PASADO

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LA SOBERBIA TIENE UNA HIJA Y ES LA INGRATITUD, (EL QUIJOTE)

jueves, 13 de julio de 2023

VILLAVERDE DE GUADALIMAR / EL PERNALES




 Villaverde de Guadalimar

Fantástico enclave, situado en la provincia de Albacete, comarca de Alcaraz y  que me recuerda la leyenda del Pernales.
 Según ha trascendido, fue un bandolero que robaba a los ricos para repartir a los pobres, y que fue abatido en la Sierra de Alcaraz por la guardia civil, junto al niño del Arahal
 Sin duda, como suele ocurrir con estas historias populares, tendrán gran parte de fantasía, pero eso no cuestiona a mi modo de ver, la fuerza con que se mantienen en el tiempo.
En este vídeo, podemos ver a dos buenos amigos de Isso, cantando la canción del Pernales, cuando pedían el aguinaldo en navidades.



Lamentablemente mi buen amigo Manolin, ha fallecido...Siempre estará en mi memoria.

Descanse en paz
Romance del Pernales
 Estando Diego Corrientes
 con el caballo calzado
su hembra en el pensamiento
 con el trabuco en la mano
 Sígueme, Luis Candelas
 sígueme por mis pasos
 que vamos a la serranía
 con el trabuco en la mano
 ¿Dónde está José María,
 José María el Tempranillo?
 Francisco Ríos Pernales
 que venga con el Vivillo
 Vamos a los cortijos,

Como no podía ser de otra manera, también hay otras versiones en cuanto a su idílica actitud 


EL NIÑO DEL ARAHAL FRANCISCO GONZALEZ
ILUSTRACION BY MARTIN OLMOS



PERNALES Y EL NIÑO DEL ARAHAL MUERTOS

In Bandidos on 11 de enero de 2013 at 13:45
El Pernales fue un asesino implacable al que el pueblo le cantó romances de hambre que no se mereció

“Pero sin duda el más famoso de los bandidos terminales fue el estepeño Francisco Ríos González, alias Pernales”.

LORENZO SILVA
En el sur cuentan las cosas más rápido por el sistema de merendarse las sílabas para no perder el tiempo pronunciandolas y les ponen reseñas a los paisanos para no demorarse en aprenderse sus apellidos. O para asemejarse a los reyes. Según tengan el día le calzan a la fuerza la ejecutoria y unas veces les sale el mote descriptivo y otras del revés, con lo que al feo del pueblo le toca que le digan o el Susto o el Piropo. A Francisco Ríos González le adjudicaron nombre gráfico y le dijeron el Pedernales, por ser crudo de carácter, que después le abreviaron en Pernales y le acertaron, porque gastaba humor tan bronco que cuando sus hijas le interrumpan la siesta porque lloraban de hambre les quemaba la piel con la brasa de un cigarro para que se quejase por motivo. El cigarro estaba torcido en Gibraltar y era del contrabando, porque el macho tenía para fumar, aunque faltase el pan a la camada. En el sur también se hace canción de todo, porque abundan las guitarras, y cuando los tricornios mataron al Pernales en la Sierra de Alcaraz el pueblo le celebró con un romance mentiroso que acababa diciendo: “Pernales en toda su vida/ no ha matado a ningún hombre/ que el dinero que robaba/ lo repartía entre los pobres.” El Pernales tenía apuntadas muertes por explicar en las cuentas del San Pedro y si no robó al pobre es porque entendió que era echar la jornada de vacío y más que repartir lo que hacía era dar propina para galantear y pagar alcahuetes. Los versos hermosearon sus gestos, como les suele pasar a los bandidos de la sierra, pero Francisco Ríos González, que le decían Pernales por ser moleño y malacara, practicó el asesinato navajero y el ultraje a la mujer, el secuestro de niños, el robo de cortijo y de camino y la vida de monte del que tiene que huirle al guardia y dormir guardando bajo el serón el cuchillo de afeitar.
Casta bandolera
El Pernales nació el 23 de julio de 1879 en Estepa de Sevilla sin un pan debajo del brazo y le bautizaron como Francisco de Paula José Ríos González en la parroquia de  Santa María la Mayor de la Asunción. En Estepa, Micaela Ruiz, que le decían la Colchonera, se inventó los polvorones cuando se le ocurrió secar las tortas de manteca del Convento de Santa Clara para que su hombre, que era carretero, las vendiera en el camino. Entre hornos de mantecados y a la sombra del olivo en Estepa se da bien la crianza de bandidos y de allí era la partida del Vizcaya, la banda del Perdigón, el Niño de la Gloria y el Marcao, que llevaba escrita la quijada.  De Estepa era el Lero Juan Caballero, que cabalgó la sierra con el Tempranillo y se murió de un flemón, y Joaquín Camargo el Vivillo, que después de cuatrero fue picador de toros. En casa del Pernales había cazuela magra y frío en invierno y su padre andaba en los tajos temporeros y en el furtivo, cazando a cepo porque no tenía para escopeta. Por parte de madre, sus tíos el Chorizo y el Soniche eran cuatreros de reses y le daban ejemplo al niño. A su padre le mató un guardia civil de un culatazo de mosquetón una tarde que le cogieron robando una huerta y a sus tíos los envenenó un gitano de nombre Macareno que les puso ponzoña en una paella con conejo. El Pernales se fue pronto de casa y se puso de pastor de los rebaños de otros, pero dejó pronto el pasto para caminar el monte y formó banda de forajidos con Antonio López Martín, que le decían el Niño de la Gloria, y con caballistas de la antigua banda del  Vivillo, que había huido a Argentina. Le siguieron Juan Muñoz el Canuto, Antonio Sánchez el Reverte y Pedro Ceballos el Pepino. Dieron su primer golpe en Cazalla, en donde robaron a un cortijero, le zurraron una tunda que le dejó en la raya del eterno y delante de sus narices rotas le violaron a la mujer. Después se echaron al camino, a robar en las cruces, y se hicieron cartel de violencia y de no gastar misericordia y con razón, porque se dieron al ultraje de las hembras y a deslomar a palos a los renuentes.
Los falsos romances

