Me preocupa el futuro político de la Unión Europea y de España. Ustedes afrontan grandes decisiones. Escocia, con Reino Unido.
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Domingo,
29 de julio de 2001 - Número 307 GESCARTERA | CISMA EN LA ONCE La guerra entre Mario Loreto y Rafael de Lorenzo
Guerra a bastonazos:TRAS LAS DIMISIONES en la ONCE hay mucho más que el escándalo Ges cartera. Una batalla en la ardiente oscuridad ha enfrentado a dos bandos de invidentes que no hanahorrado intrigas, mentiras ni zancadillas CRISTINA LÓPEZ SCHLICHTING Vicepresidente primero del Consejo General de la ONCE y verdadero poder fáctico de la organización, y Rafael de Lorenzo, ahora ex vicepresidente de Fundación ONCE, ha sido a muerte. Y el escándalo de Ges cartera se ha cobrado la cabeza del segundo. Pero las dimisiones de esta semana no son más que la batalla final de una guerra civil en la oscuridad, tejida con favores políticos, mentiras y envidias.La oferta que Enrique Giménez-Reyna, ex secretario de Estado de Hacienda, les hizo en1998 a cambio de invertir en la agencia no era baladí. Exenciones fiscales para los premios del cupón y participación en una nueva y sustanciosa lotería eran un anzuelo nada despreciable para cualquiera con una perspicacia como la de Max Estrella, el personaje de Ramón del Valle Inclán. Que pecasen es humanamente comprensible, que ahora mientan, no tanto. Y para desenmascararlos es importante conocer la hondura del odio entre los dos protagonistas de esta historia, gestado hace muchos, muchos años. Cuando, después de la Guerra Civil, doña Carmen Polo de Franco concibió la idea de fusionar todas las organizaciones regionales de ciegos de España, estaba lejos de imaginar que la ONCE llegaría a administrar un presupuesto de 400.000 millones de pesetas y a convertirse en un temido poder fáctico. Al lado de «la Collares», un ciego genial, Antonio Vicente Mosquete, fue el encargado de aporrear las puertas de El Pardo y sacar a Franco de su letargo. Gracias a su inteligencia y tozudez, nació un cupón nacional de invidentes que se convertiría con el tiempo en una gallina de los huevos de oro. En los años 70, una generación de ciegos preparados intelectualmente, alejados ya de la tradicional miseria del romance y la guitarra, decidió dar un nuevo impulso a la ONCE. Esta apertura al mundo de la empresa y de las inversiones culminó con la etapa de Miguel Durán y la compra de medios de comunicación como Telecinco, Onda Cero o El Independiente. Pero lo que había parecido El Dorado, terminó con un jarro de agua fría al socaire de los escándalos financieros en los años 90. Desde entonces, se perfilan en la organización dos corrientes nítidas, dos estilos de hacer empresa y hasta de vivir la ceguera. Mario Loreto y Rafael De Lorenzo son los arquetipos de ambos. Inteligente y ambicioso, De Lorenzo García, de 49 años, es el ciego self-made. Doctor en Derecho por la Universidad de Alcalá de Henares, premio extraordinario de su promoción, fue profesor de Derecho del Trabajo en la UNED durante 12 años y es el tipo de persona que ha contribuido a demostrar la autonomía y posibilidades del invidente. Es, como dice uno de sus conocidos, «un tipo desenvuelto y llegador». El PSOE descubrió pronto sus capacidades comunicativas y su carisma y lo enroló para la política. Desde 1989 a 1995 fue diputado autonómico en la Asamblea de Madrid y portavoz del grupo en asuntos de integración social. De Lorenzo tiene una mujer guapa y con clase, una rubia llamada Almudena Gómez, y que al menos hasta ahora dirige la cadena de tiendas Galenas, una red de establecimientos de regalos gestionada y atendida por discapacitados. En un estilo en armonía con su vida, Rafael de Lorenzo lleva gafas de sol para cubrir sus ojos dañados y gasta trajes de buen corte. La imagen que encabeza este reportaje lo distingue a simple vista de Mario Loreto Sanz Robles, un sindicalista de 51 años que detesta las corbatas. Nacido en Miranda del Castañar (Salamanca), Loreto padeció retinosis pigmentaria a los seis meses y estudió en el colegio de la ONCE de Madrid. Desde ese momento, toda su trayectoria estuvo vinculada a la organización. En 1972 se trasladó a Palma de Mallorca como vendedor de cupones y su