PASADO

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LA SOBERBIA TIENE UNA HIJA Y ES LA INGRATITUD, (EL QUIJOTE)

jueves, 17 de noviembre de 2022

SOBRE LA CONCIENCIA

 Posos de conciencia:



La vida no es una tragedia ni un edén.

 Es una especie de anécdota, graciosa, frágil y aveces enojosa, en la que nos vemos inmersos sin saber por qué.

Diversos, rutinarios, exclusivos, complejos, variables, profundos, filósofos, humildes, egoístas, narcisistas, egocéntricos et. et.

(Los valores y sus antónimos. Solidaridad - egoísmo. Decencia-desvergüenza. Responsabilidad - irresponsabilidad. Justicia - injusticia. Fidelidad - infidelidad. Perdonar – vengarse. Alegría - tristeza. Comprensión – cerrazón)

Toda esta retahíla y muchos más, define nuestras luces y sombras, en nuestra efímera existencia.

Lo cierto, que cuando el tiempo y el entorno nos va creando un perfil más o menos cambiante. De pronto, nos vemos enfilando la recta final.  Las trompetas tocan arrebato, y hemos de preparar la mochila imaginaria, para un viaje sin retorno.  
   
Con la edad avanzada, la materia de la que estamos formados nos envía los primeros avisos de descomposición.

  Una especie de estado grotesco se burla de nuestra alma, a la vez que nos empuja hacia el acantilado de la nada, donde la materia una y otra vez se recicla para continuar formando parte, de un planeta que nos produce y nos desecha, en un ciclo permanente.
 Después de estas frases de filosofía barata, vuelvo al sentimiento de culpa que nos inquieta al final de nuestra vida.   Es la conciencia la que nos gasta esa broma un tanto macabra, porque difícilmente a esas alturas de la existencia se puede solucionar, haciéndonos sentir, que tal vez no deberíamos haber actuado de determinada manera, en algunos momentos de nuestra vida.   

Y esta última parte viene a cuento, porque esos síntomas los he percibido en personas muy próximas a mí, que escuchándolas he entendido que se sentían algo atormentadas, por no haber dicho en su momento, lo siento, o simplemente perdón. 


DESPUES EL SALTO AL VACIO

 Las lágrimas de la resignación empapan las arrugas de la piel, incapaces de absorberlas.
 Los ojos ya no se abren del todo, solo queda encontrar la mejor postura y poder resistir el trance quieto y en silencio.
Ya, poco importa mirar en una u otra dirección, solo sabes que estas a punto de hacer un viaje sin retorno, y as de enfrentarte a él en la más absoluta soledad.




   


De un Issero nostálgico. A. Carreño

Para el reencuentro...Desde Guadalajara...Buen día de domingo.
.
Estoy recordando Isso y recuerdo tantas cosas que perdí, tantos amigos, que hoy deseo hacer memoria de algún verano en Isso.


Y en la balsa de Inocente
Se bañaban los chiquillos
Y chiquillas guapas mozas,
Y al pasar por nuestra fuente,
Muy cerca del Toledillo,
Los chiquillos
Se miraban tiernamente.


Allí en un bancal guardado,
Me enseño mi pobre abuelo,
El aprecio hacia las cosas
Que cuidaba con esmero;
Hortalizas y verduras
Y sus frutales repletos.
Del dulce melocotón,
De las peras y los peros,
De los higos reventones
Y del verde semillero.


Allí fue donde mi abuela,
En un ribazo cubierto
Sacando la merendera
Comíamos con mi abuelo;
Me enseño que ricas eran
Las patatas con pimientos,
Y lo huevos de corral,
Y embutidos de los cerdos.
Que fresco y dulce era el vino
En la bota de mi abuelo...
Y aun pareciendo pedante,
Dejando a los demás aparte;
Qué bueno que era mi abuelo.

No son cosas de chavales,
Recordar sin ser aun tarde,
El pan de candente horno,
Con el costero cortado,
Hábilmente desmigado
Con sal y aceite abundante.


ROSA DE AZAFRAN / 1

 RECOLECCION:


Una vez más frente al ordenador, con la idea de describir lo más entendible posible, uno de mis quehaceres en Isso, en los años 60.

Aclaro;  Que el azafrán sale de los tres pelos que se desarrollan dentro de la rosa, de color rojo, y unidos en su base.

