El coche serpenteaba en subidas y bajadas interminables, las nubes se retorcían amenazantes, algún que otro frenazo, para esquivar conejos y jabalíes que andaban buscando cobijo.
Llegaron a un pequeño pueblo oculto entre las montañas del pirineo francés, la tormenta rugía en la fría noche de enero, los primero copos caían arrastrados por el viento y algún relámpago iluminaba la noche.
El taxi se detuvo frente a una vieja y robusta casa. Julia, despues de desear buen regreso al taxista, y ayudada por una joven sirvienta, caminaron unos metros hasta la pesada puerta que permanecía abierta, entraron en un amplio salón, unos gruesos troncos ardían en la chimenea ,manteniendo la casa a buena temperatura.
Habia viajado invitada a pasar una semana, por un matrimonio que conocían a sus padres, cuando estos procedentes de España, vendimiaban para los patrones.
Hacía más de una década, pero nunca dejaron de cartearse.
Cansada del viaje trato de dormirse, pero la emoción y la tormenta que descargaba con intensidad le ahuyentaba el sueño.
Sin salir de la habitación, se puso a curiosear, propio de la edad, y encontró una pequeña caja de madera camuflada, junto al pie de un voluminoso armario, al abrirla encontró una pequeña libreta, especie de diario, con fechas. Una de las páginas le llamó la atención, tenía dibujado un corazón. El relato en cuestión, hablaba sobre una aventura amorosa y puntual del patrón, con una bella española, que vendimiaba para él, y a la que había amado locamente, aun sabiendo que nunca podría tenerla, Julia, continuo leyendo, y describía la magia del encuentro y las emociones vividas.
Fue el único momento enque ambos se entregaron, en un arrebato incontenible.
Con dolor, juraron y cumplieron que renunciarían a su amor.