En nuestra miserable existencia, recorremos un buen número de etapas, y algunas de las cuales, nos dejan descolocados y confusos, ya que sin percibirlo quedamos atrapados en comportamientos, cuando menos enmarañados.
El éxito y la riqueza lo valoramos de manera
enfermiza, hasta el punto, que pensamos, que solo eso nos hará felices.
Nuestro bienestar ya no depende en disponer
de cobijo y alimentos, sino, que olvidado ese logro, (Que sería suficiente para
el resto del reino animal), desarrollamos estrategias, a veces de dudosa ética,
para acumular patrimonio u objetos, en muchos casos, de escasa o nula utilidad.
Nuestro
ego nos impide ser prácticos, abocándonos a una carrera ciega, donde el tiempo
como tal, es sustituido por vorágine y ruido.
Esa situación, me lleva a pensar, que la pérdida
de valores de compromiso social y ecológico está siendo la causa, de la
degradación actual del humanismo, como clave del mantenimiento de la
racionalidad que se nos supone, como homo sapiens.
En nuestra locura por poseer, acabamos
generando leyes, que nos autorizan a comprar superficies de tierra descomunales, una tierra, a la que se le suponen unos cuatro mil quinientos
millones de años.
Nadie se ruboriza, cuando oímos decir . ¡Esto es mío!, sin caer en la cuenta, que es la tierra, la que nos propicia la vida, y a la que volvemos en un ciclo continuo, para continuar formando parte de ella.
¡ Como es posible! . Que desde nuestra fragilidad, nos autodenominemos dueños de una parte de algo, que nos produce, y nos desecha continuamente.
Todo el desarrollo humano que se ha generado desde nuestra aparición sobre el planeta, hasta nuestros días, queda supeditado, al daño que nuestra voraz locura, por acumular y dominar los ciclos del planeta, podamos llegar a ser capaces de generarle.
Le hemos perdido el respeto, de tal manera, que los elementos que intervienen en el equilibrio que genera los seres vivos, lo estamos haciendo saltar por los aires, y con ello, propiciando aceleradamente nuestra extinción .
EL PODER Y EL ODIO, SON HIJOS DE LA MISMA MADRE.
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