La persistencia de tradiciones islámicas, sin desestimar
nunca las pervivencias del mundo germánico y godo en nuestra península, ya las
hemos planteado en otros trabajos y casos concretos. Nos referimos a la
costumbre de los kerkur o amontonamientos de piedras profilácticos ante
lugares
de óbitos trágicos[1]
; o a la costumbre de las albórbolas, pronunciadas con la lengua y la
garganta en ciertas fiestas y acontecimientos relacionados con los encierros de
los toros o las celebraciones de las bodas, y que descubrimos por casualidad en
Ayna, Liétor y Elche de la Sierra43 .
En efecto, poetas hispanomusulmanes, como Ben Sahl de
Sevilla44 , citan esos lanzamientos rituales de piedras que acaban
formando auténticos montículos y que, a su vez, recoge tradiciones expresadas
en El Corán y que se reiteran en el valle de Mina, cerca de La Meca en las
estaciones de Yamarat45 . Según la tradición islámica, cuando
Abraham deja a su esposa Sara y a su hijo Ismael en La Meca, apedrea a Satanás.
Los musulmanes, igualmente, siguiendo el arquetipo de Abraham, apedrean a tres
pilares, como alegoría de su renunci alas tentaciones d Satanás. Por ello,
cuando los campesinos españoles depositaban piedrecitas en las cruces de
los caminos, en las tumbas o cenotafios de los fallecidos o en las encrucijadas de los caminos , en verdad estaban manteniendo viva una tradición islámica para erradicar presencias perniciosas de espíritus, genios o diablos. No "arrojaban" piedras porque a partir del XV sería gesto sospechoso de cristiano nuevo o de converso mal convencido; más sí "depositaban" los guijarros.
los caminos, en las tumbas o cenotafios de los fallecidos o en las encrucijadas de los caminos , en verdad estaban manteniendo viva una tradición islámica para erradicar presencias perniciosas de espíritus, genios o diablos. No "arrojaban" piedras porque a partir del XV sería gesto sospechoso de cristiano nuevo o de converso mal convencido; más sí "depositaban" los guijarros.
Las albórbolas son citadas, por su parte, en España por el
poeta Ibn Quzman46 , en contextos bélicos.
Del mismo modo, hace unos años, cuando realizamos la carta
arqueológica de Ayna, observamos47 que en varias de sus aldeas, en
los muros encalados de las casas, aparecían unas manos plasmadas en el yeso.
Pasaban casi desapercibidas y había que esperar con frecuencia, para verlas con
nitidez, a que los huecorrelieves se manifestaran según los juegos que causaba
la luz solar. Sin duda son herencia de las manos de Fátima48 del
mundo islámico español. La mano de la hija de Mahoma era usada para atraer la
buena suerte
43
JORDÁN MONTÉS, J. F. y INIESTA VILLANUEVA, J. A.:
"Costumbres funerarias en la serranía de Albacete (Curso bajo del río
Mundo y Sierra del Segura)" , Al-Basit, 39, Albacete, 1996. 317-345.
JORDÁN MONTÉS , J. F. y PÉREZ BLESA, J.: "Albórbolas en los toros, kerkur
en los caminos y teofagias lunares. Notas etnográficas en Ayna, Liétor y Elche
de la Sierra", Al-Basit, 49, Albacete, 2005. 207-256.
44 BEN SAHL:
Poemas, Selección, traducción e introducción de Teresa Garula, Poesía Hiperión,
Madrid, 1983. Pág. 145.
45
La tradición de arrojar piedras a
Satán está reflejada igualmente por el extraordinario IBN BATTUTA: A través del
Islam, Introducción, traducción y notas de Serafín Fanjul y Federico Arbós,
Alianza Universidad, 1987. Pp. 114 y 121. 46 IBN QUZMAN: El
cancionero hispanoárabe, ed. de Corriente Córdoba, Madrid, 1984. Zéjel 9,
estrofa 24. Cancionero andalusí, Poesía Hiperión, Madrid, 1989.
