¿Podremos alimentar al mundo sin destruirlo?
Se trata quizá de una de las preguntas más importantes, y cuya respuesta es más compleja, porque no se trata solo de un debate científico, sino también político, económico y social.
Por un lado, un mundo desarrollado que desperdicia enormes cantidades de comida, que es tremendamente caprichoso con lo que come y que vive muy lejos de los centros de producción alimentaria, cuyos ritmos y procesos la mayoría desconoce.
Por otro lado, un mundo en desarrollo, cada vez más poblado, que necesita aumentar las tierras de cultivo para subsistir. Las necesidades de todos impactan sobre el sostenimiento del planeta. En medio, una industria alimentaria, con sus propios intereses, que trata de desarrollar herramientas biotecnológicas eficientes pero seguras para cubrir esas necesidades.
Ante la pregunta de si es posible alimentarnos a todos sin destruir el planeta, Pamela Ronald, profesora emérita del Centro de Genómica y del departamento de patología de las plantas de la Universidad de California lo tiene muy claro: "Sí. Esto es lo que tenemos que hacer: reducir el desperdicio de cultivos, el desperdicio de alimentos en general y el consumo de carne; integrar tecnología de semillas y prácticas de gestión apropiadas; involucrar a los consumidores en los desafíos que afrontan los agricultores tanto en el mundo desarrollado como en el que está en vías de desarrollo; aumentar la financiación pública en investigación y desarrollo agrícolas, y centrarse en los aspectos socioeconómicos y medioambientales de la agricultura para hacerla sostenible".
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