La mente y sus escondrijos:
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Ejemplo de hoya para plantel de tomates |
Cultivamos cinco
pequeñas parcelas, algunas de ellas ubicadas junto a la acequia principal de riego y que mi padre tenia arrendadas a Damián el Picón.
Parte de ellas con
olivos centenarios.
También podías encontrar
nogueras, manzanos, granados, higueras, que vivían de la humedad de las
acequias de riego.
Al estar bastante
próximas al Barrio Castor, en las siestas solíamos jugar en la sombra de una voluminosa
noguera a la vez que bañarnos, si coincidía la tanda.
Recuerdo que unos
doscientos metros aguas arriba, había un almecinero bastante alto.
Era el punto donde
tomábamos el agua, para riego de la cañada.
La cañada de unos
cien metros de anchura y hundida un metro aproximadamente.
Cañada que cruza Isso de
Norte a Sur, desde las laderas del Boquerón, pasando por la fuente, la Cerca,
Barrio Caravacas y Bartolos quedando diluida próximo a las casas del río.
La acequia principal, a
su paso por el barrio, tenía varias tomas, así como varias pozas donde el
agua cristalina permanecía varios días después del riego.
En la parcela más próxima a la casa Gachero, se ubicaban las hoyas, se trataba de unas excavaciones de 2 X 4 m. y unos 80 centímetros de profundidad donde se ponía el estiércol...hasta unos 60 centímetros de altura.
Se aprovechaban los desniveles entre parcelas y que quedarán orientadas al sur, o
sol de invierno.
Servían para criar
el plantel de tomates, pimientos y alguna otra variedad.
Durante el tiempo de germinación de las semillas, así como posterior crecimiento hasta la siembra... cada día a última hora de la tarde había que taparlas y a la mañana siguiente destaparlas.
El tapado se hacia con una especie de bardo o zarzo, que consistía en dos o tres varas de olivo de un par de metros de longitud, a las que con cuerdas o sogas de esparto se le iban fijando unas cañas, y a estas se le añadía esparto seco, también denominado "viejos".
Una vez acabados... median aproximadamente 2 x 2 m. y servían principalmente para evitar que se helara el plantel.
Estos zarzos durante el
día se dejaban apoyados con horquillas o varas de olivo como se ve en la foto, unos
de sus extremos finalizaban en uve, para sujetarlos, quedando ligeramente
inclinados para resguardar el plantel durante el día, del viento del Norte o de cualquier otra inclemencia.
Por cierto, a
finales de primavera cuando había tormenta, recuerdo ir a taparlas corriendo, por peligro
granizaba.
Como se puede comprender, extraer algo de luz sobre aquellos
hechos no resulta fácil, lo que significa que serán muchos los detalles
que quedarán ocultos para siempre, a pesar del esfuerzo por recuperarlos,
en cualquier caso mi disposición a seguir tirando de los hilos, por ahora
es muy alta, eso significa que continuaré pintando el cuadro más próximo
a lo que debió ser, poniéndole las imágenes que afloren a mi cerebro,
porque de aquellos tiempos hay pocas instantáneas en las que apoyarse.
Verdad, que
aquella realidad que sin duda fue miserable y tosca, a día de hoy la percibo
como un auténtico regalo, del cual, trato de dejar anotado de la mejor
manera posible. Lo más complicado para mi ejercicio de recuperación de aquel pasado, puede que sea la cronología de los recuerdos, pues la percibo, como una superficie plana, donde los recuerdos emergen como pequeñas puntas, que cuando tiro de ellas, su fragilidad es tal, que en muchas ocasiones se desvanecen, son como esos sueños que cuando despiertas, recuerdas que han sido agradables sin embargo apenas puedes retenerlos.