Portan entonce una romana para
pesarlos pecados de los viandantes , culpas que deben redimir con dinero. En
caso contrario son conducidos a la cárcel hasta que satisfacen la multa. Si no
pagan, no salen. Incluso pueden ser expuestos al escarnio público y ser sacados
a lomos de un burro y paseados por las calles del pueblo.
—En la misma localidad de Calasparra, Juan Pelotero ,
con la cara tiznada, reparte zurriagazos con una pelota de trapo atada a un
palo a toda persona que no entrega una limosna para
las ánimas. Su frase era
"Suelta o te doy".
—Esta figura se parece a los Calcaborras de Puebla de
D. Fadrique (Granada), quienes el día 25 de diciembre, con trajes de colores y
floridos gorros, cuelgan en el extremo de una ancha cinta de cuero una bolsa
con lana; con ella golpean a los viandantes que no satisfacen una suma en pro
de las ánimas. La figura del Calcaborras se reitera en Huéscar (Granada).
—Una variante del Calcaborras se encuentra en la
localidad de Yeste (Albacete). Allí se les llama los Calentureros56 ,
quienes el día 28 de diciembre salían disfrazados y provistos de un látigo con
el que fustigaban a todo niño que veían, tratando de arrebatarle una prenda.
Para rescatar la ropa el niño debía entregar una módica suma de dinero que iba
destinada a las ánimas benditas. El paralelismo y la reiteración del arquetipo
del Nuevo Testamento, en la llamada Matanza de los Inocentes , es evidente y
sin duda se trata de una antigua escenificación en la calle, como si se tratara
de un auto sacramental cuya finalidad fuera catequética.
—En Lorca, el Tío Tiznao , disfrazado y con el rostro
manchado de hollín, a su vez mancha con carboncillos las caras de los vecinos
que se niegan a participar en la colecta callejera que él mismo realiz en b n
ficio de las ánimas benditas.
—En Totana, en el valle del Guadalentín, un Inocente
que adorna su cabeza con un sombrero de hojalata y con flores de papel, además
de lucir pañuelos de colores, coloca barbas del rey Herodes a todo aquel que se
niega a pagar en los bailes de pujas.
- Cerca de la capital murciana, en el pueblo de
Espinardo, varios Inocentes, antes de la misa de la
mañana del día 28 de
diciembre, vistiendo trajes y gorros multicolores, armados con escobas , se
situaban en el atrio de la iglesia y demandaban limosnas para las ánimas. Si el
devoto que acudía a la misa no colaboraba en la colecta, recibía varios
escobazos; si entregaba una limosna, gentilmente le barrían el suelo por donde
caminaba hasta que se adentraba en el templo. Luego, los Inocentes recorrían
las calles de la localidad con semejante intención.
Por la tarde, los Inocentes organizaban el baile de
pujas, también denominado Baile de Inocentes o Baile de Animas. Uno de los
Inocentes, con su escoba, en la mano se sitúa en el centro de la plaza de la
iglesia, en cuyo perímetro se ha situado la población de cualquier estado y
condición y declara que se inicia la puja para "romper el baile", es
decir, para ver qué mozo es el primero en salir a bailar. Se inicia entonces la
pugna de las contrapujas57 . Las sumas recaudadas con este sistema,
en el que se solicita bailar con una moza, o bien oponerse a ello, iban
destinadas al sufragio de las ánimas benditas. Allí no se dirimía únicamente,
como bien apunta Rex Planes , el poder económico de los mozos , sino el honor
masculino y el prestigio del individuo. Los asistentes comprobaban su valentía
y su biz rría, viendo si era capaz de
sostener la puja de un contrincante o si bien era capaz de "romper el
baile" del mozo rival con sus propios recursos o incluso con la alianza de
sus amigos y familiares y parientes cercanos. Las chicas y mozas asumían un
papel de comparsa y pasaban de unos brazos a otros, según fuera la fuerza de
los postores en la puja. De todos modos, pese a las tensiones que se generaban
entre jóvenes rivales o enemistados , todo solía concluir en paz y las
insolencias o descaros eran perdonados, porque se consideraba que se habían
producido dentro del ámbito de las llamadas inocentadas. En verdad eran duelos
ritualizados y tutelados por los Inocentes, acaso alegoría o
hierofanía de las
ánimas benditas. Por otra parte, en estos bailes estaban permitidas ciertas
licencias y los chicos-as se conocían, intercambiaban miradas y palabras e
incluso establecían relaciones de noviazgo. Es decir, gracias a la ánimas del
purgatorio y a los antepasados se generaban flujos de vida.
