PASADO

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LA SOBERBIA TIENE UNA HIJA Y ES LA INGRATITUD, (EL QUIJOTE)

martes, 27 de septiembre de 2022

CASA BALTASAR:


Tratare de extraer de la memoria, lo que represento esta casa o caserío para mí:


Corrían los años 60, cuando mi asistencia a la escuela apenas se producía, mis 12 años ya me obligaban a estar disponible para ayudar en las faenas agrícolas.
 Desde muy pequeño, mi temor a las tormentas era un hecho, el motivo, los malos ratos que me tocó vivir cuando amenazaban el sustento de la familia. 
 Tanto mi padre como mi madre cerraban la casa y quitaban los plomos de la luz de manera instintiva, por temor a los rayos, y después toda la familia contenía el aliento por temor al granizo.
Esas vivencias a muy corta edad me dejaron secuelas para el resto de mi vida, si bien de adulto, se ha ido combinando, con mi fascinación por la meteorología y en especial por las tormentas.
Algún issero


Volviendo al tema sobre la casa Baltasar:
 Unos cientos de metros al sur, mi padre y mi abuelo, tenían arrendadas cinco piezas o tablares de tierra del tío Damian. de unas 4 a 5 tahúllas cada una, en una de ellas, junto a un olivo centenario, había una choza de cañas, que serbia de comedor, de abrigo en los días de frio y tambien para envasar tomates.

Especialmente en la época de las hortalizas, fueron muchas las veces, que cuando había

tormenta, nos  refujiabamos en la Casa Baltasar.
   Nada más placentero que encontrar encontrar lugar seguro cuando se necesita.

 Lo que te hace sentir es difícil de describir.

A veces, tambien nos llevábamos la mula a uno de los porchados que había en el exterior.

 Los dueños del caserío recogían sus animales de labranza, así como otros que tenían sueltos junto a la casa y así nos disponíamos a compartir una vez más la inquietud del momento, es verdad, que para mí significaba juego y coger algún joven gorrión mojado et.              
 

jueves, 22 de septiembre de 2022

INTOLERANCIA HUMANA:




 

¡Ocurre! 

  Que nos empeñamos en buscar los motivos de nuestra infelicidad en quienes nos rodean, en vez de enfrentarnos a nuestras carencias, casi siempre motivadas por miserias propias.







miércoles, 21 de septiembre de 2022

El BOSCO / HIPOCRESÍA


        

       HIPOCRESÍA:

 

Educación y normas de convivencia:

 En nuestro día a día, los comportamientos más engañosos son aquellos, que utilizan el lenguaje, para encubrir los instintos más avaros, perversos y engañosos.


Cuántas veces en nuestra vida decimos "Lo siento", cuando en realidad, o nos da igual, o lo que es peor, nos alegramos de su desgracia.

En la cultura de la competitividad que el capitalismo ha diseñado, es muy complicado definir la línea que separa, el respeto al contrario, "de al enemigo ni agua".




Hay que obtener buenos resultados como sea.
 Establecido ese principio, y aceptado socialmente, nos convierte en zombis,

convencidos de que el fin justifica los medios.
  Si pensásemos que cada individuo, podemos desarrollar habilidades en cualquier actividad, todos podemos ser campeones de algo, ocurre, que las habilidades que han llegado hasta nuestros días, y que forman parte de nuestra cultura, son las que generan muchos adeptos y estos a su vez crean ídolos a los que les generan inmensas fortunas, creándose situaciones de agravios comparativos tan injustos, como el de que un habilidoso pero simple futbolista, gane más que 1.000 médicos, por ejemplo.

Si fuésemos capaces de ver a nuestro prójimo, desde nosotros mismos, y no como algo ajeno y peligroso, ya habríamos recorrido parte del buen camino.

 En cualquier caso, nada de lo que propongo para corregir nuestras miserias, sería aplicables en una sociedad en la que buena parte ha elegido marcar diferencias con sus semejantes.