PASADO

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LA SOBERBIA TIENE UNA HIJA Y ES LA INGRATITUD, (EL QUIJOTE)

domingo, 16 de abril de 2023

(DOS SIGLOS DESPUES), ¡QUE POCO HEMOS CAMBIADO! , Benito Perez Galdos

Episodios nacionales,   (Gerona)

INTRODUCCIÓN:

En el invierno de 1809 a 1810 las cosas de España no podían andar peor. Lo de menos era que nos derrotaran en Ocaña a los cuatro meses de la casi indecisa victoria de Talavera: aún había algo más desastroso y lamentable, y era la tormenta de malas pasiones que bramaba en torno a la Junta central. Sucedía en Sevilla una cosa que no sorprenderá a mis lectores, si, como creo, son españoles, y es que allí todos querían mandar. Esto es achaque antiguo, y no sé qué tiene para la gente de este siglo el tal mando, que trastorna las cabezas más sólidas, da prestigio a los tontos, arrogancia a los débiles, al modesto audacia y al honrado desvergüenza. Pero sea lo que quiera, ello es que entonces andaban a la greña, sin atender al formidable enemigo que por todas partes nos cercaba. Y aquel era enemigo, lo demás es flor de cantueso. Me río yo de insurrecciones absolutistas y republicanas, en tiempos en que el poder central cuenta con grandes elementos para sofocarlas. Aquello no se parecía a ninguna de estas niñerías de ahora, pues con las tropas que Napoleón envió a España a fines del año 9 constaba de trescientos mil hombres el ejército invasor. Los nuestros, dispersos y desanimados, no tenían un general experto que los mandase;
faltaban recursos de todas clases, especialmente de dinero, y en esta situación el poder central era un hervidero de intriguillas. Las ambiciones injustificadas, las miserias, la vanidad ridícula, la pequeñez inflándose para parecer grande como la rana que quiso imitar al buey, la intolerancia, el fanatismo, la doblez, el orgullo rodeaban a aquella pobre Junta, que ya en sus postrimerías no sabía a qué santo encomendarse. Bullían en torno a ella políticos de pacotilla de la primera hornada que en España tuvimos, generales pigmeos que no supieron ganar batalla alguna; y aunque había también varones de mérito así en la milicia como en lo civil, estos o no tenían arrojo para sobreponerse a los tontos, o carecían de aquellas prendas de carácter sin las cuales, en lo de gobernar, de poco valen la virtud y el talento. Tuvo la Junta allá por Marzo el
malísimo acuerdo de establecer el Consejo de Castilla, fundiendo en él todos los demás Consejos suprimidos, y cuando esta antigualla se vio de nuevo con vida; cuando esta máquina roñosa, inútil y gastada se encontró puesta otra vez en movimiento, allí era de ver cómo pretendía gobernar el mundo. La fatuidad de aquellos consejeros que tanto adularon a José no tenía igual. Desde que se les puso en juego, empezaron a intrigar contra quien les había sacado del olvido, y decían que la Junta era ilegítima. Valiéndose de D. Francisco Palafox,
hermano del defensor de Zaragoza; de Montijo, a quien hemos visto en alguna parte, del marqués de la Romana y de otros pájaros, llenaron de enredos a la Junta y a la comisión ejecutiva. Por último, en la Regencia, última metamorfosis de aquel poder tan nacional como desgraciado, también sembraron cizaña los del Consejo. Esta pandilla no era otra cosa que el partido absolutista, que ya empezaba a sacar la oreja; y para que desde el principio se tuviera completa noticia de su existencia, también repartió dinero entre la tropa, fiando sus esperanzas a una sedición militar que por entonces quedó frustrada. Nada de esto era ya nuevo en España, porque el motín del 19 de Marzo en Aranjuez,
de que, si mal no recuerdo, hice mención, obra fue de la misma gente; mas no se valieron sólo de la tropa sino también de varios cuerpos facultativos y distinguidos, como los lacayos, pinches y mozos de cuadra de la regia casa. En Sevilla azuzaron a lo que un gran historiador llama con enérgico estilo la bozal muchedumbre, y hubo frecuentes serenatas de berridos y patadas por las calles; mas no pasó de aquí. Un arma moral esgrimían entonces unos contra otros los políticos menudos, y era el acusarse mutuamente de malversadores de los caudales públicos, cuyo grosero recurso hacía el mejor efecto en el pueblo.
 Cuando se disolvió la Junta en Cádiz, hubo un registro de equipajes, que es de lo más vil y bochornoso que contiene nuestra moderna historia; pero no se encontró nada en las maletas de los patriotas, porque estos, malos o buenos, tontos o discretos, no tenían el alma en los bolsillos, ni la tuvieron aún sus inmediatos sucesores, años adelante.

