PASADO

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LA SOBERBIA TIENE UNA HIJA Y ES LA INGRATITUD, (EL QUIJOTE)

miércoles, 11 de septiembre de 2024

FORTALEZA MEDIEVAL DE ISSO / Conclusiones 3

 No obstante, el modelo de poblamiento que proponemos para Isso está bien documentado en época andalusí, con ciertas variantes, en otros territorios, como por ejemplo las vegas de Murcia y Granada, Finestrat (Alicante) o Puentes (Lorca) y, más cerca de Hellín, en Alpera (Albacete). En este último lugar también existe una organización similar en la ocupación del territorio, aunque con la diferencia de que en este caso estamos ante un solo espacio hidráulico y no ante la aparente división segmentaria de Isso, que está jerarquizada en un sistema principal y otros secundarios que lo complementan.

 Se trata, en definitiva, de un tipo de poblamiento compuesto por pequeñas alquerías dispersas entre las que no existe una gran diferencia de tamaño, si bien alguna de ellas adquiere un cierto rango preponderante por la presencia de establecimientos colectivos como la fortaleza o la mezquita aljama; un modelo que contrasta con el de los grandes ḥuṣūn, como por ejemplo Siyāsa o Chinchilla por ceñirnos al entorno estudiado, que concentran la población de su territorio creando un vacío de alquerías en torno a ellos.

Siguiendo con las analogías, en el asentamiento central de Alpera existía una muela que fue fortificada con lienzos y torreones de tapiería de hormigón en época tardo-andalusí, según demuestran los abundantes materiales cerámicos, y posteriormente ocupada y reacondicionada tras la conquista (Simón, 2011, pp. 117120). Al igual que en Alpera, creemos que también en Isso existiría una fortificación andalusí para protección de los pobladores del área circundante que seguramente adaptaría su plano al perímetro natural del promontorio.Sabemos por los textos que el territorio de Alpera, con su castillo central, sus alquerías y su vega, no era un ḥiṣn independiente, sino que formaba parte en época almohade del iqlīm o término del ḥiṣn de Almansa, aunque era reconocido como una realidad territorial individualizada que, de hecho, acabó convirtiéndose en señorío.

 En el caso de Isso, no contamos con datos en las fuentes escritas que nos informen acerca de su condición en época andalusí, aunque dada la naturaleza de su disposición territorial y su carácter señorial en el periodo castellano, nos parece que es sensato plantear la hipótesis de que estemos ante un caso análogo al de Alpera, es decir, que antes de laconquista constituyeran una unidad territorial y administrativa compuesta por castillo y alquerías en torno al mismo, que pudo depender de alguno de los ḥuṣūn más próximos, como Hellín o Tobarra, o incluso ser autónoma.

Es posible que la fortaleza se remodelara inmediatamente después de la conquista cristiana, y que fuera en ese momento cuando adquirió la regularidad y monumentalidad de la planta que hemos podido documentar, dado que entonces se desarrollaron unas necesidades de representación y propaganda edilicia que no existieron en época andalusí cuando la función de la fortificación sería esencialmente práctica. También es probable, como antes comentábamos, que en este momento temprano de la dominación castellana estemos más bien ante el recinto de una pequeña puebla de repobladores que ante un castillo señorial. Se trata, en definitiva, de hipótesis de trabajo que sólo podrán confirmarse, rebatirse o matizarse, con el desarrollo de los trabajos que aún continúan en marcha, la obtención de un mayor número de datos a partir de los análisis arqueométrico, y futuras intervenciones arqueológicas.En Isso, a partir de un enclave natural que posibilita la vida, el hombre ha ido formando una compleja estratificación de estructuras arquitectónicas que se han sucedido mediante la reutilización, la reforma, la destrucción, o el añadido de nuevas construcciones que, limadas por el paso del tiempo, han llegado a nuestros días parcialmente habitadas. Ese continuo y sus rupturas constituyen la auténtica memoria del lugar. La conservación de toda esa experiencia humana constituye nuestra mayor responsabilidad y el reto más importante. 

