PASADO

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LA SOBERBIA TIENE UNA HIJA Y ES LA INGRATITUD, (EL QUIJOTE)

lunes, 9 de octubre de 2023

TIEMPOS DIFICILES:

Tirando de Agenda

11/01/2012:


Son las 23 horas, del tercer día laborable del año.
 Mi estado de ánimo;  en este momento es de desaliento contenido.


Las rodillas,  apenas me
dejan caminar, aun haciendo
 uso, de una o dos muletas. 
Otra de las causas y no es referida a la salud, es, el momento de crisis que se vive en el mundo y especialmente España.
Como de costumbre, por la poca previsión y especialmente de aquellos que gestionan las obras públicas, que en este momento son las autonomías, los nuevos cabeza de raton, han pugnado por invertir en obras faraonicas y muchas de ellas no han servido para nada.

   Por si eso fuese poco, los bancos han ofrecido dinero a la carta, a todo ciudadano que desease comprar una vivienda, con o sin respaldo patrimonial.
Tal y como algunos economistas avisaban. se ha producido el colapso, o reventón de la burbuja.
El resultado, millones de trabajadores al paro.


Una vez más, la historia nos muestra, que nos comportamos, como animales voraces, sin el mínimo atisbo moral, produciendo la angustia y la desesperación de familias completas, que han pasado de vivir de su trabajo, a vivir de la caridad. 


Con este panorama,y a  mi edad, siento que la soledad me va atenazando de manera implacable, no  porque  me desentienda de comunicarme, con aquellos que se encuentran en mi entorno, sea familia o compañeros de trabajo, sino, que mi percepción de las cosas,  me convierte en alguien, incapaz de desmontar de su cerebro, esa dolorosa realidad.


No deseo evocar con esta reflexion,  ningún tipo de alarma depresiva.
 Sin embargo, si me hace recordar, lo que mi padre decia al final de sus días.

 (Estoy contento de cómo  la vida me ha tratado, pero la que me queda, creo que  no merece la pena)





 











jueves, 5 de octubre de 2023

CON SU PADRE AL MOLINO (Isso/




Diciembre, 24:
Década de los 50:
Lugar,  Río mundo:


Abuelo y nieto, buscan leña para la chimenea.

Es nochebuena, la robusta y vieja casona esta fría.
Es tiempo de alegría, hijos y nietos como es costumbre en navidad, visitan a los abuelos.
Mañana plomiza, algún copo de nieve escapa de las perezosas nubes.
En algunas chimeneas, el humo emerge vertical.
 Un grupo de estorninos busca olivares.

Abuelo y nieto abrigados, caminan despacio.

 Han llegado a un lugar entrañable y lleno de recuerdos para Manuel.

Un viejo molino, del que solo quedan escombros, y unas especies de bóvedas semitapadas.

Aún se puede ver  una de las la piedras circulares, que molían el cereal, al empuje de la caída de agua, procedente de la balsa de la luz y a través de la calcina.
El nieto está deseoso de recoger ramas.
El abuelo le muestra cómo hacerlo.
El abuelo cansado por la caminata, se sienta sobre un viejo tronco, y sin apenas notarlo, su mente se desconecta de la realidad.
En sueños ve un carro, que desciende por la pedregosa cuesta.
Al llegar a la puerta del molino.  Paco el molinero, persona alta y delgada, recibe a Manuel y a su hijo pequeño,  con un amable saludo, el recién llegado como es su costumbre, le devuelve el saludo con uno de sus chascarrillos.
 El chico y su padre, atan el mulo a la anilla fijada a la pared, y colocan en las ruedas sendas piedras de calzos.