47
En esta ocasión quien nos hizo
reparar en el asunto fue el director del Museo Etnográfico de Ayna, D. Jesús
Moreno González, quien ha realizado una encomiable labor de recogida del
material etnológico en ese sector del río Mundo. Cuando estuvimos realizando la
carta arqueológica del municipio de Ayna, nos mostró varias casas de aldeas
próximas donde se encontraban esas manos impresas en las paredes , casi a la
altura de los aleros; nunca en las puertas. Es posible que nos hallemos ante un
temor atávico a posibles represalias inquisitoriales o religiosas y que por
ello quedara en la memoria del colectivo humano rural la necesidad de colocar
las improntas de las palmas de las manos en lugares visibles, en alto, cerca de
los tejados, pero no destacados o perceptibles para ojos xcesivamente curiosos.
48
Sobre las manos de Fátima: PROBST-BIRABEN, J. H., "La
main de Fatma et ses antécédents symboliques",
[1]
COLA ALBERICH, J.: op. Cit. Pág. 46. pero t mbién para erradicar enferm d des y
contener el mal de ojo, además de representar cada uno de sus dedos una de las
obligaciones básicas del buen musulmán. Y curiosamente el área de distribución
de esas manos de Fátima españolas coincide con el área de dispersión de las
albórbolas. En suma, dos elementos etnográficos , dos reliquias posiblemente
islámicas , halladas en el mismo río, en el Mundo.
El día 28 de diciembre era una jornada en la que las gentes de Isso y de las aldeas del Alto Segura en general consideraban que se debían compartir los bienes dentro de las pequeñas comunidades campesinas. Pero únicamente debían acceder a ese reparto de caridad, los jóvenes pobres, los jornaleros que carecían de tierras propias, los habitantes de casas troglodíticas. A ellos les era lícito salir en tropel
A veces ocurría, empero, que algunos vecinos, más por
broma que por evitar la entrega de la comida, colocaban ollas a la vista,
fáciles de sisar, pero con vegetales o restos no comestibles: huesos mondos,
zompos de maíz ya desgranados y resecos, nabos y rábanos crudos de difícil
digestión,... Pero era evidente que comprobado el contenido de los pucheros por
parte de los asaltantes, el inicial error se podía remediar, y elegían entonces
la perola con la comida verdadera, generalmente el pavo. Nunca se producía la
condena social por esos robos de comida.
Manuel Lun realiza un amplio catálogo d sus actividades53 y con acierto plantea la posibilidad de ciertos vínculos con figuras carnavalescas , además de otorgarles un protagonismo cierto en los bailes de pujas. Igualmente Demetrio Brisset expone otros casos semejantes en Andalucía Orienta154 . De todos modos es necesario consultar una fuente más antigua, como la de Rex Planes55 . Extraemos una breve síntesis de sus aportaciones para conocer el significado de estos Inocentes y establecemos al final unas conclusiones personales:
De todos modos, la pervivencia de elementos islámicos en el
pensamiento cristiano de la península Ibérica, incluyendo hasta la mística[1]
, está ampliamente atestiguada.
6.- Los
DANZANTES DE Isso EN UNIVERSO DL LAS CUADRILLAS.
Como ya hemos indicado , por las fechas en las que salían a
la calle los animeros en general, o los Danzantes de Isso en particular, también
aparecían en las calles y aldeas otros grupos de hombres: Inocentes,
Aguinalderos... , cuyas diferencias, a veces sutiles, eran evidentes y cuyas
funciones o cometidos sociales y económicos también variaban.
6.1. Los Inocentes.
El día 28 de diciembre era una jornada en la que las gentes de Isso y de las aldeas del Alto Segura en general consideraban que se debían compartir los bienes dentro de las pequeñas comunidades campesinas. Pero únicamente debían acceder a ese reparto de caridad, los jóvenes pobres, los jornaleros que carecían de tierras propias, los habitantes de casas troglodíticas. A ellos les era lícito salir en tropel
Danzantes de Isso Años 50
y en pequeños grupos a la calle en busca de
algo de comida que la fortuna les negaba con la asiduidad necesaria para evitar
la amenaza del hambre.
