El gran nombre de democracia
Ángeles Caso en Magazine 07/06/2012
DESDE HACE TIEMPO, cada mañana, después de leer el periódico y escuchar algún informativo en la radio, suelo caer durante un rato en un proceso depresivo.
Imagino que a todos ustedes les sucede algo parecido. Por muy bien que les vaya, las cosas a cada uno a título individual, es imposible no verse afectado por todo lo que nos rodea.
Parece que nos hayan tirado encima un
cubo entero de pintura sucia y maloliente, emborronando el fresco más o menos
decente que habíamos ido haciendo entre todos, al menos desde el siglo XVIII y el extraordinario proceso de la Ilustración, han sido muchas las generaciones, infinitos los hombres y las mujeres que han batallado y se han dejado la libertad y hasta la vida por construir un mundo mejor. Una sociedad de la que ido desapareciendo lentamente las de los desheredados, dando paso a un dominio de las clases medias que accediendo a la educación y al poder a través de la democracia.
Habíamos aprendido
que la redistribución de la riqueza era fundamental para la paz social.







Cada mañana, después de leer el periódico, en medio de
la depresión, los maldigo. Maldigo a los corruptos, claro, pero también a los
vanidosos que han querido dejar sus nombres escritos en piedra para la
posteridad. Y a todos los decentes que han mirado hacia otro lado haciéndose
los tontos mientras sus compinches robaban. Y ya sé, ya sé que todo esto no debe decirse, que
es dar pábulo a los extremismos y a los populismos. Etcétera. Etcétera. Pero
entonces ¿Qué hacemos? ¿Nos callamos mientras ellos nos conducen
obedientemente, como ovejitas silenciosas, hacia el viejo corral del antiguo
régimen, las grandes desigualdades, los señores y los siervos...? ¿Decimos amén
porque esta bazofia lleva el gran nombre de democracia...?
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