De modo semejante, en una pedanía de la capital de
Murcia, en Nonduermas, el día 28 de diciembre, aparecían los Barredores
(también los hubo en Puebla de Mula), adornados sus ropajes con motivos
florales, cubiertos los rostros con caretas y armados con cepillos y escobas.
Eran capaces de inundar el portal de las viviendas de basuras , pajas , restos
vegetales de hojas caídas e inmundicias, si no colaborabas con una dádiva en
beneficio de las ánimas. Si entregabas la limosna, por el contrario, te barrían
y adecentaban el zaguán. El sonido incesante de las escobas en el pavimento o
en tierra, siseante, llamaba enseguida la atención de los vecinos , quienes se
apresuraban y se asomaban a las ventanas y puertas para comprobar si su
convecino era pródigo en la generosidad o por el contrario era huraño y avaro.
En resumen, opinamos que estos Inocentes son
diferentes a los Inocentes de la pobreza y de los Animeros. Los Inocentes
castigadores cumplen una serie de peniten ias, pero al mismo tiempo y ac mbio,d
mandan unas mon das para la salvación y redención de las ánimas benditas. Se
presentan igualmente como castigadores escrupulosos e insobornables de todo
aquel vecino que se manifiesta como tacaño, insolidario o escasamente
comprometido con la tarea colectiva de proporcionar el descanso definitivo y
celestial de los antepasados y familiares fallecidos. A diferencia de los
Animeros, recurren a una violencia ritualizada (pero real) , protestan ,
zahieren , se burlan, exigen. Al aplicar las inocentadas los Inocentes
mostraban una imaginación portentosa. A cambio de dinero o limosnas para las
ánimas organizaban los siguientes actos lúdicos:
—Robar misales en misa y obligar a una inocente
"ladrona", arrodillada, a la cual previamente le habían escondido a
hurtadillas el libro entre las sayas o faldas, a pagar una multa de desagravio
en beneficio de las ánimas con el fin de evitar el escándalo en sociedad. El
cura era consciente de esas inocentadas antes de iniciar la misa y participaba
en la escenificación , lamentándose justo antes del inicio de la misma por la
imposibilidad de comenzar el rito sagrado. Entonces los Inocentes atropellaban
la ingenuidad de las chicas y "hallaban" lo robado. A cambio de una
limosna para las ánimas, olvidaban el incidente.
—En Balsicas, aldea de Mazarrón, tras la misa de los
Santos Inocentes se organizaba un ataque de rebuznos contra los incautos que
alcanzaban en la calle. El primer rebuzno orquestado lo padecía y sufría con
paciencia el cura párroco. Luego , la inocentada, recorría las calles y los
Inocentes armados con tijeras de esquilar borregos, peines de almohazar asnos,
herraduras, púas, tenazas y martillos, simulaban afeitar y herrar a los vecinos
con los que se cruzaban, salvo que pagaran una limosna por las ánimas.
—Colocar sombreros grotescos, adornados con colores ,
cristales , cintas y lazos , a personas
extrañas o con
las que se mantenían relacione no muy cordiales.
Los animeros, por el contrario,
expresan una actitud radicalmente diferente: asumen su papel de penitentes en
silencio, con humildad, sin recriminar, ni por gestos o por voces, el egoísmo
del vecino que no ha querido contribuir en la misión comunitaria de proporcionar
a las ánimas el consuelo de una misa, el alivio de una oración o el rescate por
limosna de su estancia pasajera en el Purgatorio. Son sufridores de los
agravios ajenos; nunca los provocan ni zahieren al prójimo.