Eran, en efecto, los mozos sobre todo quienes, armados con
agujas de metal para coser esparto o almireces, recorrían las calles de las
diferentes aldeas del Alto Segura reclamando entre sus convecinos algunos
alimentos esenciales. Sus instrumentos característicos no eran los fúnebres
tambores de los animeros o las vibrantes y alegres guitarras de los
aguinalderos, sino un almirez de picar ajo o de triturar azafrán o almendras, y
también un garfio.
Todos los vecinos se consideraban obligados a participar en
ese reparto de caridad de víveres. A su vez, la petición de comida por parte de
los Inocentes se debía realizar sin pronunciar una sola palabra; únicamente a
los demandantes les estaba permitido murmurar, emitir sonidos guturales o
gesticular ostentosamente el garfio, para indicar que precisaban comida o que
era en aquel artilugio donde debía ser ensartada. "Debía ir mudo". El
anfitrión visitado , que "entregaba siempre la voluntad" ,
Revue
Anthropologique, XLIII, 1933.370-375. Pero la mano de Fátima puede ser también
un símbolo judío, ya que en el mundo de Israel se dispone de la mano de Hamsa
(cada dedo sería cada libro de la Torá), a su vez con precedentes en el mundo
púnico. Si remontamos el símbolo lo podemos hallar incluso en el arte del
Paleolítico Superior, en concreto en las cuevas de Altamira.
[1]
ASÍN PALACIOS, M.: Mística cristi na y mística musulmana, Hiperión, Madrid, 1991. jamás h ría hablar al que se le
pres nt ba a la puerta de su casa y se convidaba, "para no hacerle
pecar" , decían los ancianos entrevistados.
La demanda de comida era posible que adquiriera tintes
de broma o de trampa. Así, se admitía "sin disgusto por parte de los
vecinos" , que los jóvenes penetraran ese día en las casas , a
hurtadillas, y que "robaran" las ollas y los pucheros que contenían
las comidas y que se mantenían calientes en el fuego de la chimenea. Pero
insistimos en el detalle fundamental. Únicamente era permitido actuar de esa
guisa a los jóvenes de reconocida y sabida pobreza. De este modo, los vecinos
de las aldeas de montaña aceptaban de buen grado, sin ofenderse, los hurtos de
necesidad. La solidaridad rural era tejida así, sin resquemores para los que
ofrecían y sin ser ofendidos los menesterosos , en un ambiente de equilibrio
social.
Espectacular cúmulo / Visto desde Isso (La placeta) |
En la villa de Yeste, en pleno corazón de la serranía50
, el día 27 de diciembre, la víspera de los Santos Inocentes, era
admisible coger las burras o los burros de los dueños , a escondidas , y con
ellas recorrer los caseríos y las casas de los vecinos, demandando alimentos
dulces, como m ntecados, o licor s también dulces, como la mistela. Si el
vecino visitado no abría la puerta de su hogar, es decir, si no compartía lo
suyo, sabía que le aguardaba alguna broma. Al cabo del errático itinerario, las
burras eran devueltas, pero depositadas en cuadras ajenas a las suyas, con lo
que se incrementaba la confusión en el vecindario y la pasajera alarma entre
los amos de los animales, que habían pasado todo el día buscando el paradero de
su animal de carga y tir051 , animal realmente imprescindible en la
economía agropecuaria.
Este último dato es extraordinariamente interesante en
lo poco que sabemos e intuimos que encierra un valor antropológico muy superior
a la mera anécdota. Sabemos que en algunos pueblos de Madagascar, como los
bara, hasta mediados del siglo XX al menos se mantuvo una costumbre ancestral
descrita por Max-Pol Fouchet52 . Según la descripción de este
escritor y periodista francés, era legítimo robar rebaños enteros de bueyes a
los vecinos e incluso a los familiares. El robo de las reses no implicaba,
necesariamente, ser considerado como un cuatrero, sino que en verdad se pensaba
que actuaban por el siguiente motivo:
"para honrar a los muertos . ) , para asegurarse
el favor de los antepasados, es decir, para asegurar la existencia terrestre de
la propia familia, que perecería si llegara a carecer de ese favor. Los
antepasados, ya lo sabe usted, son grandes consumidores de bueyes. Su
benevolencia es proporcional a los sacrificios que le son rendidos" (pág.