Es necesario preservar todos los testimonios materiales de lo que allí sucedió. Para ello, consideramos que todas las etapas históricas deben ser tenidas en cuenta y recuperadas, pues tan valiosa es la fortaleza original como sus transformaciones o las casas que se le adosaron a partir del siglo XVI. El mayor desafío que puede tener este proyecto radica en proteger y conservar todos los valores patrimoniales que tiene la manzana de la fortaleza y las huertas anexas, a la vez que es necesario rehabilitar las casas y recuperar la población perdida.

martes, 10 de septiembre de 2024

FORTALEZA MEDIEVAL DE ISSO / Conclusiones 2

 En época tardo-andalusí, las fortalezas levantadas por el Estado y las edificadas por las comunidades locales para su autodefensa acostumbran a presentar diferencias constructivas.

 A partir de época almorávide, las primeras son obras que presentan sólidas tapias de hormigón en los basamentos y zócalos mientras que el resto del alzado se hace con tapias de tierra calicostrada: este es, por ejemplo, el caso de las fortalezas y almunias levantadas por Ibn Mardanīš en Monteagudo a mediados del siglo XII. 

Durante esos mismos años, las fortalezas levantadas en los ḥuṣūn del medio rural estaban generalmente constituidas por basamentos de mampostería tomada con mortero bastardo y alzados de tierra, como se puede comprobar en las alcazabas de Siyāsa (Cieza) o Sierra (Tobarra). No obstante, también consta la existencia de fortalezas campesinas levantadas con tapial desde su arranque, en estos casos no cambia la técnica fundamental, pero sí los materiales constituyentes de las tapias, como por ejemplo el castillo del Río de Aspe (Alicante) o el de Alpera (Albacete). 

Por consiguiente, si el castillo de Isso primigenio fuera andalusí, desde el punto de vista técnico podría ser una obra construida tanto por iniciativa estatal como por la comunidad campesina.

Cabría también la posibilidad de que se tratara de un castillo construido inmediatamente después de la conquista. En este caso, podría ser una fortaleza-residencia señorial, aunque las dimensiones parecen a todas luces excesivas para este propósito; o bien, podría tratarse del recinto fortificado de una puebla o pequeño concejo cristiano de nueva creación, del tipo que encontramos en poblaciones relativamente próximas como Socovos o Taibilla (Navarro, Jiménez, 2009, pp. 734-737).

El análisis territorial nos ha permitido aproximarnos a las peculiaridades del poblamiento del término de Isso en la Edad Media, algo fundamental para interpretar adecuadamente la propia fortaleza, de acuerdo con las hipótesis planteadas previamente. Gracias a ello, sabemos que el pequeño núcleo habitado en torno al castillo se ha servido tradicionalmente de la fuente situada 3 km al norte de la población actual. 
Este manantial se dividía mediante partidores de los que arrancaban acequias que irrigaban los pagos asociados a pequeñas aldeas o “barrios” que jalonan el territorio en un número en torno a las tres decenas.
 Otras fuentes como la Pestosa, la del Hilo de Polope y la de las Mercedes, irrigaban los heredamientos de otras alquerías, conformando así un poblamiento relativamente intenso, aunque disperso, que podría explicar la monumentalidad de la fortaleza objeto de este trabajo, de tamaño y extensión demasiado considerables si solo estuviera en relación con el caserío que la circunda. 
A la luz de la información arqueológica de que actualmente disponemos del castillo de Isso y de las prospecciones de su territorio, así como del análisis de los modelos que se han podido estudiar en el entorno, propondremos una hipótesis acerca de su evolución histórica.