Pernales llevaba la jeta pintada de pecas, era rubio de pelo y tapón de talla, de apenas el metro y medio. Sin embargo era ancho de pecho y fuerte de remos y buen caballista de yeguas. Se buscó una mujer dócil y la casó, la hizo dos niñas y las tres le importaron el carajo y le acabaron abandonando cansadas de coger cinto cuando el Pernales llegaba húmedo de anís. Descubrió que a otros sí les importaba la familia y se dedicó al secuestro y para que no le tomaran a la ligera rebanó el pescuezo al niño de un cortijero que fue tardón en aflojar. En las veredas soltaban la bolsa los viajeros sin rechistar por haberle escuchado la fama y una vez le robó mil pesetas al gobernador de Córdoba. Al pobre que se encontraba le daba un duro para que le olvidase el rastro y, como solo robaba al que tenía, el pueblo le cantó romances que no se mereció. Al jornalero que tuerce la espina en la campa del amo le suele tocar perder y cuando le ve palmar al amo, y temblar delante de la navaja, le sale la simpatía por el bandido, aunque sea un canalla, y le hace un cantar. Detrás de las canciones el Pernales era sanguinario y en La Roda de Albacete, en el cortijo de los Hoyos, se encontró con el gitano Macareno, el que envenenó a sus tíos Soniche y el Chorizo con una paella con liebre, y le pidió la deuda. Lo sacó de la finca y le amarró a un olivo, le rompió la cara a puñetazos y le mató a cuchilladas que le fue hincando con paciencia, asestándoselas en las zonas que no eran mortales para alargarle el trámite.
En 1907, en Villanueva de Córdoba, la Guardia Civil cercó a la cuadrilla del Pernales y en el tiroteo murió el Niño de la Gloria. Poco después capturaron al Pepino y al Reverte y Pernales escapó con plomo en el cuero y de milagro. En la huida robó un cortijo en El Arahal, en Sevilla, y un bracero de la finca que le decían el Pardo le vio más porvenir a la vida bandolera que al servicio en el campo y le siguió. Se llamaba Antonio Jiménez y era flaco como un junco y le dijeron a partir de entonces el Niño del Arahal. El Pernales le había cogido prudencia al tricornio y se había echado hembra, que se llamaba Conchita Fernández Pino, era de El Rubio y estaba preñada, y planeó llegar al puerto de Valencia para embarcarse para Argentina y empezar vida nueva. Cruzó Jaén con el Niño, robando por el camino, y en la Sierra de Alcaraz, en el suroeste de Albacete, le preguntaron al guarda forestal Gregorio Romero por una senda por la que atajar y le dieron un duro por el recado. Romero había sido tricornio y le había quedado el olfato, sospechó de los dos hombres armados, montados en un macho castaño uno y en una yegua clara el otro, y dio el aviso al cuartel. El 31 de agosto de 1907, en el cerro de Las Morricas, el teniente Haro y una dotación de cuatro guardias les entablaron tiroteo y los finaron a tiros. Exhibieron sus cuerpos en el pueblo de Villaverde, desmadejados como quedan los muertos, y en el inventario del Pernales le apuntaron escopeta de cazar y revólver de seis tiros, mojos
a de muelles bien afilada, trescientas pesetas y un reloj Roskopf con una cadena de un kilo. El romance cantó más tarde que “el pueblo entero lloraba/ con mucha pena y dolor/ de ver a los dos bandidos/ cruzados en un serón”. Los aldeanos de Villaverde miraron con curiosidad a los dos difuntos forasteros que les dijeron que fueron malos cuando respiraban y se fueron a lo suyo, al tajo a sudar, a doblar la raspa y a palmar, como siempre.
MARTÍN OLMOS