El proceso que figura en el título, se iniciaba el día anterior por la tarde, cuando alguno de mi familia o en algunos casos yo mismo, visitábamos el campo donde estaba ubicado el azafranal para comprobar si había muestra para cosechar al siguiente día a primera hora.

 Se trataba de observar, si apuntaban las rosas, o una especie de camisa blanca que la rodea, horas antes de salir a la superficie.
  Según la cuantía de la muestra, se decidía cuantas roseras habían de participar al día siguiente.
 (Siempre teniendo en cuenta, de llamarlas según antigüedad.)

Decidida esta cuestión, a primera hora del día comenzaba la tarea.
 También recuerdo, que en alguna que otra ocasión,  las roseras pugnaban por coger el cesto mas cómodo de llevar.

Según había trascurrido la noche y madrugada, en cuanto a humedad y temperatura, la rosa estaba más o menos desarrollada, siendo la mas crecida la mas cómoda de cortar. 

 Cuando emerge, la rosa está cerrada, y resulta mas cómodo y rápido de cosechar.
Se entra el pulgar y el índice entre el espartin y haciendo un pequeño movimiento hacia abajo se trocea el tallo, y de este modo y con la flor cerrada se van acumulando en la mano, antes de depositarla en el cesto. 

  Como es natural, la postura es un tanto incómoda, como puede apreciarse en la foto, y según fuese la cosecha de ese día se andaba mas o menos aprisa, por tanto, las piernas y los
riñones a medida que la mañana avanzaba nos iba pasando factura. ( El día que mas rosa salía, se decía que era el día del manto)

 El ritmo de la recolección se hacia mas lenta cuando el sol hacía su aparición, y la rosa habría los pétalos,  entorpeciendo la labor de cosecharla, tanto al trocearle el tallo, como el almacenado en la mano, porque el volumen se multiplicaba, quedando algunas estrujadas, quedando mas complicada de mondar.

  Si las previsiones de cosecha y numero de roseras ha sido acertado, sobre las diez de la mañana se regresaba al barrio, los azafranales solíamos tenerlos en los parajes de  castor, piedra del tesoro y campuiso.

CONTINUARA:

miércoles, 16 de noviembre de 2022

DE LA MANO DEL TIEMPO:

 

De matanza en casa de Gachero
A la izquierda mi primo Juan, la chica, la Ines,
A la derecha yo, detrás mío mi tío Juan. El matarife no se quien
es, QUIZA el "el Pelonchi", el año, 69/70

 Recuerdos que asoman como pinceladas, pululando en un abismo de incoherencias. Las nostalgias rompen con intensidad, es como si empujaran desde el interior de un arca, que se resiste a estar cerrada.

Mis primeros veinte años de este mi pueblo, pateado de niño y hasta la edad adulta, me recuerda tantas imágenes como confusiones.

Los hilos que me conectan con el pasado son frágiles y apenas duran unos pocos segundos, después se diluyen en una nebulosa impenetrable.

 

Seis décadas después, complicado ser objetivo:

El tiempo en Isso como es natural, lo ha transformado todo.

Mi intento de poner coherencia entre el pasado y el futuro choca con la inexorable máquina de la memoria, que mezcla sueño y realidad, creando a veces idílicos entornos, en donde vegetación y seres vivos, se complementan con total armonía.

 

Isso, laberinto infinito:

Desde casa Pegote

Multitud de barrios que nunca acabas de conocer, casas esparcidas, a lo largo y ancho de su geografía, con nombres como “Casa del Olivar”, Los Trigueros”, “Baltasar", "Paco Oreja”, “Buenos Deseos”, “Puente Perdigón”, “Pinos de Julio”, “La Palmera”, “Casa Grande”, “Corral de Espinosa”, “Casa del Rano”, “De Gachero”, “Peña Bermeja” “Molino Falcón”, “El Romeral”, “Casa Pegote”, et.et.

                                                                                                Recuerdo caminar por estrechos senderos, cruzados por acequias de riego, entre troncos de olivos centenarios mezclados con nogales, almecineros, olmos, chopos, higueras, granados et.
Y como no recordar el descomunal plátano de la almazara Gachero. EL edificio natural más alto de nuestro pueblo, hasta que la voracidad del hombre lo hizo desaparecer, era cómo una alta y ancha columna de ramas y hojas, que hacía de hermoso parasol, creando una sombra densa y privilegiada en los duros meses del estío.