176).
Había también otros asuntos que se dirimían en
Madagascar: las jóvenes parejas sólo se podían casar si realizaban acopio de al menos diez re es para iniciar su nu v
vida. El joven bara que no se mostraba capaz de conseguir animales ajenos, era
despreciado por las jóvenes y acababa considerado como un desprotegido por las
divinidades, por los antepasados y, en la práctica, excluido del tejido social
y se le priva de alma "puesto que la familia es el alma. Continúa
viviendo, cierto es, pero como un muerto en vida ( . . .). El bara no muere
precisamente cuando su corazón deja de latir" (pág. 177).
Es evidente la distancia espacial y cultural de ambos
mundos, pero hay rasgos que son comunes:
—La preocupación por atraerse el favor de los ancestros
o ánimas benditas y el interés de prodigarles todo tipo de atenciones.
—La necesidad comunal y social de compartir, aunque sea
ritualmente y a la fuerza, lo que se podría considerar en general por todos los
miembros de una comunidad y en particular por los más desfavorecidos por la
fortuna, un exceso de bienes.
—El derecho legítimo de los más desfavorecidos a obtener
ese exceso derramado por los más afortunados.
—La no consideración de latrocinio al hurto temporal o
permanente de los animales de ganado propiedad de vecinos y aún de familiares.
—Los afortunados desposeídos podían, a su vez,
ritualmente , "perseguir" a los depredadores, "proteger" sus
bienes y hasta negociar la devolución de parte de lo expoliado.
Aquí, en España, la costumbre está disimulada por la
fecha elegida, el 28 de diciembre, jornada en la que se permiten ciertas
licencias, hasta jocosas y molestas, sin que los perjudicados puedan
considerarse ofendidos o agraviados.
Pero este es un asunto que merece un mejor tratamiento
por parte de otros especialistas en la materia.
Lo que importaba, en definitiva en España, es que en ese
ambiente "todo pas ba inocentemente" , como si los protagonistas, en
verdad, estuvieran escenificando un pasaje del Nuevo Testamento, el de la
muerte de los Inocentes o el del reparto de bienes entre las primeras
comunidades de cristianos en la antigua Roma. Nadie deseaba ser un Herodes
expoliador de sus víctimas, que se negaba a participar en el gozoso evento del
Nacimiento de Jesús. Por ello , los vecinos consentían en ser esquilmados en
sus comidas por ese día, y los jóvenes que atravesaban penurias debían actuar
como niños muy pequeños: sin hablar, solo gimiendo, solicitando alimentos
básicos para su subsistencia. Luego, huidos tras un tapia o al solaz de un
ribazo de bancal, degustaban la comida hurtada o recibida.
Dinero también se podía pedir prestado. Mas si el
incauto que cedía una suma determinada, generalmente baja, no reparaba en el
día que se encontraba, el beneficiado de la broma o de la petición de una
moneda, no tenía la obligación moral de devolver lo que había conseguido
mediante su pregunta "¿Me prestas una moneda?". Pero, como nos
relataban los campesinos, el dinero se solía devolver al "Inocente"
porque "había mucha necesidad" , incluso para los que prestaban o
redistribuían la exigua riqueza dentro de la aldea.
La frase de agradecimiento que se decía a los que
ofrecían las viandas o a los que aparentemente se despistaban en su custodia,
es bien significativa: "Los santos inocentes te lo paguen". Es decir,
como las oraciones o las penitencias realizadas a favor de las ánimas: no era
posible que los vecinos generosos con su despensa percibieran bienes materiales
en compensación por su desprendimiento; mas si era seguro que recibirían su
recompensa en el Cielo.
Esta redistribución de la riqueza de los alimentos se
encontraba también en la matanza del cerdo. Los hijos cuyos padres no podían
sacrificar un animal porque su pobreza era evidente, recibían de los amiguitos
que en sus cas s sí e había producido una
matanza del marrano, clavadas en almaraces o agujas, diversas viandas y grasas
del animal.