En esta introducción del episodio "GERONA", Benito Perez Galdós nos describe y resume, un momento de la historia de España, trasladable a cualquier época desde la edad media hasta nuestros días, hemos sido y continuamos siendo un país que se conduce más con las tripas que con la inteligencia generosa.
Alcanzar el poder desde el relato vacío y agresivo, ha sido y continúa siendo, alimento de incultura y  fanatismo.
                                                          A.Villena

2.020/

 

sábado, 15 de abril de 2023

"SIEMPRE SOMOS HIJOS"

 

Ángel Gabilondo      "Siempre somos Hijos"

   Un equilibrado articulo sobre el relevo generacional 

Se viene produciendo un verdadero entrecruzamiento en la necesidad cada día más patente de cuidarnos. 

También, mutuamente. Valerse por sí mismo no significa ignorar a los demás, aunque sea un factor determinante de la autonomía personal. Sin embargo, no pocas veces resulta en alguna medida inviable. Y ello ha de considerarse una auténtica dificultad en la práctica de la libertad. La complejidad del tiempo presente ha provocado una alteración tan profunda que nos encontramos con escenarios

en las que se produce un cierto abandono.

Podría a su vez presumirse que el mero hecho de ser padres o tutores, o máximos responsables de garantizar el entorno afectivo en el que alguien va creciendo y desarrollándose, acredita que se dan las condiciones para asumir con cierta naturalidad su labor.
 Pero no pocas veces, muchos afirman encontrarse desbordados, como atropellados por la existencia, y no sólo por una preparación que desearían mejorable, sino por una actitud que les hace sentirse damnificados por su propia y necesaria tarea.  Ello, va labrando una distancia, una determinada percepción, la de que se es víctima de lo que les corresponde hacer…  

 Mientras tamaña ocupación les hurta vida, tiempo de vida. Y entonces, a pesar de los afectos, no es infrecuente encontrar quienes sienten su condición como una carga, que exige una dedicación y un esfuerzo que, aunque se espere y se presuma, nunca supusieron que fuera tal. No resulta fácil ni ser padres ni ser hijos, por mucho que esgrimamos la consabida naturalidad Pero dado que se trata de una relación y no de un mero velar, vigilar o transmitir, no todo se reduce a acción, ha de haber pasión, esto es, capacidad de verse afectado. Y entonces decimos algunas palabras, aunque también las escuchamos. Un niño, y más aún un chico, un chaval, es asimismo capaz de desear, de preferir y de distinguir. Y desde luego, de necesitar. No se cuestiona su inmadurez, pero ello no significa incapacidad y, menos aún, falta de sensibilidad o de perspicacia. No es cuestión de subrayar, por ejemplo a la par, nuestras deficiencias y carencias.

Todos somos hijos.


 


OPINIÓN:  Antonio Villena.

 Profundo, y en mi opinión, acertado artículo sobre el siempre complicado relevo generacional, no pocas veces experimento en la actualidad, cuestiones como las que relata A. Gabilondo.

 Entiendo que la proximidad y la comunicación entre padres e hijos, pocas veces suele ser trasparente y certera, en cuanto a equilibrios emocionales, y sobre cómo han de ser los comentarios adecuados, para no herir

sensibilidades.


No pocas veces, los hijos tratan de convertir en gracietas, cuestiones existenciales sobre nuestra tercera edad, y no siempre se dan cuenta, que a veces, lo que para ellos es una simple broma, nos hiere  en lo más profundo, si bien trataremos de ocultarlo, pero nos queda el poso de que no es lo  adecuado, para establecer el grado de afecto mutuo natural.

  ¡Ocurre! , que quienes estamos pisando el último tramo del camino, no siempre aceptamos con humor, verdades sobre nuestra decadencia, por muy graciosas que sean.


 


Y sobre nuestra situación, lo más importante, evitar chistes más o menos  subjetivos, sobre nuestra nota como padres. 


Estas conversaciones que  pueden desarrollarse en buen ambiente, no pocas veces nos hacen daño, si bien, procuraremos disimularlo para no romper momentos más o menos agradables y de proximidad.

 

En mi opinión, lo más adecuado, seria  no defender, ni responder de mala manera, es obvio, que siempre prevalece aquello, de que  los hijos, para bien o para mal, son el resultado de nuestro propio proyecto de familia, y como tal,  es natural que lo aceptemos, si bien, no pocas veces mordiéndonos la lengua, sobre sus opiniones