Lo estrafalario del aspecto de los Inocentes creemos que se puede explicar por
un sentido profiláctico. Veamos. Los Inocentes vestidos como harapientos en
realidad están camuflando su presencia y su actividad; además de atemorizar a
los convecinos. ¿Por qué? Porque son emisarios, mensajeros, de las ánimas
benditas y como tales heraldos llevan una misión que se les ha encomendado
desde la Iglesia pero también desde el inframundo: recolectar dinero para
sufragar misas con las cuales sacarles del Purgatorio. Del mismo modo, los
llamativos colores de sus trajes, las cintas de colores en los gorros, los
cristales y las láminas de metal sobre todo, son elementos que rechazan o
reflejan las malas miradas, el aojamiento, de los poderes infernales. Ellos,
los Inocentes, se muestran valientes porque postulan y son abogados de las
ánimas del Purgatorio. Mas están asumiendo un riesgo, porque como Orfeo,
Odiseo, Inanna, o cualquier otro personaje mitológico que desciende a las
tinieblas del Averno, los Inocentes requieren una protección para que los ojos
de la muerte, o bien no se percaten de su presencia (malos atuendos, pobreza,
insignificancia de un mendigo... ) o si advierten las intenciones del Inocente
que, al menos, reparen ant s n los fútiles abalorios luminosos por el color (si
son cintas) o llamativamente reflectantes por la superficie (si es un cristal o
metal). Perseo vence así a la Medusa y rescata a su amada Andrómeda atada a una
roca; los Inocentes vencen a los posibles custodios del Purgatorio y rescatan a
las ánimas. Por esta razón pueden quedar impregnados de la saliva del Diablo y
usan, para evitarlo, elementos absurdos: telas de colores, trajes muy vistosos
(o muy mimetizables en la miseria de la tierra), cristales... Todo cuanto
desvíe la atención del Maligno es apto para alcanzar éxito en su misión.
6.2. Los Aguinalderos o
Aguilanderos.
Los Aguilanderos u hombres
jóvenes que recorrían las calles demandando el aguinaldo de Navidad, se
acompañaban de instrumentos y de música alegre: zambombas, panderetas,
guitarras, platillos, castañuelas, botellas de anís, latas viejas, cañas
rajadas,... El día 25 de diciembre, a cambio de una pequeña representación
musical o de un villancico previamente ensayado, recibían de las casas que
visitaban comida y bebida festiva; dulces, higos , nueces , almendras, tortas
de miel , toñas de Navidad, cascaruja, licor de café, mistela, zurracapote...
Siempre destacaron por su actividad las de las aldeas de La Graya y Góntar,
ambas de Yeste.
La figura principal de estos
grupos itinerantes era la del mayordomo, quien dirigía a la cuadrilla de unas
diez o quince personas y determinaba la ruta a desarrollar58 . Luego
estaba el mochilero, el encargado de guardar lo recogido en una cesta o en las
albardas de la mula y de custodiarlo hasta el posterior reparto y el consumo de
los alimentos. El trovador o guión era el que iniciaba con decoro el canto del
villancico, mientras que el resto
58 Para la provincia de Albacete
consultar: GARCÍA LANCIANO, J. (Coord.): II Encuentro de aguilanderos y baile
de cuadrillas (Socovos, 2000), Alba ete, 2001.
de los integrantes tocaban los
instrumento y respondían a coro. Nunca se recibía dinero en esta actividad ni
se reclamaba.
Pero la crítica social no estaba ausente
del todo, como ocurría con los animeros:
"Aquí se queda el mochilero; dadle si le
queréis dar que nosotros nos vamos casa del vecino a cantar".
O bien, advirtiendo que se quería comer
bien y festivamente:
"El aguilando pedimos, no pedimos cañamones; pedimos
toñas de Pascua con almendras y piñones".
O bien, aumentando la intensidad:
"Por la escalera baja quien nos trae el
aguinaldo; se le antoja que es mucho y lo viene repiscando".
La amenaza o el aojamiento no estaban
excluidos para los que se mostraban avaros o poco proclives a participar en la
eclosión de la luz creciente a partir del solsticio de invierno y de la
creciente alegría por ello:
"El aguinaldo te pido. Si no me lo quieres dar,
ojalá se te seque el panizo en el bancal"
"Si no me das el aguilando, aunque sea una
cebolla, permita Dios que mañana te arribe el gato la olla".
