Agosto de 1967:
Amanece.
La
calle principal del "Cerrico de la Cruz" despierta.
Un burro
quejumbroso por el madrugón se encarga de anunciarlo con un sonoro rebuzno.
Los esparteros preparan el ato, mi mula inquieta golpea las losas de la cuadra reclamando avena o cebada mezclada con paja,
Mi madre después de tantear la ubre de la cabra
hace sonar el chorro de leche en el fondo del cazo. Llena
un vaso, le pone azúcar, y entra en la habitación girando la cuchara para
disolverla, a la vez que me despierto.
La
habitación tiene un pequeño ventanuco cercana al techo.
Buena parte de
las casas del barrio fueron construidas en un pequeño montículo, de ahí lo de “Cerrico”,
las fachadas de la calle principal donde vivía yo, quedaron alineadas formando
una calle denominada “callealante”.
En esta calle perpendicular a la salida del sol, su parte
de atrás o en la espalda de la fachada se ubicaban habitaciones y cuadras,
previa excavación y vaciado del terreno, de modo que las viviendas por esa
parte quedaban hundidas en el terreno, de ahí que las ventanas
tuviesen que situarse tan altas.
continuara:
No hay comentarios:
Publicar un comentario