LAVAR TRIPAS DE MATANZA:



 Grupos de jóvenes y menos jóvenes cargadas con canastos  de caña, forradas en su interior con trapos blancos, para evitar que las tripas del cerdo se pincharan y procedían al vaciado y lavado de los intestinos.  

. Recuerdo aquella tarea, porque alguna que otra vez, de adolescente y con algun amigo interesado en ver a su pretendida o perseguida ,rondando las orillas de la fuente, y no para ayudar ,sino para hacer  alguna cabriola con las bicis y llamar la atención, (lavar tripas era trabajo asignado a las chicas),estas con sendos pañuelos en la cabeza y bien abrigadas porque dicho sea de paso, aquellos inviernos eran bastante más severos que los actuales, en cualquier caso era parte festiva.
 La matanza, al coincidir con las fiestas navideñas, se aprovechaban para  que la familia se reuniera.
 En muchos casos acababan en baile, con el músico de turno, mi padre era uno de ellos.


.







miércoles, 12 de julio de 2023

NUESTRAS NECESIDADES:

Lo que pueden  generar  su escasez, en una sociedad moderna:

Las necesidades que  denominamos mínimas o básicas, nos empeñamos en
modificarlas con un único criterio,  “Consumir para ser más felices”.

Ejemplo, el agua que si disponemos de ella es normal.
 ¿Y si nos falta,?, nos puede producir desde un ligero malestar, si solo es un corto espacio de tiempo,  hasta convertirse en una tragedia, si no disponemos de ninguna, y no podemos obtenerla.

Veamos, si abrimos la ducha y hay poca presión, el calentador no se pone en marcha, con lo cual ya nos produce cabreo.

Cuando cortan el agua unas horas, por cualquier problema en la red,  el cabreo sube de tono.
Imaginemos un mes sin agua corriente, (Que no, sin agua para beber).. esto empieza a ser de juzgado de guardia.
¿Y si  hubiese agua para beber, solo para un pequeño porcentaje de la población?
¿Y si el agua se acabara?
Si somos capaces de invertir lo anteriormente dicho, y situarnos en el último supuesto.
Podríamos llegar a la conclusión, que poseerla para beber, ya es de hecho un enorme logro, para nuestro bienestar.

CONCLUSIÓN:

La sombra de lo básico la hemos alargado demasiado, y lo hemos convertido en imprescindible, siendo  capaz de generarnos  malestar y agresividad, cuando sufrimos algun contratiempo,con esas cosas mas livianas. 

Respirar aire puro, disponer de suficiente comida y agua, tener un lugar donde resguardarse, disponer de ropa para abrigarse, tener un fuego cuando hace frío  et...habría de ser motivo de satisfacción y bienestar, si no de complacencia, porque es cierto que hemos de procurar mejorar en lo posible  nuestra calidad de vida, pero comenzando con las capas sociales más desprotegidas.  

 ¡Por tanto !.  Antes que fuera tarde, deberíamos de separar las necesidades básicas de todo el resto de mejoras, que  no son nada más que reclamos de consumo indiscriminado, que en muchos casos, solo persiguen adicción, y que el sistema capitalista maneja muy bien, para el amasado de fortunas y lucro de unos pocos. 

Habríamos de convenir ,que lo que acontece en la actualidad, deriva, no sólo de la mala gestión y de la corrupción, que también, sino de las ideas que han invadido nuestros cerebros, a fuerza de publicidad machacona.





Los Santos Inocentes

Conclusión:
 El supuesto bienestar, lo estamos  elevando  de tal manera, que somos incapaces de vivir el presente, con sosiego y disfrute, de lo mucho y bueno que nos rodea, que dicho sea de paso, debemos a las  mejoras tecnológicas, y a muchos de nuestros antecesores, que han quedado en el camino defendiendo la libertad y la justicia.


Resumo:
 Cómo es posible, que el  cabreo y el malestar este tan generalizado, cuando disponemos,  de una calidad de vida, inmensamente mejor que la quienes nos han precedido apenas hace un siglo.