¿Sangre, magia, cultura, crueldad? .
España recoge en su legislación vigente, la
dimensión cultural de las corridas de toros desde 1991 y en las leyes para la
regulación de la Tauromaquia de 2013, referidas a la salvaguarda del patrimonio
cultural. No soy aficionado, pero me queda algo de memoria.
Pasada la
guerra y con las libertades políticas suspendidas, una mezcla de hambre y frustración, retorcía las tripas de buena parte de la sociedad española, eran tiempos duros y tristes... Las corridas de toros fueron, junto al fútbol, espectáculos de evasión muy aceptados por todas las capas sociales.
Día grande en la feria de Hellin, tarde
tórrida, en la plaza el torero arrancando aplausos y oles, un toro noble
busca el capote, las gradas rezuman una atmósfera de pasión y magia, patronos y
jornaleros ondean sus pañuelos compartiendo por igual una tarde de buenas faenas; maestros del toreo que ponen en pie a los aficionados con pases arriesgados; Derechazos, naturales, chicuelinas, recortes, pases de pecho et. provocan en sus resecas gargantas gritos de bravo,bravo, al tiempo que los puros humean bajo los
sombreros de paño que guardan para fiestas y grandes ocasiones, el pecho se hincha con arrogancia. Un chico se abre paso gritando... ¡¡Gaseosas frescas!!
Hoy día el
toreo ha dejado de ser un evento de masas, aun así, continúa moviendo pasiones
y dinero. Miles de familias viven del toro y de esta fiesta. Veterinarios,
empresarios, toreros o ganaderos continúan aferrados
a una tradición centenaria, que mantiene muchos puestos de trabajo, sin olvidar
el valor ecológico que suponen las
dehesas,espacios protegidos dedicados a la cría del toro de lidia, y suele coincidir con zonas que podríamos denominar “marginales”, tanto por su limitada vocación agraria (derivado de la pobreza de los suelos), como por la inexistencia de un tejido industrial, que se reduce a industrias agroalimentarias aisladas y de muy reducida capitalización.
dehesas,espacios protegidos dedicados a la cría del toro de lidia, y suele coincidir con zonas que podríamos denominar “marginales”, tanto por su limitada vocación agraria (derivado de la pobreza de los suelos), como por la inexistencia de un tejido industrial, que se reduce a industrias agroalimentarias aisladas y de muy reducida capitalización.
Enfrentados a estas prácticas o ritos,
encontramos un movimiento anti-taurino, que defiende y argumenta su prohibición por
la tortura que supone para el animal, tanto en su traslado, como en su lidia.
¡A saber! es separado de su medio y transportado en cajones con apenas espacio para moverse, descargados en corrales adosados a las plazas y por último una lidia que sobrepasa la más elemental racionalidad que se nos supone, su cuerpo es roto con la lanza de picado, las banderillas, el estoque y en algunos casos la puntilla, produciendo una imagen de sangre, espantosa.
¡A saber! es separado de su medio y transportado en cajones con apenas espacio para moverse, descargados en corrales adosados a las plazas y por último una lidia que sobrepasa la más elemental racionalidad que se nos supone, su cuerpo es roto con la lanza de picado, las banderillas, el estoque y en algunos casos la puntilla, produciendo una imagen de sangre, espantosa.
Mi punto de vista aboga por el respeto entre las partes enfrentadas, a mi no me gustan las
prohibiciones y tampoco las torturas a un ser vivo, ¡tal vez!, si modificamos algunas prácticas de crueldad en los ruedos, se podría conservar una costumbre, con una poderosa
tradición.
A.V.F.
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