PASADO

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LA SOBERBIA TIENE UNA HIJA Y ES LA INGRATITUD, (EL QUIJOTE)

viernes, 24 de agosto de 2018

AL CUMPLIR 61,


          (04 / 12 / 2011). Cumplo-61




Resulta complicado; Para quien, como yo, que no he tenido oportunidad de profundizar en el lenguaje, combinar las palabras precisas, para que signifiquen con exactitud, lo que deseo trasmitir.

Se trata de sentimientos negativos, que subyacen, combinados con un momento anímico complicado.

Esta reflexion viene a cuento y en referencia, a lo recto o retorcido que puede llegar a ser el cerebro, cuando en un momento dado, lo mismo nos pone a los pies de los caballos, que, por el contrario, puede hacernos sentir emociones mágicas, sin saber por qué.

 Siento que cumplir años en esta ocasión, ha sido para mí, una especie de triunfo de la vida sobre la muerte.

En este año, he vivido unos meses atormentado, convencido, que el cáncer había aterrizado en mi para continuar la labor de exterminio de mi familia, tan duramente castigada por esta enfermedad en tiempos recientes.

Afortunadamente y después de varias pruebas, esperando en cada una de ellas, la confirmación de mi sospecha, los resultados uno a uno, fue indicando ausencia de problemas de cáncer.

Estas buenas noticias me fueron reponiendo, y sin estar para tirar cohetes, reconozco que al menos me está dando un respiro.

 Es verdad, que los fantasmas depresivos, solo están agazapados, y solo un pequeño contratiempo en mí salud para que volver a hacerse con el control.
de mi cerebro.

martes, 21 de agosto de 2018

RECUERDOS DE ADOLESCENTE / (Molino de Marcelin)


En este momento me encuentro en uno de esos lugares, que a quienes somos Isseros de la generación de los 50 nos evoca gran cantidad de recuerdos.
 En mi caso porque el lugar era paso obligado de regantes nocturnos.
De adolescente me tocó lidiar con mis miedos en más de una ocasión.

Recuerdo que después de disfrutar un domingo de la fiesta de Santiago, toco tanda de riego a la 1,30 de la madrugada, (Ya en lunes) y mi padre me dejó con un reloj y un farol en un lugar llamado " La Media", para cambiarla del brazar de la Puenterrera al de la placeta.
El lugar se encontraba unos cien metros aguas abajo, después de cruzar el molino de Marcelin,

M. Marcelin

Añadir:

  Que después de la capea en la tarde anterior y cuando se utilizaban las vaquillas más de un día, había corrido el rumor, que una se había escapado del corral, y que dejaron de buscarla por la llegada de la noche.

 Con estas premisas y a corta edad, tuve qué enfrentarme a mis miedos, había momentos, que el silencio y la oscuridad me producía un estado de alerta, que me impedía girarme. 

 Recuerdo ver el agua discurrir por la acequia, procedente de la fuente, y allí se dividía en dos ramales, en forma de y griega.
Uno, dirección al cementerio y partidores. Y el otro direccion al puente de la Placeta.
 
 Las particiones, eran el único punto de obra, con guías hechas a mano, en una especie de sillares areniscos, para alojar los tablones.

 Estrechas sendas de servicio serpenteaban paralelas a las acequias.

Aquella noche la luna estaba ausente, ¡por tanto! mi compañía, eran las estrellas, y alguna débil racha de viento, moviendo las hojas de los cañares, produciendo algún chasquido inquietante.

Apagué el farol, y me quedé arrimado a un viejo muro lindero, pendiente del reloj, para cambiar el tablón a la hora precisa, un misto o cerilla, como la de la foto, me servía para tal menester, así estuve sobre media hora, que me pareció una eternidad…  Obvio decir que cuando al fin cambié el hilo del brazal, volé hasta el puente de la placeta, donde uno de mis hermanos mayores me esperaba para hacerse cargo del riego, en ese momento mi corazón bajo de revoluciones.

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Volviendo a retomar mi paseo por el Molino Marcelin, descubrí algo que me dio mucha alegría, los restos del lavadero que había antes del pequeño salto de agua, del que se servía el molino, al momento, pasó por mi cabeza las muchas historias de lavanderas que encerraría aquel lugar.

En aquellos tiempos eran muchos los barrios con lavadero, estos en principio eran construidos con losas de piedra caliza o granito, de poco espesor, colocadas de forma perpendicular e inclinada en el margen de la acequia, de manera que el nivel del agua bañara hasta su mitad, aproximadamente, se colocaba la ropa, se enjuagaba, se le ponía jabón (del que se hacía en casa), después se restregaba contra la losa hasta eliminar la suciedad.


 Estas losas se modernizaron con tablones con unos surcos transversales, para frotar la ropa.

 Cuando aparecieron estos artilugios además de la ropa, había que cargar con ellos para volverlos a casa.


Finalizo con un sueño, paseando por Isso, contemplando encinas, chopos, almecineros,  nogales, olmos, molinos, lavaderos, caños, la fuente con su fauna, el molino falcón ,et,et,et,.


DESPUÉS ME DESPERTÉ

domingo, 5 de agosto de 2018

LOS JUEGOS DE MI GENERACIÓN / 2



También recuerdo mis primeros escarceos con al cigarro sin tabaco, se trataba de papel de estraza, del que se utilizaba  en las tiendas del barrio, para liar los productos de granel. 
Lo poníamos al  al sol durante unos días, en lugares ocultos, lo liábamos bien apretado entre sí y una vez  prendido, las chupadas de aquel humo, chocaba contra la lengua como si la cortara, quiza, aquellas experiencias fueron premonitorias, para no fumar de adulto.

Otra de  juegos  era  al  ”Frendis” .  Hacíamos un círculo, arrastrando fuerte contra el suelo, un tejo, o piedra en cualquier calle o camino,  una vez señalado,  cada uno de los jugadores poníamos un perrón, o sea diez céntimos en relación a la peseta. Si no recuerdo mal, consistía, con monedas a las que  llamábamos  negro, (Monedas antiguas que ya no se usaban, de más peso y tamaño), las lanzábamos  sobre los cantos de los perrones, y había que sacarlos del círculo, para tener moneda ganada, si se conseguía volvías a tirar, a la siguiente.
  Cuando la moneda grande, se quedaba fuera de la línea,  había que volverla de nuevo al círculo con otra tirada, por cierto haciendo estos juegos comprendí, que lo del juego no era lo mío, solía perder  casi siempre, y especialmente, cuando jugaba con mi primo, que aun siendo más joven que yo siempre me dejaba sin blanca.

"El juego de las cartas"   también formaba parte de nuestros entretenimientos, y para que no nos vieran, solíamos ocultarnos en algún ribazo, lleno de maleza de los que tanto abundaban en Isso. 



"La Semana Santa".

     La solíamos percibir con antelación, debido a que en esta comarca nace una especie de tallo azul robusto de tres a diez  centímetros  de alto, forma cilíndrica y color azul intenso parecido al color que usan algunas cofradías.a unos y otros les llamábamos y  les continúa llamando "Nazarenos" , de ahí, que cuando salían en el campo,los tambores y procesiones estaban próximos