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LA SOBERBIA TIENE UNA HIJA Y ES LA INGRATITUD, (EL QUIJOTE)

domingo, 8 de junio de 2014

SENTIRSE MAL, (A. Gabilondo) Y OPINIÓN, ( A. Villena ) /


Ángel Gabilondo


Basta vérselas con el dolor y el sufrimiento, y con la soledad de quienes no disfrutan de buena salud o no tienen condiciones para una vida digna, para retener la retahíla de quejas y contener el tono de constante lamento.
 En innumerables ocasiones quienes más argumentos tienen para hacerlo no disponen de las mínimas condiciones para mostrarlo.

La pérdida de fuerzas y de razones, el desconcierto ante la situación, la incapacidad o la imposibilidad de afrontarla y la infinita tristeza que ello conlleva nos anuncian lo que no requiere demasiadas proclamaciones. Y ya ni siquiera una exposición de motivos o una catalogación de las causas producen alivio alguno.

También hay un enigma en el malestar, que no siempre se diluye con una relación de explicaciones. Incluso en el caso de males procurados por uno mismo o por los demás, el asunto no se sutura con la atribución de culpabilidades. Podría aliviar, pero el alivio no siempre se recompone.

En determinadas coyunturas, en situaciones extremas, ni siquiera es fácil la compañía, ni la de acompañar, ni la de ser acompañado, ni se hace muy factible ni una comprensión ni una entereza con más contenido que un simple ponerse relativamente cerca. O acertar con la distancia adecuada. A veces, estar mal incluye precisamente estarlo con otros, y para con los otros, dado que, en cierto modo, ya se haya insatisfecho e incómodo para con uno mismo.

DE ÁNGEL GABILONDO (Sentirse mal)


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OPINIÓN:        A.  VILLENA
La lucidez de Ángel Gabilondo, tratando escollos tan delicados, como los que relata, y también la lucidez y agilidad en como lo relata, hace que muchos entre los que me encuentro,nos veamos reflejados y afectados por situaciones semejantes,en algun momento de nuestra vida.

  Poco que añadir a esta porción de artículo, que refleja la angustia y el desplome de un ser humano, cuando se ve dañado por cualquier dolencia en donde el entorno no puede evitar esa percepción de soledad y de debilidad extrema.

Son muchas las veces, que en una situación de desplome, no sólo físico, sino mental, podemos desear no ver a nadie, esto sin duda hay que respetarlo, ahora bien, creo que es una opción que siempre ha de ser decidida por el  afectado.

Fotos bajadas de Internet.
                                





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