6-2-11: Pocas veces somos conscientes de nuestra fragilidad, cuando la salud y la fortaleza económica nos acompañan.
Mis peores momentos hoy, han sido, cuando mi salud la he percibido
erosionada, a la vez que lo relacionaba con unos últimos años, en los cuales, mis
padres y buena parte de mis hermanos han fallecido.
En el caso de mis
padres, en edad avanzada y lo asimile con cierta naturalidad.
En el caso de mis hermanos, la situación fue diferente. El cáncer ha sido el doloroso
protagonista, dos de ellos de 60 y 70 años, con apenas unos meses de diferencia y otros dos lo tenían detectado, en diferentes versiones, de mama y de próstata, también durante estos años, otro hermano es afectado por una bacteria al poco de jubilarse, que aun estando al filo de la muerte, pudo recuperarse, en condiciones pésimas, después de una buena temporada en un hospital de parapléjicos de Toledo.
Los momentos vividos, debido a la situación descrita, fueron
para mi duros y traumáticos, hasta el punto, de tener la absoluta seguridad,
que mi situación a pocos años de la jubilación estaba al borde del precipicio.
Viví momentos muy complicados, a la vez que mi trabajo me
demandaba cierta responsabilidad sobre obras un tanto complejas.
Uno de ellos fue el que voy a describir a continuación:
No es fácil reflejar
un momento vivido en 2010. Varios días de dolor en el estomago me llevaron a un
momento de ansiedad y descontrol anímico. Ocurrió que sobre las 3 de la madrugada y sin
haber podido pegar ojo, ocurrió, que sabiéndome presa del cáncer, mi
pensamiento me llevo a recordar, como mi padre, afronto su ultima etapa de la vida
y especialmente después de quedarse solo, por el fallecimiento de mi madre.
Recordé su control y visión de la vida y de la muerte, resumiendo con bastante detalle lo que había sido su vida,
y lo agradecido que se sentía de haber podido participar y contemplar, desde la figura de padre, como habíamos llegado a este mundo, y como habíamos conseguido todos juntos salir adelante.
Pero que todo eso ya era el pasado, y ahora, cada uno de sus
hijos estaba siendo protagonista de nuevas familias, a las que el había dado la
bienvenida, tanto a las nueras como a los nietos, toda esta situación actual,
se había producido cuando él y mi madre vivían con cierta salud, lo cual le había
reportado la mayor satisfacción.
El me comentaba que cuando quedo viudo a los
82 años su papel en la vida ya no tenía ningún sentido, y que en ningún modo, deseaba que su vida continuara acumulando años que él no deseaba, y eso no significaba que él no sintiera alegría de compartir momentos con su familia, de la cual se sentía orgulloso, ocurría, según me comentaba, que cada uno de nosotros estábamos inmersos en lo mismo que él había estado décadas atrás, sacar adelante nuestras respectivas familias, y ahora, y sobre todo, después que mi madre falleciera, sentía que su estancia en el mundo ya no le reportaba ningún tipo de emoción, por tanto el mejor premio que le quedaba era, que antes que su
salud se deteriorase demasiado, con el consiguiente sufrimiento, que llegase su muerte que sería bien recibida.
Volviendo sobre lo que estaba reflejando, de mi mal momento,
he de reflejar que estos recuerdos fueron capaces de ahuyentar mis miedos,
hasta el punto, que quede sorprendido del cambio que experimento mi cerebro.
Convirtiendo un momento de ansiedad descontrolada, en dominio
total de la situación, esto que parece un cuento de mi imaginación, fue real y
con un testigo fiable, (Mi señora), que siempre ha estado junto a mi en
momentos tan complicados, lo cierto que se quedó perpleja cuando le dije que mi
padre acababa de echarme una mano, que podía apagar la luz, que la tranquilidad
y el sueño habían llegado.
Un día más toco el
reloj, y a las 8 de la mañana estaba en la obra de Forna (Adsubia).
No hay comentarios:
Publicar un comentario