ascenso político se debió a la militancia en los partidos y sindicatos internos. Fue, en efecto, secretario general de la Unión de Trabajadores de la Once (UTO) y, desde 1987, presidente de Unidad Progresista (UP), el partido que monopoliza la gestión de la organización y al que pertenece la mayoría de los afiliados (los otros dos son los insignificantes Alternativa Social, y Grupo Cero). La culminación de esta carrera fue su nombramiento como asesor del Consejo General en ese mismo año y su ascenso, en 1989, a la Vicepresidencia Primera. Mario Loreto tiene un trato campechano y sus escritos un sesgo populista. Profundamente enraizado en la organización, se le conoce como El Coronel. Lo que él manda, se hace o, al menos, eso es lo que dice su gente. Para este salmantino, la diversificación de inversiones es un fenómeno peligroso y, en general, prefiere no correr riesgos económicos. Su meta es el ciego y su promoción, dentro de un esquema tradicional y corporativista. EL DECLIVE DEL CUPÓN Nada de esto tendría importancia si no fuese porque el cupón de la ONCE está en un lento receso. Pasaron los históricos tiempos de la amistad con el vendedor, del rito diario en la esquina de la calle para comprar los iguales. Con la Primitiva y la Bonoloto, los casinos, los bingos y las maquinitas tragaperras, los cuponeros saben bien que cada vez es más difícil trabajar. Ante la perspectiva de problemas económicos, De Lorenzo apostaba por una gestión empresarial moderna y aperturista, y Loreto representaba el polo conservador. Durante años, ambos se han temido, espiado y combatido. Atrincherado en ONCE, Loreto siguió las gestiones de De Lorenzo al frente de la Fundación y supo como éste se hacía las mejores amistades entre la cúpula política española y salía más y más en las fotografías. Se había convertido en presidente de la Comisión de Política Social del EDF (Fondo Europeo de Discapacidad) y en secretario general del Fermi (Comité Español de Representantes de Minusválidos), de modo que sus influencias se extendían a Europa, de donde empezaba a recibir generosas subvenciones. Tenía amigos entre los poderosos y paniaguados en el sector de las ayudas sociales. Su serenidad y su sentido del humor empezaron a desquiciar a Loreto. Cuando la Fundación ONCE ganó para el período 2000-2006 el concurso «Programa Acción» para la integración de discapacitados, convocado por el Fondo Social Europeo, la crispación fue tan grande que la dirección de la organización llamó a De Lorenzo para dejar claro que el dinero sería repartido por el Consejo General, y no por la propia Fundación. Y es que se estaba hablando de decenas de miles de millones repartidos en seis años. Poco antes, a finales de los 90, habían irrumpido en el escenario, como hadas generosas, los Giménez-Reyna. Era la época en que Rato intentaba poner impuestos a los premios de la ONCE y en que se discutía la aprobación de la llamada «lotería instantánea», un sistema de «rasca y gana» que en otros países ha resultado un filón y que hubiese sido un enemigo letal para el cupón. La posibilidad de comprar una papeleta y obtener el premio de inmediato desbanca ampliamente a la competencia. Desde que se hicieron públicas las inversiones de Fundación ONCE en Ges cartera (que han provocado la pérdida de unos 500 millones de pesetas), Mario Loreto supo que había vencido. No sólo Aznar «pedía cabezas» para restañar la herida recibida en el prestigio político de su Gobierno, sino que Rafael de Lorenzo y su subalterno José Manuel Pichel aparecían como responsables indiscutibles del escándalo de la agencia. Con independencia de este articulo, donde se percibe una lucha política por el control de la once es obvio que este issero o hellinero, ha sido capaz de demostrar que no hay barreras para personas con una discapacidad tan grave. ( De Lorenzo García, de 49 años, Doctor en Derecho por la Universidad de Alcalá de Henares, premio extraordinario de su promoción, fue profesor de Derecho del Trabajo en la UNED durante 12 años y es el tipo de persona que ha contribuido a demostrar la autonomía y posibilidades del invidente. Es, como dice uno de sus conocidos, «un tipo desenvuelto y llegador».)
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