En efecto, todo
aquel que voluntariament no deseaba participar de la generosidad colectiva y
del fluir de los bienes, aunque fuera con una miserable cebolla o una cabeza de
ajo, era merecedor del aislamiento, de la desgracia, porque no compartía.
Así también el
aguinaldero transmite la posibilidad de la regeneración de la vida desde el
comienzo del año. Si el fluir de la abundancia entre los vecinos es incesante,
los presagios de salud y de prosperidad serán favorables durante todas las
estaciones siguientes. El vecino que no coparticipa en esta exaltación de la
prodigalidad y en la promoción de la generosidad, es criticado, censurado y
motejado en público.
En la aldea de Huebras (Nerpio), García
Lanciano recogió varias coplas que cantaban los aguinalderos y que inciden en
los asuntos tratados. Veamos algunos casos:
"La Pascua se va y se viene, ella se viene y se
va, y nosotros nos iremos y no volveremos más".
"Todos los años venimos, a cantar por este
tiempo, a darle la bienvenida al divino nacimiento".
Al concluir la
singladura por las aldeas, los jóvenes aguinalderos se retiraban con sus
presentes hasta la casa de uno de ellos y celebraban una buena cena o comida,
de la cual no estaba excluido nadie de la aldea que quisiera sumarse al
condumio. Esto puede indicar también cierta tendencia hacia la socialización de
la comida.
En principio
parece existir una diferencia con los Inocentes y es que los Aguinalderos
festejan públicamente el inicio del año y desean promover la riqueza, la
alegría, la prosperidad. Para ello transmiten de puerta a puerta de casa en
casa el inicio jubiloso del año.
En efecto, el hecho de recoger los
producto nacidos de la economía y fecundidad local, de hacerlos circular por el
entorno de las aldeas y por las calles y de gozarse con ellos, es posible
observarlo desde una óptica genésica. El Nacimiento de Cristo no era posible
festejarlo con tristeza o con ayunos; era preciso permanecer alegres. Consumir
felizmente los alimentos festivos era una manera de coparticipar en la ofrenda
de los reyes Magos, de comunicar al Niño Jesús todos los bienes humanos,
compartir con El la prosperidad, el júbilo y la esperanza de un futuro
prometedor.
La siguiente estrofa que entonaban en la aldea de
Caprés (Fortuna) es ilustrativa de ello y delata la estrecha vinculación entre
lo sagrado y lo festivo, entre la hierofanía y la felicidad humana:
"Saca el aguilando estrella,
lucero del claro día: una noche como esta parió la Virgen María".
En la misma aldea de Caprés se destacaba
la función religiosa, piadosa, de los aguilanderos. Evitaban así toda sospecha
de beneficio propio: "Los pastores de B lén todos juntos van por leña,
para calentar al Niño que nació en Nochebuena".
6.3. ¿Animeros vs aguilanderos?
No había en ningún momento una radical oposición entre
los tres grupos que hemos mencionado, porque cada uno de ellos ejecutaba una
labor diferente, mas complementaria en el seno de la sociedad rural. Se
cruzaban incluso en las mismas calles y coincidían a veces en la misma jornada,
pero no se producía rivalidad alguna. Tampoco se producía crítica por parte de
los vecinos si fulano o mengano era visto en uno o en otro grupo, en diferentes
momentos , ya fuera entre los menesterosos que demandaban alimentos básicos con
su mutismo y gesticulación, o si deambulaba en tropel con otros jóvenes
solicitando comida y bebida festivas, con toda la alegría que se transmitían
entre ellos, bromeando, comiendo en común. Con frecuencia ocurría que
determinadas cuadrillas de aguinalderos también recogían limosnas para la
iglesia o las ánimas benditas.
Un cuadro sinóptico nos permite entender las
diferencias y semejanzas , advirtiendo de las posibles interconexiones de
funciones:
7.- LA EXCLUSION DE LA MUJER Y [A
TUTELA DEL CLERO.
Un dato etnográfico importante fue la exclusión de la
mujer de los grupos de animeros y de aguilanderos. Era una actividad
eminentemente masculina. Y no había razones o argumentos racionales. Cuando le
preguntábamos a los ancianos, la respuesta era que la tradición era esa y que
con eso bastaba.
