Reflexiones a los 41 Años:
A lo largo de mi vida, muchas de las cosas que he vivido, han ido modelando y condicionando mi personalidad, hasta el punto, que en la actualidad me resulta difícil conocerme.
Buceando en mi pasado encuentro una infancia atormentada.
Recuerdo mis temores, de niñez y juventud, como una pesada losa en donde apenas podía escapar, quizá, el final de esta situación la debería ubicar a los 18 años, cuando se produjo mi estirado de cuerpo, y con ello, la mejora de mi autoestima.
En la libreta origen de estas reflexiones, hago mención del oscurantismo y el modelo autoritario, que los padres ejercían sobre los hijos por el sombrajo permanente de la reciente Guerra Civil y en donde el objetivo primero era, el de inculcarnos la no rebeldía sobre lo establecido, resultado del doloroso conflicto que les toco vivir.
En cualquier caso, creo que esa situación en cuanto a la búsqueda de libertad, no debí echarla de menos, pensemos el espantoso sometimiento que les tocó vivir durante varias décadas a quienes lucharon en el bando perdedor, así como el control en los colegios de los jóvenes educados posterior al conflicto, los filtros funcionaban con espantosa perfección, dicho esto, lo que percibo es, una adolescencias frustrada.
Al ser el sexto de la familia y último hijo, ¡ por cierto!, cuando nadie me esperaba porque llegué, más bien, como una desagradable sorpresa y en el año 1.950, cuando las dificultades de la familia para salir adelante eran bastante serias, por tanto, intuyo, que mis primeros años debí de ser una dificultad más para mis padres, a la hora de poner algo en los platos para toda la familia.
A todos les tocaba arrimar el hombro, de ahí, que la Josefa de Juarez (Vecina), y mi hermana María, se les multiplicó el trabajo, mientras mi madre y los demás hermanos andaban echando jornales y ayudando en el cuido de tierras arrendadas, principal sustento.
Cumplidos los
Paso a relatar los recuerdos sobre mis
primeros temores , cuando yo alcanzaba
los 10 años aproximadamente llegó la herramienta imprescindible para poder cultivar las tierras arrendadas del
señorito Damian “ animal muy proclive al espanto, recuerdo las curas que mi padre y mis hermanos le hacían con una especie de sal azul vertida directamente por medio de un soplo la respuesta solía ser bastante violenta , en cualquier caso acabo sin solución sólo podía ver por una parte y esto hacia que los ruidos que procedían del lugar que no podía visionar le producían unos arranque muy peligrosos , y yo, fui uno de sus primeras víctimas.
Nunca
más volví a montar, esta cuestión da una idea de mis miedos pues quizá otro más
atrevido, habría reaccionado con motivación y no se habría rendido, en mi caso,
no volví a intentar montar, ni en los días mas duros de trabajo, cuando el
animal acababa extenuado tirando de la
vertedera.
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