Ángel Gabilondo | 28 de noviembre de 2014
Extraños para nosotros mismos y para los
demás, comprender y comprendernos comporta toda una tarea de generación de
espacios para lo común, donde la diferencia sea el auto-gobierno de cada quien. fecunda y fructífera, impida la homogeneidad
como uniformidad y sostenga lo inquietante que no es lo extraño, sino la voluntad de ceñirlo al espectáculo de
lo variopinto o de acallarlo por lo incontrolable de sus efectos. Ambas
actitudes no pasarían de ser modalidades de inhospitalidad. Hay algo advenedizo
en eso que nos incomoda, pero tal vez gracias a su llegada podamos procurarnos
algún retorno, no necesariamente a nuestra repetitiva identidad, sino a una
travesía conjunta, con ello, con él, con ella. Algo que, precisamente por
extraños, nos permita decir “nosotros”.
Opinión…..A. Villena:
Sobre lo extraño del otro. Ángel una vez
más coloca las palabras adecuadas, cada párrafo redondea un sabio mensaje, sobre
ser parte de un grupo guardando nuestro espacio, o dejarnos
arrastrar como un simple + uno, sin más.
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