Es evidente que la festividad de los Santos
Inocentes, inserta en el calendario católico el día 28 de diciembre, y la
actividad de estos grupos de Inocentes, deriva del mundo evangélico. La matanza
de los llamados Santos Inocentes , recogida únicamente por Mateo , es situada
en Belén y atribuida al déspota Herodes. Lo que se pretende en ese día es
liberar tensiones y facilitar la eclosión de ciertas chanzas y bromas
ritualizadas y admitidas socialmente. Pero la actividad petitoria de los
Inocentes en las "Inocentás" admite a la vez la contemplación del
fenómeno desde una perspectiva complementaria, de tipo social, no recaudatoria,
sino postulante para el mismo grupo social marginado, pobre o sin tierras de
las cuales sustentarse.
B.- Los Inocentes como burladores
y castigadores.
De todos modos, la existencia de estas cuadrillas de
Inocentes recogidas en el Alto Segura, no debe confundirse con la presencia del
Inocente o de los Inocentes, una figura alegórica, propia también de las fechas
de Navidad, y cuya misión era petitoria. Su indumentaria podía adoptar una
doble faceta. O bien se mostraban con ropa vieja y raída y calzaban zapatos
cochambrosos y con las suelas despegadas o bien, por el contrario, podían
aparecer con trajes multicolores, pañuelos vistosos y gorros adornados con
cintas de amplio cromatismo y hasta con espejos.
Manuel Lun realiza un amplio catálogo d sus actividades53 y con acierto plantea la posibilidad de ciertos vínculos con figuras carnavalescas , además de otorgarles un protagonismo cierto en los bailes de pujas. Igualmente Demetrio Brisset expone otros casos semejantes en Andalucía Orienta154 . De todos modos es necesario consultar una fuente más antigua, como la de Rex Planes55 . Extraemos una breve síntesis de sus aportaciones para conocer el significado de estos Inocentes y establecemos al final unas conclusiones personales:
—En Jumilla, durante la Navidad, el Tío del Higui
paseaba por las calles y proponía a los viandantes, en especial a los niños, a
que se atrevieran a comerse un higo que él llevaba clavado en el extremo de una
caña o palo. El carácter sexual de esta provocación nos parece evidente.
—En Calasparra, a orillas del Segura, una pareja de
Inocentes, disfrazados con ropas viejas y con el rostro tiznado de negro o con
almagre, llevan una pluma y un libro, donde se supone anotan y registran el
nombre y la cantidad de los vecinos que contribuyen solidariamente al rescate
de almas en pena, pero a la vez las denuncias sin fuste que imponen a los
ciudadanos con los que se cruzan en la calle y no colaboran en tan santa
misión. Incluso les muestran una llave , supuestamente de la cárcel , y les
amenazan con la prisión si no satisfacen la multa que acaban de recibir.
—En Orce
(Granada) , el día 28 de diciembre , los Inocentes llegan a asumir fugazmente
el poder temporal en la localidad y se apoderan de la alcaldía, de la parroquia
y de los juzgados.
53
LUNA SAMPERIO, M.: "Sistemas y tipos de
cofradías: cuadrillas y hermandades de ánimas en Murcia, Albacete y Andalucía Oriental"
, Grupos para el ritual festivo, Editora Regional, Murcia, 1987. Pp. 199 ss.
54
BRISSET, Demetrio: "Fiestas y cofradías de
Inocentes y ánimas en Granada" , Grupos para el ritual festivo, Editora
Regional, Murcia, 1987. 211-219.
55
REX PLANES , N.: La huerta que yo viví, Murcia, 1970.
En concreto pp. 30-33. Un artículo más reciente que lo cita y comenta
ampliamente en: GARCÍA MARTÍNEZ, T. y LUJÁN ORTEGA, M.: "La fiesta de los
Santos Inocentes en la huerta de Murcia" , Revista de Folklore, no 320,
Fundación Joaquín Díaz, caja España, 2007. 42-48.
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