 El poblamiento disperso del territorio de Isso, a base de pequeñas alquerías o “barrios” que conocemos bien a partir de la documentación posterior a la conquista cristiana, creemos que estaba condicionado por la geografía del término, dividido en vallejos y pequeñas vegas paralelas que se extendían de norte a sur, por los que circulaban las aguas de varias fuentes, esta disposición del territorio creemos que también determinó el patrón de poblamiento en época andalusí. 
Junto a la vega más importante se situaría la alquería mayor, en torno a una muela que facilitaba su defensa y la de los otros núcleos menores del territorio. Quizás también aquí se situaba un oratorio que seguramente también daba servicio como mezquita aljama rural a todas las alquerías.
 En cualquier caso, es necesario reconocer que, en el estado actual del conocimiento, no existe evidencia arqueológica alguna de esta alquería andalusí asociada a la fortaleza.

domingo, 8 de septiembre de 2024

FORTALEZA MEDIEVAL DE ISSO / Conclusiones 1

 

Conclusiones:

Hasta el momento de comenzar la investigación, solo se sabía de la existencia de las dos torres contiguas y el comienzo de los dos muros adosados a ellas; del resto de la fortaleza todo se ignoraba, aparte de alguna vaga noticia de la existencia de muros antiguos en alguna vivienda de las que componen la manzana del castillo (Simón, 2011, pp. 196-198). Es por este conocimiento parcial que se tenía que popularmente ni siquiera era identificado como un castillo, sino que se le denominaba como la Torre de Isso.

Gracias a los trabajos exhaustivos de arqueología de la arquitectura, llevados a cabo en todas y cada una de las viviendas y solares que componen la manzana, ahora sabemos que, en realidad, esos restos no son sino la cuarta parte de una fortaleza de dimensiones mucho mayores, de planta aproximadamente cuadrangular con unos 44 m de lado, con torreones en las esquinas y con otros menores situados en el centro de, al menos, tres de sus lados. 

A pesar de que hemos conseguido identificar, en buena medida, el perímetro del edificio, quedan por definir algunos puntos y aclarar determinadas cuestiones importantes, como todo lo relacionado con el acceso o accesos, la disposición exacta del frente oriental, así como la relación con el castillo de un aljibe situado fuera de su perímetro.

Otro de los avances que hemos logrado en el transcurso de esta campaña ha sido llegar a saber que la fortaleza no se levantó en un único momento, sino que, al menos, hubo dos fases constructivas bien diferenciadas: la más antigua a base de basamentos de calicanto y alzados de tapiería calicostrada, y la más reciente compuesta por tapias de hormigón. Esta última podría coincidir en buena medida con las dos torres y con los lienzos de muralla a ellas asociados. También se ha detectado, especialmente con motivo de las intervenciones arqueológicas realizadas en el frente septentrional, la existencia de una fase tardía, consistente, básicamente, en el forro de las fábricas originales mediante obra de tapia de hormigón. 

No hay conexión entre estas reformas y la construcción de las dos torres y los lienzos asociados del ángulo sudoccidental del castillo, por lo que no sabemos si ambas corresponden a un mismo momento o no. Por tanto, después de la construcción original hay evidencias de varias reformas en el perímetro del castillo, las más importantes son las dos comentadas, pero no sabemos si ambas reflejan dos momentos constructivos diferentes o si se trata del mismo.

En cuanto a la cronología de las fases del castillo y, lógicamente, a su interpretación histórica, también hemos logrado avances, aunque persisten dudas importantes.

Sabemos, en líneas generales, que las dos o tres etapas han de situarse entre los siglos XII y XIV, aunque no podemos afinar mucho más por falta de datos, y esto es importante porque de ello depende la adscripción de cada una de ellas a época andalusí o cristiana. 

Se han tomado muestras para análisis de Carbono 14 de maderas y hueso procedentes de la torre del ángulo suroeste, que sería en principio de la fase más tardía, y hasta el momento contamos con tres dataciones: 2 de ellas (maderas) ofrecen una fecha de entre 1090-1250 y la tercera (hueso) de 1270-1390. Por consiguiente, y a falta de que se nos faciliten los resultados de los análisis del resto de las muestras que son la mayoría, esta aproximación a la cronología absoluta del edificio no está proporcionando resultados concluyentes.

Técnicamente, el empleo del tapial para fabricar muros de hormigón se desarrolló durante toda la Edad Media a partir de fines del siglo XI sin cambios significativos, por lo que el análisis de la técnica constructiva no nos facilita avanzar en este sentido.