PASADO

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LA SOBERBIA TIENE UNA HIJA Y ES LA INGRATITUD, (EL QUIJOTE)

martes, 30 de julio de 2024

FORTALEZA MEDIEVAL DE ISSO / 35

 

Además del suelo de la planta baja, podemos ver la huella de dos pisos intermedios.

 Es posible que existiera un tercer piso que conserve sus improntas bajo los revestimientos que hoy existen. 

Cada una de las plantas presenta un hueco en su esquina noreste: el de planta baja interpretamos como producto de las reformas llevadas a cabo para convertir las torres en vivienda; el correspondiente al primer piso pudo existir desde el principio o ser añadido después; en el segundo piso sí debió de existir desde su origen (con sucesivas variaciones) para posibilitar la comunicación entre los adarves. 

En la torre pequeña no hay cajeados para alojar jácenas. Existen dos niveles de escalonamiento interior de los muros: en el inferior solo hay escalón en las paredes norte y sur que, en este caso, delimitan la longitud mayor y, por tanto, la más desfavorable; en el superior el escalón aparece en las cuatro paredes (Fig.48). 

Después, los muros no conservan más altura.

 Así, existen forjados homólogos en las dos torres, aunque sus niveles no coinciden: son más altos los correspondientes a la torre pequeña, apreciándose mayor diferencia en los forjados superiores.

El escalonamiento exclusivo en los muros norte y sur de la torre pequeña, a nivel de primer piso, sugieren, al menos, dos posibles razones: la existencia de una escalera en dirección sur norte, incompatible o, al menos, inadecuada con un forjado en dirección este-oeste; o bien, la existencia de una estructura intermedia en dirección este-oeste que, por una parte, disminuyera la luz del forjado dispuesto en dirección norte-sur y, por otra, crear un espacio diferenciado para la guardia. 

Actualmente existe una escalera en la que predomina su tramo adosado al muro norte de la torre (Fig. 48), incoherente con el forjado que debió apoyar en ese mismo muro. 

También podemos observar un poyo que se adosa al muro oeste (Fig. 50), coincidente con la ubicación del posible muro diafragmático.

miércoles, 17 de julio de 2024

FORTALEZA MEDIEVAL ISSO / 34


Las torres.

El conjunto presenta una gran torre en el ángulo suroeste, que conserva casi la integridad de sus muros perimetrales, y una más pequeña al este de aquella, separadas por menos de tres metros (Fig. 37). 

                                                                                 Aunque sorprende que sus fachadas meridionales no se hallen bien alineadas, ambas se planificaron conjuntamente; prueba de ello es la correspondencia casi perfecta en sus hiladas de tapia; también su replanteo parece que fue una operación única (Figs. 43 y 44).







Considerando las dos torres como un conjunto, el muro oriental de la mayor materializa el eje de la planta. A ambos lados de ese muro, que adquiere un carácter central, se plantean sendos cuadrados (aproximados), incluso las diferentes particiones parecen responder a terceras partes (Fig. 45). Podemos imaginar que el replanteo se llevó a cabo en la superficie natural de la roca y que esta debía presentar desniveles; todo parece indicar - pese a que los niveles actuales de calles y calzadas oculten el firme de partida - que el punto más bajo se encuentra en la esquina suroeste; de esa manera, aunque en la base se dibujaran las alineaciones con mayor rigor geométrico, podrían haberse ido desfigurando en la elevación a causa de sucesivos retranqueos.


Esta ordenación teórica podemos verla en algunos detalles: En la disposición de las vigas de la torre mayor, donde se conserva en planta baja la viga más occidental y el mechinal de la siguiente; ambas dividen la planta en los tres espacios que indicamos. En la siguiente planta se pueden observar los mechinales de las vigas (Fig. 46).

Al límite del primer tercio corresponde también la ubicación del lienzo de muralla oeste.

La ubicación del lienzo que se conserva adosado al muro este de la torre menor, también se corresponde, aproximadamente, con uno de los tercios de esta.

Los muros de la torre mayor son más gruesos, sin embargo, el espesor del muro norte lo comparte también con la torre menor.

La torre de esquina conserva una altura de 25 tapias, altura que coincide con la de otras torres de las que nos han llegado referencias documentales; mientras su muro norte se halla, prácticamente, con toda su altura, los otros tres fueron rebajados para construir un tejado, a un agua, con pendiente hacia el sur. 

