Tratare de extraer de la memoria, lo que represento esta casa o caserío para mí:
Corrían los años 60, cuando mi asistencia a la escuela apenas se producía, mis 12 años ya me obligaban a estar disponible para ayudar en las faenas agrícolas.
Desde muy pequeño, mi temor a las tormentas era un hecho, el motivo, los malos ratos que me tocó vivir cuando amenazaban el sustento de la familia.
Tanto mi padre como mi madre cerraban la casa y quitaban los plomos de la luz de manera instintiva, por temor a los rayos, y después toda la familia contenía el aliento por temor al granizo.
Esas vivencias a muy corta edad me dejaron secuelas para el resto de mi vida, si bien de adulto, se ha ido combinando, con mi fascinación por la meteorología y en especial por las tormentas.
Algún issero |
Volviendo al tema sobre la casa Baltasar:
Unos cientos de metros al sur, mi padre y mi abuelo, tenían arrendadas cinco piezas o tablares de tierra del tío Damian. de unas 4 a 5 tahúllas cada una, en una de ellas, junto a un olivo centenario, había una choza de cañas, que serbia de comedor, de abrigo en los días de frio y tambien para envasar tomates.
Especialmente en la época de las hortalizas, fueron muchas las veces, que cuando había
tormenta, nos refujiabamos en la Casa Baltasar.
tormenta, nos refujiabamos en la Casa Baltasar.
Nada más placentero que encontrar encontrar lugar seguro cuando se necesita.
Lo que te hace sentir es difícil de describir.
A veces, tambien nos llevábamos la mula a uno de los porchados que había en el exterior.
Los dueños del caserío recogían sus animales de labranza, así como otros que tenían sueltos junto a la casa y así nos disponíamos a compartir una vez más la inquietud del momento, es verdad, que para mí significaba juego y coger algún joven gorrión mojado et.
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