En el caso de mis hermanos y en especial el primero,
fueron muchas veces las que vi en su rostro el horror y el pánico, esta
cuestión sin duda debilita mi percepción de las bondades de la vida, incluso
cuando esta transcurra sin sobresaltos.
Afortunadamente… en mi cerebro está
el recuerdo del final de mi padre, porque en el viví la otra manera de morir, o
sea, cuando eres consciente de que tu ciclo por edad ha finalizado y hablas de
la muerte, desde una perspectiva superada, nada de lo que te ocurra dejara de
ser normal a los 84 años.
En mis últimas conversaciones con él, me trasmitió con una entereza, que
cada día valora en mayor medida, su total tranquilidad y disposición a como él
decía pasar al otro barrio. Lo único que
pedía a quienes le cuidamos era, que no tratásemos de alargarle la agonía final
en los hospitales.
Por nuestra parte, cumplimos a medias, tratamos de le alargasen la vida y
solo conseguimos un par de semanas más de dolor y agonía.