PASADO

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LA SOBERBIA TIENE UNA HIJA Y ES LA INGRATITUD, (EL QUIJOTE)

martes, 4 de agosto de 2020

Tomado del Libro de la Serenidad de Ramiro Calle.

La serenidad es un estado de íntima placidez no comparable con ningún otro. No sólo es la ausencia de inquietud, zozobra y ansiedad, sino la reconfortante vivencia de sosiego, bienestar y confortamiento interior. Es como un bálsamo para el cuerpo y para la mente, e incluso las funciones somáticas se ven beneficiadas y reguladas por este estado.



En una era de ansiedad son pocas las personas que gozan de verdadera serenidad, aunque todos podemos ejercitarnos para ganarla y beneficiarnos de ella. Mientras la ansiedad es una sensación displacentera y difusa que cursa como agitación, incertidumbre y marcada inquietud, la serenidad, en sus antípodas, es una grata sensación que invade el cuerpo y la mente y nos permite vivenciar las cosas de modo muy distinto a como se hace cuando estamos anegados por la angustia.

Desde la ansiedad o la melancolía, todo se ve teñido de zozobra o penumbra. La gran mayoría de las personas, cuando más, sólo tiene fugaces destellos de quietud, ya que en el trasfondo de su psique pervive una ansiedad «flotante» de mayor o menor intensidad. Seguramente, el estado más pleno del ser humano es la serenidad. Ésta posibilita un sentimiento de curativo contento que, al no rayar ni en la 

exaltación ni en la desmedida euforia, es más estable. Nada hay más enriquecedor que ese estado que, aunque se halla potencialmente en toda persona, conviene conquistarlo, porque son muchos los factores externos e internos «ansiógenos», es decir,productores de ansiedad y, por tanto, grandes enemigos de la auténtica serenidad.
Cuando el alma está teñida por la insatisfacción profunda, la voracidad y la agitación, no puede haber verdadero disfrute, e incluso lo «disfrutable» se vivencia con ansiedad. Podemos haber conquistado todo el universo, pero la angustia seguirá atenazando nuestro corazón. Por ello Buda, sabiamente, declaraba: «Más
importante que vencer a mil guerreros en mil batallas diferentes es vencerse a uno mismo».Cuando hay paz interior, un rayo de sol es, un goce maravilloso y hasta en un tonel se encuentra uno mejor que en el más suntuoso palacio. Todo ser humano anhela la serenidad, esa «nube» de embriagante quietud que nos conecta con lo más genuino de nosotros mismos y nos abre a los demás y al cosmos. No obstante, por lo general hacemos todo lo contrario de lo que es preciso para hallar el sosiego tan deseado, vivimos como si nunca hubiéramos de morir o como si siempre nos quedará tiempo para aplazar la conquista de la paz interior.

Dhammapada, «vivamos sosegados entre los agitados» o, como podemos leer en el siempre sugerente poema de Kipling, «tengamos la cabeza tranquila cuando todo alrededor es cabeza perdida».
¿Podemos, pues, recuperar la serenidad? Podemos, porque no hay que ir a buscarla a ninguna parte, ya que mora en nuestro interior.







lunes, 3 de agosto de 2020

NOSTALGIA Y SUEÑO..(Privilegio de clase )


www.elcaminodelelder.org

Tipos de privilegios



Aunque existen numerosos tipos de privilegios sociales, cinco de ellos son predominantes en el
mundo occidental:

 1 privilegio de clase.
 2 privilegio de género.
 3 privilegio de raza.
 4 privilegio religioso.
 5 privilegio de orientación sexual.



. El privilegio de clase consiste en ventajas que derivan de poseer abundantes recursos
económicos. Se asocia con la familia y la profesión de los padres. Como ejemplo de la
influencia de la clase social de la familia en las oportunidades de sus hijos, basta decir que el
75% de los estudiantes que entraron en las 146 universidades más prestigiosas de los Estados
Unidos, en 1995, procedían de familias pertenecientes al cuarto superior del estrato económico
y social del país, mientras que sólo el 3% de los estudiantes procedía de familias en el cuarto
inferior.
 Otros estudios demuestran igualmente que, en una simple división en tres clases
sociales (clase dirigente, intermedia y trabajadora), incluso en ausencia de grandes
credenciales educativas, aquellas personas con orígenes sociales privilegiados, raramente
terminan haciendo trabajos propios de la clase trabajadora, mientras que una persona de la
clase trabajadora con similar educación no tiene prácticamente ninguna posibilidad de lograr un
empleo propio de una clase superior.
 Las clases privilegiadas gozan de muchas ventajas para evitar la movilidad hacia abajo de sus hijos.



domingo, 2 de agosto de 2020

(Andres Felipe Guiraldo )



Vivimos en un mundo de jerarquías absurdas, de lealtades hacia arriba, en donde quién tiene el poder exige esa lealtad pero le pesa su puta soberbia para brindarla con sinceridad.
 Porque para esos majestuosos seres, la lealtad es que el mundo perciba su ego como ellos mismos lo perciben, como si el mundo les debiera algo, como si fueran lo más preciado del universo... y pues no.
 Esa gente miserable vive en el globo que otros les han construido lamiéndoles el culo sin más crítica que hacerles ver alguna mota que se les subió al hombro del vestido.
 Lameculos y agrandados, así funciona este mundo cabrón.
 Cuántos rostros están apareciendo ahora en mi mente.
Cuántos personajes levitando en la burbuja de su propia arrogancia, esperando pleitesía gratis porque sí, porque son poderosos y pueden.
 Veo un calvo hijueputa, un niño grande con ínfulas de sabio, un par de gordas malditas, un atrabiliario corrupto, que en lo más bajo de sus actos decidió volverse evangélico cristiano, para hacer de su poder efímero, una superioridad moral permanente.
 Sí, los veo y los recuerdo, escupo esta pantalla y sigo escribiendo.