 Al momento, los sacos de trigo a la espalda del molinero, son depositados en la torva, mientras el niño corretea en un lugar casi mágico, choperas, olmos, cañares y pequeñas parcelas junto al río con frutales y hortalizas... ¡Ten cuidado! le dice Manuel. 
Después, el pequeño entra en el molino, y la molinera les da la bienvenida, es menuda y amable, y como siempre,  le ofrece pan con vino y azúcar el chico acepta el manjar, y despues de dar las gracias, entra al amplio patio interior ,donde las gallinas correteaban, próximas a la gorrineras y recuerda ver una pequeña canaleta, por  la que debidamente guiada desde la parte alta de la calcina, desembocaba en una especie de pilón hecho de piedra con agua cristalina,  para el consumo.
 La harina caía lentamente al costal, el abuelo y el molinero comentan sobre la última tormenta, y que el granizo había dañado las hortalizas.
En cualquier caso, decian, que de haber sido unas semanas antes, también la cosecha de cereal abría sido afectada.
 La tarde agoniza ,y la harina ya cargada en el carro y el farol encendido.
 Manuel se despide de los molineros y arrea al mulo, este tensa  los tiros y los viajeros emprende el regreso.
El nieto con buen acopio de ramas, tira de la mano del abuelo, este abre los ojos y se limpia las lágrimas.
Felicita al nieto por su trabajo e inician el regreso. 



miércoles, 4 de octubre de 2023

BORJA VILASECA-2009 (La independencia pasa por aprender a auto-abastecerse)





Desde un punto de vista emocional, todo lo que una persona no se da a sí misma, lo busca en su relación con los demás: afecto, confianza, reconocimiento.


Es hora de reconocerlo: por lo general somos una sociedad de "eruditos racionales" y " analfabetos emocionales". No nos han enseñado a expresar con palabras el torbellino de emociones, sentimientos y estados de ánimo que deambulan por nuestro interior, esta ignorancia nos lleva a marginar lo que nos ocurre por dentro, sufriendo sus consecuencias.

"Los demás no nos dan ni nos quitan nada, tan sólo son espejos, que nos muestran lo que tenemos y lo que nos falta" .

Debido a nuestra falta de conocimiento y entrenamiento en inteligencia emocional, solemos reaccionar o reprimirnos instintivamente cada vez que nos enfrentamos a la adversidad.

 Apenas nos damos espacio para comprender lo que ha sucedido y de qué manera podemos canalizar de forma constructiva lo que sentimos.

 De ahí, que nos convirtamos en víctimas y verdugos de nuestro dolor, el cual intensificamos, al volver a pensar en lo sucedido.

 En eso consiste vivir inconscientemente, en no darnos cuenta de que somos cocreadores de nuestro sufrimiento.

Por el camino, las heridas provocadas por esta guerra interna, nos dejan un poso de miedos, angustias y carencias.

 La experiencia del malestar facilita, que nos creamos una de las grandes mentiras que preconiza este sistema, que nuestro bienestar y nuestra felicidad dependen de algo externo como el dinero, el poder, la belleza, la fama, el éxito, el sexo...

ROTOS POR DENTRO

"Sólo si me siento valioso por ser como soy, puedo aceptarme, puedo ser auténtico" (Jorge Bucay)

Bajo el embrujo de esta falsa creencia y de forma inconsciente, vivimos como si trabajar en pos de lo de fuera, fuese más importante que cuidar y atender lo de dentro.

Priorizamos el "cómo nos ven", al "cómo nos sentimos" y no sólo eso, este condicionamiento, también nos mueve a utilizar mucho de lo que decimos y hacemos, para que los demás nos conozcan, nos comprendan, nos acepten y nos quieran.

 Así es como esperamos recuperar nuestra estabilidad emocional.

Pero la realidad demuestra, que siguiendo esta estrategia, no solemos conseguirla y que en el empeño terminamos por olvidarnos de nosotros mismos.

 Por eso sufrimos al ir por la vida rotos por dentro, nos volvemos más vulnerables frente a nuestras circunstancias y mucho más influenciables por nuestro entorno familiar, social y profesional.

 Lo que piensen los demás empieza a ser más importante, que lo que pensamos nosotros mismos.

