PASADO

PASADO
LA SOBERBIA TIENE UNA HIJA Y ES LA INGRATITUD, (EL QUIJOTE)

miércoles, 6 de febrero de 2019

HUMANO Y EXCEPCIONAL ( J. Luis san Pedro) /

La palabra necesaria

Este hombre de valor, de valía, de valentía dice lo que ni siquiera tal vez nos atrevemos a pensar

Es difícil olvidar aquella conversación radiofónica de primeros de noviembre de 2005 en la que José Luis Sampedro dialoga sobre la muerte con un rector de una universidad madrileña. En ella subraya cómo nos vamos muriendo, cómo nos vamos viviendo, y su preferencia de la mortalidad sobre la insoportable inmortalidad. La voluntad de hacer de cada instante algo irrepetible viene a ser una verdadera pasión por la vida. En última instancia, lo más decisivo no es tanto que le oímos hablar sobre la muerte, cuanto su modo de hacerlo como un mortal. Vivamente, con esa libertad de saber que lo determinante no es el hecho de morir, sino cómo hacerlo. Y resulta extraordinario hasta qué punto todo su decir, que es más que el conjunto de todo lo que ha dicho y dice, está tejido por esta forma de hablar y de vivir propias de un mortal.
José Luis Sampedro es alguien pleno de palabras, que siempre suenan con el sabor de ser otras. No simplemente nuevas. Y ello obedece a que ha comprendido que, en cierta medida, el lenguaje más propio nos viene de los otros. Y es cuestión de hablar no solo de ellos, sino desde ellos. Y, más aún, de crear condiciones de posibilidad para su propia palabra.
De esta manera, su solidario decir no es simplemente una forma de acompañamiento, antes bien un modo de escucha y de respuesta. Y muy singularmente desde la equidad y desde la mirada, con los más necesitados, los más débiles, los más desfavorecidos o, como él señala, los más pequeños. Esa es su orilla y en ella se ha embarcado para siempre.
Este hombre de valor, de valía, de valentía dice lo que ni siquiera tal vez nos atrevemos a pensar, atrapados en el temor que supone habitar lo convencional. Cuando el hogar son los demás, la humanidad de los otros, cuando el propio decir se sustenta en ellos, va por ellos, la ética ya no es otra palabra que la que se dice con la forma de vivir. Y la de Sampedro atractivamente interpela nuestra indiferencia y nuestra pasividad.
Para quien siempre supo que la economía era una ciencia social y humana, y que, por tanto, solo cabe comprenderse como un modo de gobierno de la casa, de gobierno de la nave, de gobierno de sí mismo y de los otros, pronto la palabra vino a ser escritura, la de una literatura como forma de transformación, la de una lectura que nos hace ser diferentes.
La calle, la gente, y tantas diversas y genéricas denominaciones encuentran en su palabra y en su corazón la frescura y la higiene de la búsqueda de mejores condiciones de vida, de equidad y de justicia. Nunca su palabra suena más apropiada para cada cual que cuando es propiamente la más suya. Y la precisamos, como modificación del actual estado de cosas. La sencillez y la bondad se ofrecen en él con la contundencia de quien ve y dice con su vida que no le parece bien, de quien muestra con su verdadera palabra que hay formas evidentes, aunque aparentemente disueltas en múltiples complejidades y estructuras, en las que unos son sometidos al servicio de otros. Este apasionado mortal y generoso ser viviente ha sabido estar con nosotros y no podemos ignorar hasta qué punto le seguimos necesitando.
Ángel Gabilondo es catedrático de Metafísica de la Universidad Autónoma de Madrid

martes, 5 de febrero de 2019

NO SE PORQUE TE QUIERO:


Maravillosa presentación:





domingo, 3 de febrero de 2019

MORIR DIGNAMENTE



Sagüés habla con EL PAÍS antes de morir. / E. DE BENITO / U. MARTÍN / M. PÉRE“Quiero morir porque amo la vida”. 

A sus 63 años, José Luis Sagüés, madrileño de ascendencia vasco-navarra, tuvo que enfrentarse al sistema para conseguir su objetivo: “Decidir cuándo me muero”. Al final lo consiguió con la ayuda de la asociación Derecho a Morir Dignamente(DMD). Esta ONG apreció en el hombre un estado de angustia y deterioro que consideró suficiente para sedarle, aunque ello tuviera como efecto secundario acortar su vida, algo que el servicio de cuidados paliativos que le atendía le negaba. Fue lo más que consiguió este luchador que tenía muy claro que no quería consumirse hasta el final. “Quiero despedirme con los míos, después de tomar un vino”. Según uno de los médicos que le atendieron al final, lo consiguió. “Fue como en la película de Las invasiones bárbaras, con toda la familia alrededor. Nos hicimos fotos y brindamos. Se despidió y luego le sedamos”, cuenta. La indignación ante la negativa del sistema a ofrecerle una salida (con la eutanasia prohibida, la única opción legal en España es una sedación terminal) le llevó a contar su historia a EL PAÍS.











A .Villena,,
  Esta es una manera ejemplar de cerrar el libro de la vida.

  Cuando esta, por causas que nunca sabremos, decide  que sea horrible y humillante.
   Esta cuestión, que genera tanta opinión encontrada,  no deja de ser otra necedad del ser humano, pues ambas deben ser respetadas.
   Lo que nunca me quedara claro es, el porque la parte que dice apostar por la vida, hasta que esta se diluya de la manera que sea,  trata de imponer su tesis sobre la otra, en algo tan personal y propio, como nuestra  vida.  
En mi opinión, el ser humano  ha evolucionado lo suficiente, si no para ser creador de vida,  si para saber cuando esta esta agotada, por tanto si estos últimos momentos, como en el caso que nos ocupa,  es posible hacerlo  más llevadero y a  petición del afectado en su sano juicio,
  ¿  Porque no ? .
  La dignidad es un lujo para algunos humanos, sin embargo es algo que no se puede comprar ni vender, dicho esto y en mi sano juicio, aquello que nunca aceptaré es, que algún semejante,   por tanto con los mismos defectos y virtudes que yo, se permita sentir lastima por mi.
En todo caso, póngase en mi lugar y  ayúdeme si cree que lo necesito.
Este comportamiento de la persona que nos ocupa, es el que yo quisiera ser capaz de llevar a cabo, si un día me toca vivirlo.
 Es verdad que es complicado saber, hasta qué punto podemos o no estar preparados para semejante decisión.
 Finalizo, deseando que nadie pase por esa situación Y admiro la entereza y la dignidad de Jose Luis.