Las torres.
El conjunto presenta una gran torre en el ángulo suroeste, que conserva casi la
integridad de sus muros perimetrales, y una más pequeña al este de aquella,
separadas por menos de tres metros (Fig. 37).
Aunque sorprende que sus fachadas meridionales no se hallen bien alineadas, ambas se planificaron conjuntamente; prueba de ello es la correspondencia casi perfecta en sus hiladas de tapia; también su replanteo parece que fue una operación única (Figs. 43 y 44).
Considerando las dos torres como un conjunto, el
muro oriental de la mayor materializa el eje de la planta. A ambos lados de ese
muro, que adquiere un carácter central, se plantean sendos cuadrados
(aproximados), incluso las diferentes particiones parecen responder a terceras
partes (Fig. 45). Podemos imaginar que el replanteo se llevó a cabo en la
superficie natural de la roca y que esta debía presentar desniveles; todo
parece indicar - pese a que los niveles actuales de calles y calzadas oculten
el firme de partida - que el punto más bajo se encuentra en la esquina
suroeste; de esa manera, aunque en la base se dibujaran las alineaciones con
mayor rigor geométrico, podrían haberse ido desfigurando en la elevación a
causa de sucesivos retranqueos.
Esta ordenación teórica podemos verla en algunos
detalles: En la disposición de las vigas de la torre
mayor, donde se conserva en planta baja la viga más occidental y el mechinal de
la siguiente; ambas dividen la planta en los tres espacios que indicamos. En la
siguiente planta se pueden observar los mechinales de las vigas (Fig. 46).
Al límite del
primer tercio corresponde también la ubicación del lienzo de muralla oeste.
La ubicación del
lienzo que se conserva adosado al muro este de la torre menor, también se
corresponde, aproximadamente, con uno de los tercios de esta.
Los muros de la torre mayor son más gruesos, sin
embargo, el espesor del muro norte lo comparte también con la torre menor.
La torre de esquina conserva una altura de 25
tapias, altura que coincide con la de otras torres de las que nos han llegado
referencias documentales; mientras su muro norte se halla, prácticamente, con
toda su altura, los otros tres fueron rebajados para construir un tejado, a un
agua, con pendiente hacia el sur.
De la torre pequeña no sabemos su altura
total, debido a que fue muy transformada en obras realizadas en los años 80 del
pasado siglo; en la actualidad tiene seis tapias menos que el muro norte de la
torre grande (Figs. 43 y 44) y su última hilada está rehecha prácticamente en
su totalidad.
Se conservan algunas saeteras cegadas en el muro
oeste de la torre mayor (Fig. 47); las ventanas incluidas en posteriores
reformas debieron destruir algunas saeteras en otros muros, aunque,
posiblemente, se hayan conservado algunas jambas.
Las torres perdieron sus forjados originales. La
suroeste está totalmente vaciada. En la oriental se construyeron, en los años
80, tres pisos, que se hallan inacabados. Ninguna de las torres tiene,
actualmente, cubierta.
La situación de los forjados originales dejó una
huella evidente: retranqueos interiores en los muros; estos escalones son
útiles para dos cosas: por una parte, van disminuyendo la sección del muro con
lo que supone de ahorro de material y de carga, por otra, sirven de apoyo a la
estructura secundaria del forjado. Dichos retranqueos no se disponen de la
misma manera en ambas torres.
En la torre grande, el escalón se construye en todo
su perímetro interno; las vigas, como estructura primaria, tienen, lógicamente,
la menor luz posible, es decir, la norte-sur; no se apoyan en el escalón sino
que se enrasan con él mediante un cajeado; mientras que las vigas son
escuadradas, las viguetas que han llegado hasta nosotros, como elemento
conservado o como impronta, son rollizos que se apoyan en los escalones
situados al este y al oeste y en las jácenas (Fig. 46).