Al seguir desnudos por dentro, poco a poco nos vestimos con las creencias y los valores de la mayoría y empezamos a pensar y a actuar según las reglas, normas y convenciones que nos han sido impuestas, a través de este  "Pensamiento único" ,  es como se consolida el estatus-quo, establecido por el sistema.

LA CARENCIA COMÚN ES INVISIBLE

"Uno es lo que ama, no lo que le aman" (Charlie Kaufman)

A veces nos mostramos arrogantes y prepotentes al ínter-actuar con otras personas, creyendo que esta actitud es un síntoma de seguridad en nosotros mismos.

 En cambio, cuando nos infravaloramos o nos despreciamos, pensamos justamente lo contrario.

 Sin embargo, estas dos conductas opuestas representan las dos caras de una misma moneda: falta de autoestima.
 Es nuestra carencia común y a pesar de ser devastadora, es prácticamente invisible.

¿Qué es entonces la autoestima? Podría definirse como "la manera en la que nos valoramos a nosotros mismos" y no se trata de sobre o subestimar-nos.
 La verdadera autoestima nace al vernos y aceptarnos tal como somos.

La falta de autoestima tiene graves consecuencias, tanto en nuestra forma de interpretar y comprender el mundo, como en nuestra manera de ser y de relacionarnos con los demás.

 Al mirar tanto hacia fuera, nos sentimos impotentes, ansiosos e inseguros y nos dejamos vencer por el miedo y corromper por la insatisfacción.

 También discutimos y peleamos más a menudo, lo que nos condena a la esclavitud de la soledad o la ira y dado que seguimos fingiendo lo que no somos y reprimiendo lo que sentimos, corremos el riesgo de ser devorados por la tristeza y consumidos por la depresión.

COMPENSACIÓN EMOCIONAL

"Si no lo encuentras dentro de ti, ¿Dónde lo encontrarás?" (Alan Watts)
De tanto mirar hacia fuera, nuestras diferentes motivaciones se van centrando en un mismo objetivo, conseguir que la realidad se adapte a nuestros deseos y expectativas egocéntricas.

 Así es como pretendemos conquistar algún día la felicidad, sin embargo, dado que no solemos saciar estas falsas necesidades, enseguida interpretamos el papel de víctima, convirtiendo nuestra existencia en una frustración constante.

Expertos en el campo de la psicología de la personalidad afirman, que este egocentrismo que se origina en nuestra más tierna infancia, condiciona nuestro pensamiento, nuestra actitud y nuestra conducta, formando lentamente nuestra personalidad.

 Así, la falta de autoestima, obliga a muchas personas a compensarse emocionalmente, mostrándose orgullosas y soberbias.

Al negar sus propias necesidades y perseguir las de los demás, son las últimas en pedir ayuda y las primeras en ofrecerla.
 Aunque no suelan escucharse a sí mismas, se ven legitimadas para atosigar y dar consejos, sin que se los pidan.
 De ahí, que suelan crear rechazo y se vean acorraladas por su mayor enemigo " la soledad "







En otros casos, esta carencia fuerza a algunas personas a proyectar una imagen de triunfo en todo momento, incluso cuando se sienten derrotadas.

 Cegadas por el afán de deslumbrar para ser reconocidas y admiradas, se vuelven adictas al trabajo, relegando su vida emocional a un segundo plano.

 La vanidad, las condena a esconderse bajo una máscara de lujo y a refugiarse en una jaula de oro.

 Pero tras estas falsas apariencias padecen un profundo sentimiento de vacío y fracaso.

La ausencia de autoestima, también provoca que algunas personas no se acepten a sí mismas y se construyan una identidad diferente y especial, para reafirmar su propia individualidad.

 No soportan ser consideradas vulgares y huyen de la normalidad,  suelen crear un mundo de drama y fantasía, que termina por envolverles en un aura de incomprensión, desequilibrio y melancolía.

