Son la 7 de la tarde del mes de junio de 2.014. El fuerte calor de la pasada siesta, ya es más llevadero, mí pedaleo es muy sosegado, el camino que tomo es el de bajada desde Bolos, y llegando a la cuesta matapollo, veo junto al camino, sentado sobre
la coronación
de una
arqueta de riego, a Morcillo, issero entrado en años, pero aún bastante lúcido. Detengo la bici y después
de saludarle, le hago una pregunta, ¿Porqe desde hace algunos años solo siembra alfalfa y no hortaliza?.
Según me cuenta, dejó de sembrar porque se la robaban, el tono de su respuesta fue de impotencia y resignación.
Después, como suele suceder cuando hablo con personas mas mayores que yo, ( 15 / 20 años), le escucho un buen repertorio de vivencias de todo tipo y fue como un manantial inagotable. Le escucho con mucho interés, porque algunos de los relatos que me contó, también a mi me hicieron recordar.
Su percepción sobre los robos en el
campo, me decia, que antes se robaba para comer. Hoy día me contaba, que los que roban no lo hacen para comer.
Este hombre fue durante un tiempo el fisioterapeuta del pueblo, esguinces, cuerda
montadas o problemas de tendones, solía
tratarlos con éxito, y sin cobro alguno, y al hilo de
la conversación le he recordado que yo también fui paciente suyo.
Recuerdo que una navidad de los años 70, y después de varios meses con
molestias en una de mis muñecas, decidí
pasar por su casa, y el diagnóstico por su parte fue el de, "una cuerda montada ", cuando me vio y me toco el lugar del dolor, me dijo que había dejado que anudase, y ahora había que bajarla con paciencia.
Me previno, que
si quería curarme, tenía que estar preparado a pasar un mal rato, acepte el reto, y se puso manos a la obra
Recuerdo que preparó medio vaso de aceite de oliva, y como estábamos en navidad, saco el aguilando, el se preparó medio vaso de coñac, y nos acomodamos, cuando cogió mi mano con las
suyas, sus dedos doblaban el tamaño de las míos, era un hombre rocoso y corpulento, mi edad sería de unos 26-27 años.
Cuando
habían transcurrido unos 15 minutos, pasando una y otra vez sus dedos, y apretando como
tenazas untadas de aceite, sobre el abultamiento de mi muñeca, mis sudores eran copiosos y veía todo tipo de estrellas, él también mostraba signos del esfuerzo, pero una y otra vez repetía que había de finalizar, para
no tener que volver a pasar otro mal rato, recuerdo, que una y otra vez untaba
su dedo pulgar con aceite y vuelta a empezar.
En un momento dado, y cuando los dos estábamos
con cierto nerviosismo, quiso echar un trago y se confundió de vaso, tomándose el del aceite que se lo lo bebió de un trago. Pese al mal rato que estábamos pasando y en especial yo, ambos reímos, pero él, sin hacer ascos, repitió con el de coñac, de nuevo relleno el de aceite y continuo hasta finalizar la tarea, que dicho sea de
paso fue con éxito, pues no volví a sentirme de la dolencia.
Mientras conversábamos llegó Pepe del pocico, quinto mío: Me despido de
Morcillo y caminó un rato junto a él y su señora, con la bici de la mano, dirección a buenos deseos y la casa de Paco Oreja, también recordamos alguna
anécdota de la mili.
Al poco, me subí de nuevo en la bici y continúe ruta hasta llegar a uno de esos lugares, que
siempre me gusta redescubrir, "El Molino Falcón".
Y viendo el río mundo, llegan los recuerdos, y las emociones vividas en este lugar en mi adolescencia, lastima no tener la pluma de Galdós o Azorín, para hacer que la descripción de este lugar fuese una evocación real, de lo que veo con los ojos cerrados. Fue referente veraniego de la comarca de Hellin, en las décadas 50 y 60, de bañistas jóvenes y menos jóvenes.
También era punto de encuentro en fiestas de familias al completo, y lo recuerdo como un rincón escapado de un bosque tropical.
Hoy miro con tristeza lo que veo, un terreno talado, lleno de ramas secas y las casas del molino, que solo quedan los escombros, hasta las pequeñas parcelas de las orillas del río, que en su día se cultivaban hortalizas, están perdidas, y para redondear el macabro final, las aguas fecales de Isso sin depurar, descargan en el río unos 50 metros más abajo.
Finalizo el paseo, cortando un par de cañas para los
tomates, y regreso con la bici a Bolos, agradecido porque las piernas me están dando un respiro,
cuestión que aprovecho para estos menesteres con los que tanto disfruto .
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Como indico al principio de la entrada, esta fue hecha en 2.014, y hoy domingo 28/11/ 2021, he asistido al entierro de Morcillo.