Mi hermana María:
Resulta difícil aceptar su pérdida, en cualquier caso, ninguno de los que la rodeamos a lo largo de su vida pudimos estar a su altura, en cuanta entrega y sacrificio por los suyos, diría que ha sido un privilegio haberla tenido como hermana.
En mi caso, la deuda moral adquirida quedará pendiente por
vida, y sin duda se actualiza continuamente, pues ni se puede, ni se desea
archivar el recuerdo de alguien que ha sido ejemplo de todas las buenas cualidades imaginables para con los demás.
Cuando tratas de
achicar el dolor que te produce, no es
fácil, y sin duda acabamos pagándolo de muchas maneras.
Su pérdida, tres meses después de la de mi Vicente, dejó
tocada mi familia de manera que nunca podrá reponerse.
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