De la torre pequeña no sabemos su altura total, debido a que fue muy transformada en obras realizadas en los años 80 del pasado siglo; en la actualidad tiene seis tapias menos que el muro norte de la torre grande (Figs. 43 y 44) y su última hilada está rehecha prácticamente en su totalidad.


Se conservan algunas saeteras cegadas en el muro oeste de la torre mayor (Fig. 47); las ventanas incluidas en posteriores reformas debieron destruir algunas saeteras en otros muros, aunque, posiblemente, se hayan conservado algunas jambas.

Las torres perdieron sus forjados originales. La suroeste está totalmente vaciada. En la oriental se construyeron, en los años 80, tres pisos, que se hallan inacabados. Ninguna de las torres tiene, actualmente, cubierta.

La situación de los forjados originales dejó una huella evidente: retranqueos interiores en los muros; estos escalones son útiles para dos cosas: por una parte, van disminuyendo la sección del muro con lo que supone de ahorro de material y de carga, por otra, sirven de apoyo a la estructura secundaria del forjado. Dichos retranqueos no se disponen de la misma manera en ambas torres.

En la torre grande, el escalón se construye en todo su perímetro interno; las vigas, como estructura primaria, tienen, lógicamente, la menor luz posible, es decir, la norte-sur; no se apoyan en el escalón sino que se enrasan con él mediante un cajeado; mientras que las vigas son escuadradas, las viguetas que han llegado hasta nosotros, como elemento conservado o como impronta, son rollizos que se apoyan en los escalones situados al este y al oeste y en las jácenas (Fig. 46). 

martes, 16 de julio de 2024

FORTALEZA MEDIEVAL DE ISSO / 33

 


En la torre mayor podemos contar hasta 25 hiladas de tapia, cada una con 18 mechinales en su lado mayor y 14 en su lado menor, dispuestos de tal manera que existe correspondencia vertical entre los de hiladas sucesivas; lo mismo ocurre en la torre menor. Esa correspondencia y la ausencia de juntas verticales supone un indicio de que cada hilada se
encofró y confeccionó de una forma continua, montando varios tapiales al mismo tiempo. Este panorama nos recuerda lo visto en otras torres del entorno, como la de Taibilla (Nerpio, Albacete). 

La altura media de las tapias es de unos 83 cm. No se aprecian juntas de trabajo, ni huellas de barzones, salvo en una tapia situada en la cara interior de la primera hilada del lienzo occidental visto desde el patio (Fig. 38); por el contrario, sí se observan líneas de clavos en algunos puntos de ambas torres (Fig. 39). 



Las agujas no traspasan toda la anchura de la
tapia como corresponde, normalmente, a la construcción de muros de gran espesor. Las agujas se disponen dentro de un cajeado de la tapia inferior y son de un solo uso; una vez terminada la tapia, se cortan y la mitad interior permanece dentro de la masa del muro.

Se distinguen dos zarpas en el muro oeste de la torre mayor (Fig. 40) y, en el caso de que existieran en otros muros, no se ven debido a que los muros arrancan de cotas más altas o están semienterrados en la actualidad.


Las murallas se interrumpen en las torres, por lo cual los recorridos debían continuar por su interior. 

Se conservan sendos tramos, uno adosado al muro norte de la gran torre de esquina, otro que se adosa al muro oriental de la torre más pequeña.
 Esos dos tramos no son perpendiculares; se aprecia ortogonalidad entre la muralla oeste y el conjunto de las torres, pero el segundo tramo no es perpendicular a la torre pequeña. El primero presenta desarrollo sur-norte coincidiendo con las direcciones principales del conjunto, incluso coherente con ese sistema de dimensiones que entrevemos (Fig. 41)el segundo presenta un desarrollo suroeste-noreste y su dirección no guarda paralelismo con ninguna de las torres que estamos tratando, sin embargo, guarda una mayor ortogonalidad con el muro que se conserva al noroeste de la manzana (Fig. 20). 

El lienzo oeste conserva restos del adarve, pretil hacia el exterior y unos escalones descendentes en su extremo norte (Fig. 41). 

Sobre el lienzo sur podemos suponer que se conserva casi hasta el nivel del adarve, sin restos de pretil. Ambos adarves terminan, al contactar con las torres, en sus correspondientes huecos de paso: el de la torre grande se conserva íntegramente, aunque reformado para usos posteriores (Fig. 41); el de la torre pequeña se adivina en los restos del muro oriental de esta (Fig. 49). El nivel de los dos adarves no es coincidente, el oriental es más alto.