PASADO

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LA SOBERBIA TIENE UNA HIJA Y ES LA INGRATITUD, (EL QUIJOTE)

miércoles, 2 de junio de 2021

REFLEXION / 05/09/1991



 

Estoy disfrutando vacaciones,  (Suena bien), a mis cuarenta años, deseo que mis hijos crezcan rápidamente, que sean autosuficientes y que yo pueda apartarme pronto de este monstruo en el que se está convirtiendo la máquina productiva.

 Yo lo definiría como la lucha por el absurdo.

 ¿Quién es feliz?

  Yo me considero un hombre afortunado. Sin embargo, los momentos sin preocupaciones  apenas ocupan una pequeña parte en mi vida, el resto lo dedico a intentar entender lo que me rodea, y actuar a la defensiva, para no salir perjudicado.


 Por otra parte, es absurdo tratar de encontrar en mis hijos, los receptores de este tipo de cosas, que tantas dudas despiertan en mí.

 En mi errático comportamiento, actúo con tantas ataduras y doblándome tanto, que estoy quedando sin ningún tipo de respuesta o contestación, que precise de energía.

 Esto, hasta el día de hoy he podido soportarlo, sin embargo, es tal la presión, que comienza a crearme dudas sobre mi personalidad, derivando en un miedo atroz, no sólo al fracaso, sino también, a  cualquier tipo de crítica sobre mi quehacer diario.

 Esta situación en el futuro trataré de revertirla, o algún día acabaré lamentándolo.

 Este revoltijo emocional, está incrustado en mi vida, desde hace algún tiempo, con dos frentes muy definidos y antagónicos.

 Por una parte refugiándome en la búsqueda de mis raíces, y el reencuentro con mis entornos naturales de niñez.  Por la otra, la obligación responsable, de por medió de mi trabajo y mi esfuerzo diario, encontrarle sentido a la lucha despiadada, con la que hay que lidiar, para estar en las mejores posiciones, y así, poder ofrecer a mis hijos, posibilidades que yo no tuve.



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