
Esta recostado, liando uno de aquellos cigarros interminables.

Opto por una solución intermedia, continuar fumando y no tragar el
humo.
Esta nueva relacion con el tabaco la transformo en una especie de
liturgia, para así, evitar que el humo continuara afectando a sus maltrechos
pulmones.
Hasta ponerse el cigarro en la boca, hacia un ejercicio de laboriosidad
extraordinaria.
Sacaba la petaca y el librito, ponía el tabaco en la palma de la mano, y lo restregaba para molerlo, después cerrando la mano con el tabaco, extraía el papel con la otra y doblándolo en forma de canaleta semicircular, vertía el contenido y lo giraba formando el cigarro.
Por último, pasaba la lengua por la orilla del papel y quedaba
preparado para liar.
Era una especie de ceremonia sosegada y de gran disfrute para él. Lo encendía, después de llevarlo otros pocos minutos en la oreja o en los labios.
Era una especie de ceremonia sosegada y de gran disfrute para él. Lo encendía, después de llevarlo otros pocos minutos en la oreja o en los labios.
Por último, y después de encendido, procuraba que el humo no
pasase por su garganta ni por su nariz.
Despues, dandose la vuelta bajo la sombra de la encina, aprovecha para limpiar la pala de la azada.
Son las once de la mañana a primeros de Julio, y el
calor ya es sofocante.
Despues, dandose la vuelta bajo la sombra de la encina, aprovecha para limpiar la pala de la azada.

Esta mañana ha tocado binar las hortalizas, tomates, melones, pimientos et.
También aprovecha para raspar el interior de las regueras en tierra, que al ser las encargadas de conducir el agua hasta los distintos cultivos, suelen tener algunas matas de hierba, en especial verdolagas de crecimiento rápido.
Es curioso, cómo, a pesar que ya es verano, solo se quita la chaqueta cuando a de manejar la azada y en los descansos se la vuelve a echar por encima.
También lleva puesta camisa y camiseta de manga larga, habitual durante todo el año. Otra secuela de la grave enfermedad que padeció, decía con respecto a la salud, que el mejor medico de uno, es uno mismo.
A primera hora y hasta pasadas las ocho de la mañana, la niebla no ha
dejado ver el sol, ahora las nubes están evolucionando en el horizonte
especialmente, sobre la peña y el estrecho.
El pajarero las mira con cierta preocupación, sabe del peligro del granizo, y lo que podría suponer si dañara las hortalizas y demás cultivos.
En ese momento la María (Su señora y mi madre), después de coger algunos tomates de los primeros en madurar, recoge los restos del almuerzo, los pone en el canasto, y emprende el regreso por la senda que trascurre entre las tierras de Rafael el labrador ,y las parcelas de Alfredo y Juan pelea, llegando al almecinero del barrio de abajo, donde están haciendo guita y tomando la sombra Luis Leona y Manuel (Marido de la Anita).
También aprovecha para raspar el interior de las regueras en tierra, que al ser las encargadas de conducir el agua hasta los distintos cultivos, suelen tener algunas matas de hierba, en especial verdolagas de crecimiento rápido.
Es curioso, cómo, a pesar que ya es verano, solo se quita la chaqueta cuando a de manejar la azada y en los descansos se la vuelve a echar por encima.
También lleva puesta camisa y camiseta de manga larga, habitual durante todo el año. Otra secuela de la grave enfermedad que padeció, decía con respecto a la salud, que el mejor medico de uno, es uno mismo.

El pajarero las mira con cierta preocupación, sabe del peligro del granizo, y lo que podría suponer si dañara las hortalizas y demás cultivos.
En ese momento la María (Su señora y mi madre), después de coger algunos tomates de los primeros en madurar, recoge los restos del almuerzo, los pone en el canasto, y emprende el regreso por la senda que trascurre entre las tierras de Rafael el labrador ,y las parcelas de Alfredo y Juan pelea, llegando al almecinero del barrio de abajo, donde están haciendo guita y tomando la sombra Luis Leona y Manuel (Marido de la Anita).
El pajarero queda escuchando el canto de las cigarras, del soleado y caluroso día.
Por fin Manuel sale de la sombra de la encina y tras ojear la mula, ( la tiene atada en una pequeña terraza, próxima al bancal del Yerne). Retorna a su trabajo. No sin antes echar un vistazo a la tormenta.
Gracias Antonio. Saludos
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