 Al compararse con otras personas, suelen sentir envidia, por creer que los demás poseen algo esencial que a ellas les falta.

El denominador común de esta carencia es, que nos hace caer en el error de buscar en los demás el cariño, el reconocimiento y la aceptación, que no nos damos a nosotros mismos.

 La paradoja es, que se trata precisamente de hacer lo contrario.

 Sólo nosotros podemos nutrirnos con eso, que verdaderamente necesitamos.

LO QUE PIENSAN LOS DEMÁS

"Cada vez que se encuentre usted en el lado de la mayoría, es tiempo de hacer una pausa y reflexionar" (Mark Twain)

Cuenta una parábola que un hombre y su mujer salieron de viaje con su hijo de 12 años, que iba montado sobre un burro. Al pasar por el primer pueblo, la gente comentó: "Mirad ese chico tan maleducado: monta sobre el burro mientras los pobres padres van caminando." Entonces, la mujer le dijo a su esposo: "No permitamos que la gente hable mal del niño. Es mejor que subas tú al burro".

Al llegar al segundo pueblo, la gente murmuró: "Qué sinvergüenza, deja que la criatura y la pobre mujer tiren del burro, mientras él va cómodo encima". Entonces tomaron la decisión de subirla a ella en el burro mientras padre e hijo tiraban de las riendas. Al pasar por el tercer pueblo, la gente exclamó: "¡Pobre hombre! ¡Después de trabajar todo el día, debe llevar a la mujer sobre el burro! ¡Y pobre hijo! ¡Qué será lo que les espera con esa madre!".

Entonces se pusieron de acuerdo y decidieron subir al burro los tres y continuar su viaje. Al llegar a otro pueblo, la gente dijo: "¡Mirad qué familia, son más bestias que el burro que los lleva! ¡Van a partirle la columna al pobre animal!". Al escuchar esto, decidieron bajarse los tres y caminar junto al burro. Pero al pasar por el pueblo siguiente la gente les volvió a increpar: "¡Mirad a esos tres idiotas: caminan cuando tienen un burro que podría llevarlos!".

EL ÉXITO MÁS ALLÁ DEL ÉXITO

"Este gozo que siento no me lo ha dado el mundo y, por tanto, el mundo no puede arrebatármelo" (Shirley Caesar)

Los demás no nos dan ni nos quitan nada. Y nunca lo han hecho. Tan sólo son espejos que nos muestran lo que tenemos y lo que nos falta. Ya lo dijo el filósofo Aldous Huxley: "La experiencia no es lo que nos pasa, sino la interpretación que hacemos de lo que nos pasa". Lo único que necesitamos para gozar de una vida emocional sana y equilibrada es cultivar una visión más objetiva de nosotros mismos. Sólo así podremos comprendernos, aceptarnos y valorarnos tal como somos. Y lo mismo con los demás.

El secreto es dedicar más tiempo y energía a liderar nuestro diálogo interno. Hemos de vigilar lo que nos decimos y cómo nos tratamos, así como lo que les decimos a los demás y cómo los tratamos.

La verdadera autoestima es sinónimo de humildad y libertad. Es el colchón emocional sobre el que construimos nuestro bienestar interno. Y actúa como un escudo protector que nos permite preservar nuestra paz y nuestro equilibrio independientemente de cuáles sean nuestras circunstancias. Los filósofos contemporáneos lo llaman "conseguir el éxito más allá del éxito". Dicen que cuando una persona es verdaderamente feliz, no desea nada. Tan sólo sirve, escucha, ofrece y ama.

Podemos seguir sufriendo por lo que no nos dan la vida y los demás, o podemos empezar a atendernos y abastecernos a nosotros mismos. Es una decisión personal. Y lo queramos o no ver, la tomamos cada día.

Desde un punto de vista emocional, todo lo que una persona no se da a sí misma lo busca en su relación con los demás: afecto, confianza, reconocimiento La independencia pasa por aprender a auto-abastecerse.