Por otra parte, la
estrecha vinculación de estas cuadrillas de varones con la iglesia es evidente,
ya fueran animeros o auroros. Es cierto que su organización es autónoma y que
surge casi espontáneamente, como una iniciativa necesaria de entre los vecinos
laicos. Pero la intención por la cual se demanda y se recolectan limosnas es
religiosa: el rescate de las ánimas benditas del Purgatorio por medio de
oraciones , penitencias y dádivas. Además , parte de lo recaudado en pujas,
subastas y peticiones , iba destinado también al sostenimiento del culto
católico en las ermitas y parroquias. Hablar de los animeros, aguinalderos o
auroros , sin hacer referencia al clero , es mostrar una realidad incompleta59
. Los propios estandartes de vírgenes y santos que portaban como enseña
las cuadrillas de animeros, les vinculaban a una advocación determinada y a la
difusión de ciertos cultos, imágenes marianas y santos. Sin duda, la existencia
de cuadrillas y hermandades constituyó una expresión popular de la religiosidad
o de la misma religión; pero tal manifestación ha estado siempre tutelada por
la Iglesia, entendida como institución, ya sea a una distancia prudente y casi
desapercibida, ya sea codo con codo. En cualquier caso, la misión catequética
de estas cuadrillas , popular o primaria si se desea, no debe ser desestimada.
Es verdad que el ancestral miedo a los
espíritus , ancestros y difuntos está presente en nuestra médula como especie.
Pero cristianizar ese temor atávico, otorgarle una trascendencia liberadora del
miedo, fue tarea de la Iglesia; y para ello recurrió a los medios y grupos
humanos que tuviera a su alcance.
Y si se catequizaba a la población, se propiciaba la
meditación, se mostraba el esplendor de la fe, se propagaba la doctrina
católica, se sostenía una labor asistencial, además de obtener unos recursos
para sostener el culto oficial y mantener la piedad popular, el éxito era
completo. Aunque luego el propio clero y los ministros ilustrados, así como los
corregidores, como advierten Flores Arroyuelo Manuel Luna, limitaran la
autonomía de
estas cofradías y hermandades,
evitando los excesos (ruidos y molestias en el seno de las ciudades;
mendicidad; extorsión al exigir limosnas;.. .), limando los aspectos más
populares , corrigiendo las desviaciones respecto a la ortodoxia.
Por otra parte , los temores atávicos a la
condenación seguían presentes. En Vélez Rubio (Almería), según nos cuenta
Manuel Luna60 , existía la creencia de que todo Mayordomo de
animeros que sustrajera o hurtara parte del dinero recolectado con destino a
las ánimas benditas del Purgatorio, sufriría un castigo espantoso. Pero en
verdad se elegía como mayordomo a personas de edad, responsables , de vida
piadosa o, al menos, devota.
En unas ocasiones los resultados serán
espectaculares. Nos referimos , por ejemplo, a los desfiles bíblicos
procesionales de Puente Geni161 y de Lorca62 , surgidos a
partir de las cofradías pasionales. En otros casos, como el de estas modestas
cuadrillas de animeros y aguilanderos, adaptadas a una economía de
subsistencia, el éxito radicaba en la propia pervivencia y en la aceptación de
las gentes humildes de dicho fenómeno. Exito incuestionable, porque además de
promover la piedad por los familiares difuntos, generaba unos flujos de
generosidad, de solidaridad y de concordia nada desdeñables en el medio rural
español, en una articulación del tejido social sumamente interesante.
Al margen de ambos asuntos, se plantea el origen
histórico de estas cuadrillas. Probablemente, estas expresiones de las
cuadrillas haya que insertarlas al menos en el siglo XV, de donde proceden
también, como sugiere Domingo Munuera63 , diversas escenificaciones
teatrales de raigambre medieval, como los autos religiosos, las tamboradas, los
picaos, los empalaos, y toda suerte de disciplinantes. Flores Arroyuelo , por
su parte, relaciona estas hermandades y cuadrillas con el mundo de los gremios
y con las decisiones adoptadas en el Concilio de Trent064 . De todos
modos, habrá que permanecer atentos a las próximas novedades editoriales de
Manuel Luna sobre las vinculaciones de las cofradías y hermandades de animeros
con la iglesia y a la próxima publicación de su tesis doctoral.