República, varios años después de que Azaña lanzara la suya, cerró su
memorable artículo con un “¡Españoles, no tenéis Estado, reconstruirlo!”. El
Estado español de los años veinte del siglo pasado se había convertido en una
especie de sociedad de socorros mutuos, había escrito también nuestro más
ocurrente filósofo. Ocurrencia genial en este caso, porque en efecto todo el
aparato del Estado no daba más que para sostener a aquella sociedad que en otra
ocasión el mismo Ortega calificó como vieja España.
ARTE INDIGENTE |
Ese fue el Estado que heredamos:
nada de extraño que, cuando llegamos a la edad de la razón política,
quisiéramos ser como los franceses. Parecerá una tontería, pero aquel querer ser como actuó al modo de
espoleta, movilizando energías y recursos, despertando voluntades y agudizando
inteligencias para acabar de una buena vez con el lamento y poner manos a la
obra: en pocos años dejamos de querer
ser como y emprendimos la tarea de ser como. En resumen: un Estado democrático al modo de
Europa, con un potente sistema de salud, educación primaria universal y
gratuita, institutos para enseñanza media, universidad en expansión, centros de
investigación, pensiones. El español era por fin como los europeos un Estado
sostenido en el compromiso keynesiano, en bienes públicos que amortiguan las
desigualdades sociales inherentes al sistema capitalista.


Aunque la propaganda política se
cebe en desprestigiar a los funcionarios como individuos que una vez
conquistada su plaza se echan a sestear, es lo cierto que en la historia de la
Universidad y de los centros superiores de investigación de España nunca se
había publicado, debatido o celebrado simposios como en los últimos 30 años.
Nunca tantos españoles han participado en tantos proyectos internacionales de
investigación o han ganado una plaza docente en universidades extranjeras. Pero
nunca tampoco han vivido tantos investigadores, con decenas de artículos
publicados en las mejores revistas de su especialidad, tan en precario, como
becarios hasta cumplidos los 40 años, o haciendo ya las maletas. Y el panorama
no es muy diferente si se mira a la educación primaria y media: miles de
profesores que habían concursado con éxito en oposiciones para plazas docentes
y que solo pudieron ocuparlas de forma interina se han encontrado con el
despido mientras se expanden los colegios concertados.El mensaje es: si quieres un médico, hazte un seguro; si
necesitas un buen colegio, páguelo


