PASADO

PASADO
LA SOBERBIA TIENE UNA HIJA Y ES LA INGRATITUD, (EL QUIJOTE)

miércoles, 27 de diciembre de 2017

INTERESANTE

Compañía:    ¿cualquiera?


Según Franca Trezza, vivir en compañía debe ser la meta. "La soledad no es recomendable, independientemente de la grandeza interna de cada quien. 
Está bien que se disfrute en una edad media, cuando la gente va consolidándose. Debe procurarse una vejez en compañía estable, porque la compañía inestable también hace sentir soledad. En todo momento, la gente anhela los vínculos".

Hay quien, por ejemplo, no sabe reconocerse viviendo a solas y, ante esa incapacidad, elige cualquier compañía, creyendo alcanzar una estabilidad.



"Es una situación indeseable, es vivir en contra de sí mismo. No es sano. Yo diría que, en esos casos, debe trabajarse primero el miedo a la soledad para luego seleccionar a una persona que brinde plenitud".

Para Franca Trezza, la plenitud significa que alguien pueda comunicarse con ese otro cuando lo necesite y que entre ambos haya oportunidad de negociar de forma fluida con ganancia para los dos.

"En la vida hay trozos que se caminan solos, pero otros deben hacerse en compañía, por lo cual hay que saber caminar al lado del otro. La plenitud es como un vals, puedes agarrar el paso del acompañante sin pisarle los pies. Todas las relaciones humanas deben bailar el vals de la plenitud".

nllabanero@eluniversal.com

martes, 19 de diciembre de 2017

FELIZ NAVIDAD Y AÑO NUEVO



Cada navidad la percibo, como una pausa en nuestra manera de comportarnos.
 Nuestra sensibilidad más agresiva, la dejamos unos días aparcada.

 Es como hacer un barrido, más o menos somero sobre nuestras miserias más perversas.

 Vivimos una especie de mirada hacia nuestro interior  y nos confortamos con deseos de proximidad hacia los demás, familiares, amigos o conocidos.


Sería como dejar de competir por un momento.


Lastima que solo dure el periodo de navidad.


 El resto del tiempo y  desde que tenemos uso de razón, por lo general somos agresivos y desconfiados.




Al hilo de esta reflexión, se me ocurre el siguiente ejemplo. A varios individuos se les hace una donación,  con distintas cuantía, ocurrirá, que el que menos reciba estará contento, en. tanto en cuanto, no sepa que su cuantía ha sido la menor.


Entiendo, que según la manera enque cada individuo, gestione o controle este tipo de miserias, irá  encontrando el camino del sosiego y la paz interior.

Resumiendo;  Con esta entrada en el blog deseo felices fiestas a todos, y un fantástico 2.018.

También intento transmitir el mensaje, de que gran parte de nuestro bienestar, depende de nosotros.

Alejemos de nuestro pensamiento, todo aquello que tiende a diferenciarnos  de los demás, y  trabajemos más, el concepto de  proximidad y el conocimiento de quienes nos rodean






lunes, 13 de noviembre de 2017

Jorge Bafico / Psicoanalista AMP (Asociación Mundial de Psicoanálisis),


  


Síntomas de la época

Cada época produce sus síntomas y en cada época, la lectura de los mismos, el modelo de enfermedad que la medicina establece, también está determinado por factores de control social que se ejercen desde un lugar de poder del cual la institución médica depende. Los laboratorios farmacéuticos tienen tal poder: económico, de injerencia en los medios, que a veces podría pensarse que las enfermedades se definen, a partir de las especialidades químicas y no al revés.
Asistimos a un tiempo donde el campo de la singularidad trata de ser aplastado por los manuales médicos y sus tablas de síndromes y trastornos, uniformizando una gran variedad de fenómenos clínicos dispares. No se trata de una postura contra la medicación, es claro que muchas veces es necesaria, cuando no imprescindible, la administración del fármaco. El problema es que corremos el riesgo de la cronificación de la medicación como respuesta.
La proliferación contemporánea de este diagnóstico conlleva al uso de medicación psicofarmacológica, teniendo como consecuencia la expresión de una medicalización de la educación y sobre todo de una transformación de la idea de en qué consiste educar y sobre todo de qué es un niño. 

Es imposible pensar esta sintomatología fuera de un contexto histórico determinado, hoy nos enfrentamos al exceso de estímulos visuales (un mundo excesivamente imaginario), la dificultad en la organización de la estructura familiar, el desdibujamiento de roles parentales. El sujeto aparece como más patologizado y enfermo. Su entorno social ha dejado de ser un lugar de identidad, pertenencia, refugio, estabilidad, para convertirse en un enjambre de exigencias “locas” e “insaciables”. El resultado de esta operación muchas veces es la angustia. Nos enfrentamos a una época donde hay un permanente y constante empuje a la satisfacción, cuyo objeto puede variar pero no así su fin, que es el de satisfacerse.



Los niños cambiaron y se relacionan de un modo diferente al que se acostumbraba hace décadas. Y la escuela es el ámbito que más se resiente, dado que mientras mantiene los cánones del siglo XIX (niños quietos en las aulas y atentos a la maestra), los alumnos actuales reciben una estimulación permanente.
Rápido, más rápido, es la consigna de esta época. Estamos viviendo la "época de la adrenalina". Esto puede verse en los hábitos comunes, hasta en los videojuegos que estimulan a límites extremos la descarga adrenalínica. Los deportes de riesgo, la velocidad y el sobreestímulo marcan toda la vi­da cotidiana. La televisión y el videoclip, etcétera. ¿Cómo estudian los niños ahora?: con una multiplicidad de estímulos, con la televisión encendida, la computadora, el celular, los videojuegos. Están conectados con varias cosas al mismo tiempo. "Atienden" en forma simultánea a diversas situaciones.
Los cambios en los modos de percibir y asumir la ley y el debilitamiento de las investiduras que sostienen las autoridades sociales, el desarrollo de las tecnologías de información y comunicación, la fragmentación y las desigualdades sociales y educativas están cambiando las forma de lazo entre nosotros. Ahora ya no necesitamos a alguien de carne y hueso frente a nosotros. Tenemos la virtualidad que se ofrece como espejo.
Familia y escuela, como instituciones, creían 
ser "fundadoras" de diferentes marcas generadoras de distintos tipos de lazo social. Si en la modernidad los padres eran los agentes de socialización prima­ria de los niños, ahora, en cambio, las computadoras, la televisión y la publicidad asumen la tarea de educarlos. Todo esto implica que los niños han abandonado totalmente la esfera doméstica. La familia deja pues de ser una institución para convertirse en simple lugar de encuentro de vidas privadas. Quizás sea por eso que los médicos, psicólogos y técnicos hemos cobrado tanto protagonismo en esta época.